El Vicariato Apostólico de Iquitos en Perú recibió el domingo a su nuevo obispo. Misionero agustino con 25 años de labor pastoral en la zona, destaca por su humildad y paciencia expresada en hechos y por su acompañamiento permanente a las comunidades indígenas y ribereñas, así como a las periferias de la ciudad, en su búsqueda por una vida digna.
Por Beatriz García Blasco (REPAM-Perú) y Ginebra Peña Gimeno (fotografía)
“En el pueblo kukama el mundo está lleno de espíritus, de buenos y malos. El padre Miguel Ángel sabe bien cómo lo vemos nosotros, cómo le sentimos. Para nosotros el dueño del monte es el shapshico, que cuida los bosques y las plantas, para que no se deprede. Ahora, para nuestros ojos, para los ojos del pueblo indígena, el Padre es algo así como esa figura. Él cuida y protege todo lo que está dentro de la Amazonía”. Desde lo más profundo de su corazón Ribelino Ricopa, animador cristiano de la parroquia de Santa Rita de Castilla, en el río Marañón, nos regala esta reflexión.
También él, como cuidador, sostiene en brazos a su hijito de apenas medio año. Mientras el bebé juguetea con el micrófono Ribelino recuerda el sueño que tuvo meses atrás. Soñó que su amigo Miguel Ángel sería el próximo obispo. Y se lo contó. “Me dijo que cómo iba a ser eso, que no”, continúa, “pero mírale, ahora él está tomando posesión y le toca conducirnos”. Como gran conocedor de la cosmovisión kukama, el nuevo obispo de Iquitos, Mons. Miguel Ángel Cadenas, sabe la relevancia que los sueños tienen para los pueblos indígenas. “Son algo común de nuestra vida, por los sueños nos guiamos y conducimos”, prosigue el joven animador kukama. Él, como muchos a lo largo del Marañón y otros ríos de la zona, conoció al misionero agustino cuando llegó de España, a mediados de los 90. Ribelino era adolescente. Por más de diez años navegaron y conversaron juntos, siempre al ritmo que marcaba la selva, siempre movidos por la fe en Dios que se hace presente en cada rostro que se cruza en el camino. Su amistad permanece, pues tiene raíces profundas y se fortalece con los años. De hecho, el de Ribelino Ricopa ha sido uno de los nombres mencionados por Monseñor Miguel Ángel Cadenas luego de recibir la ordenación como nuevo obispo del Vicariato Apostólico de Iquitos, en Loreto (Perú).
Ajeno a esta charla, apenas dos metros más allá, el sacerdote al que hoy todos llaman monseñor -aunque aún no se acostumbra- está prácticamente ‘atrapado’ entre quienes desean tomarse una foto con él, la del recuerdo. El grupo es variado. Desde niños y jóvenes de las parroquias hasta familias que, con sus bebés en brazos, piden que la imagen se acompañe de su bendición. Los focos se cuentan por decenas, no se sabe a quién mirar. También está el coro, uniformado de un vibrante color rojo y que, bajo la dirección de Rita Ruck, ha cerrado la ceremonia de ordenación al son de ‘los hijos de la selva te alabamos, Señor’ cantado en castellano y kukama. Una de las últimas es la señora Ligia, con quien Cadenas se funde en un emotivo abrazo, de los que no pueden explicarse con palabras. Unas mil personas han estado presentes, por más de tres horas, en esta gran fiesta de la Iglesia de Iquitos celebrada en el patio central del colegio San Agustín.
Entre todos ellos también están Celia, Nolia y Blanca, tres fieles de la parroquia de La Inmaculada cuyas sonrisas traspasan la doble mascarilla que, obligatoriamente, todos hemos respetado. Celia dice que no tiene palabras para expresar la felicidad que siente y que “hasta las lágrimas” la brotaron “varias veces”; Noila destaca “las grandes enseñanzas” del nuevo obispo; y Blanca rescata, ante todo, “su paciencia y su amor, ese que ahora nosotras tratamos de replicar”. También aguarda todo el equipo de la radio del Vicariato, La Voz de la Selva. Cuando es su momento Cadenas les agradece el gran esfuerzo por transmitir en directo, vía Facebook Live, la ceremonia a pesar de que quince días atrás falleciera su director, Oraldo Reátegui, a quien todos imaginan correteando de un lado a otro comprobando que todo sale según lo previsto. Y es que no solo Iquitos, Loreto o Perú han podido así unirse en oración, sino que, en Laguna de Negrillos, el pueblo leonés donde nació, todos se han congregado para verle.
“Perdón por manchar los ríos con nuestros egoísmos”
Nunca Iquitos había congregado, posiblemente, tanta solemnidad a pesar de que, por precaución sanitaria, la ceremonia de ordenación no se celebre al interior de un templo. Entre los obispos presentes está el ordenante, Mons. Julián García Centeno, obispo emérito de Iquitos y una persona que siempre ha estado presente en la vida de Cadenas. No podía faltar y, desde España, ha viajado para la ocasión, pues años atrás fue quien le ordenó como diácono y como sacerdote. Como obispos concelebrantes está el también agustino Mons. Robert Prevost, obispo de Chiclayo, y el salesiano Mons. Martín Quijano, obispo de Pucallpa.
Incluso el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana y del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Mons. Miguel Cabrejos, ha acudido a la cita y, aunque el nuncio apostólico del Perú, Mons. Nicola Girasoli, no ha podido viajar envía un emotivo audio. Girasoli no solo alienta a Cadenas en esta nueva etapa, sino que agradece sinceramente al padre Miguel Fuertes su trabajo como administrador diocesano durante el tiempo que Iquitos ha estado, oficialmente, sin obispo desde que Monseñor Miguel Olaortúa falleciese en noviembre de 2019 de manera repentina.
Cadenas también está arropado por los obispos amazónicos del Perú. Desde el más veterano, el misionero franciscano Gerardo Zerdín, obispo de San Ramón, al último en ser nombrado, Mons. Jesús María Aristín, obispo de Yurimaguas. Mons. Alfredo Vizcarra, obispo de Jaén y presidente de REPAM-Perú; Mons. Javier Travieso, obispo de San José del Amazonas; y el ya mencionado obispo de Pucallpa están también ahí y, unidos en oración, le acompaña también Mons. Juan Oliver desde el Vicariato de Requena y Mons. David Martínez de Aguirre, obispo de Puerto Maldonado. Todo ello muestra, sin duda, de la unión y articulación que la Iglesia promueve a la luz del Sínodo Amazónico y la exhortación Querida Amazonía.
La ordenación se inicia con la siguiente petición de perdón, leída en castellano, kichwa y kukama y que nos recuerda cómo sufre la selva loretana, así como sus ríos y los pueblos que la habitan y a los que Cadenas trata de defender y acompañar siempre desde la escucha y el respeto:
“Perdón por no saber cuidar tu creación, por no aprender a respetar la belleza de los bosques, y exterminar áreas extensas de árboles. Perdón señor perdón”.
“Perdón por manchar los ríos con nuestros egoísmos y avaricias de querer ganar dinero sin tener en cuenta el sufrimiento de nuestros hermanos. Perdón señor perdón”.
“Perdón porque hemos convertido nuestra casa común en casa de muerte y desolación”.
Emocionante también el salmo, “el Señor es mi pastor, nada me falta”, cantado desde un sentimiento profundo por el joven kukama Golber Smith Pérez, en su propio idioma materno; así como escuchar, en medio del silencio reinante, el sonido del manguaré antes y después de la lectura del decreto apostólico de nombramiento; y los acordes del violín que, con delicadeza y dulzura, nos conduce a regalar un minuto de silencio por quienes la pandemia se llevó.
“La comunión no es estar todos de acuerdo”
Las palabras del nuevo obispo, en la parte final del evento, son las más esperadas. El reloj sobrepasa el mediodía y el sol golpea con fuerza. Pero nadie se mueve. El nuevo obispo toma el micrófono y se pone al frente del escenario. Luego de los agradecimientos, iniciando por Mons. Julián García Centeno por viajar desde España a pesar de su edad, y para la familia del anterior obispo, Mons. Miguel Olaortúa, Cadenas confiesa que su nombramiento le pilló “fuera de juego”. Sin embargo, poco a poco se fue reponiendo del “susto” inicial gracias al humor, los consejos y el cigarro de su mejor compañero, el padre y misionero agustino Manolo Berjón. Cuando lo cuenta una media sonrisa se intuye bajo la mascarilla y el público, que entiende el guiño, arranca un caluroso aplauso. Todos saben que ambos misioneros son una dupla, un equipo, pues son muchas las ocasiones en que Cadenas ha reconocido públicamente la gran inteligencia de Berjón y su inigualable aporte a la misión social y evangelizadora de ambos.
Y es desde ahí que nace su reflexión central y que pone énfasis en un verbo: tejer. “Las personas no somos aislados, estamos interconectados como dice el Papa Francisco en ‘Querida Amazonía’. O si no me permiten, utilizaré una imagen más amazónica. Estamos llamados a ser tejedores de comunión”, inicia. Hay múltiples contextos y dimensiones para hablar de tejidos. Desde el que se crea en el vientre materno, al de la sanación de una herida o al tejido que nace del trabajo, ya sea confeccionando una red o una tinaja de barro. Incluso en el mundo de hoy, ¿qué hacen las redes sociales sino tejer relaciones?
“Debemos buscar ese tejido más allá de los que piensan como nosotros, para fortalecer también los lazos en la Iglesia y los lazos de la sociedad”, pide Mons. Cadenas citando a San Pablo que dedicó su vida a formar comunidades cristianas. En esa línea, pide apertura al diálogo, que se propicie el encuentro y el entendimiento porque “la comunión no es estar todos de acuerdo, sino entrelazar y fortalecer los lazos por encima de las diferencias. No sólo evitar romper los hilos, sino tejerlos para hacerlos más fuertes”.
Al P. Miguel Fuertes: “Gracias por pilotar en medio de la tempestad”
Han pasado casi dos años desde el inesperado deceso de Mons. Olaortúa y, en ese tiempo, la labor del padre Miguel Fuertes, haciéndose cargo del Vicariato de Iquitos en los complicados meses de pandemia, no merece más que aplausos y agradecimiento. Y es aludiendo a esto que el nuevo obispo abrió las menciones especiales sobre las personas que “forman parte del tejido que Dios ha elegido para fortalecerme en la fe”.
“Al Padre Miguel le ha tocado pilotar esta Iglesia en medio de la tempestad provocada por el COVID-19. En el imaginario popular, el padre Miguel y el padre Raymundo Portelli, junto con miles de laicos cristianos, de acá de la ciudad y otras partes del Perú, han mostrado el rostro más compasivo y misericordioso de Dios, en medio de la tormenta y en medio de la oscuridad. Cuando imperaba el ‘sálvese quien pueda’. Ellos iniciaron una colecta para comprar la planta de oxígeno, que se convirtieron en cinco, y que terminaron tejiendo hilos muy fuertes que superan las dificultades”, recuerda y agradece. El auditorio enmudece y varias lágrimas se derraman al recordar aquellos meses que han marcado a todos los presentes con la pérdida de familiares y amigos.
El otro gran agradecimiento va para los Animadores Cristianos. Eso que Cadenas escribe con mayúsculas y sobre los que ha reflexionado varias veces. “Hacen un trabajo silencioso, pues presiden la comunidad cristiana y todos los domingos y fiestas realizan la Celebración de la Palabra de Dios. Ellos son claves en la vida de la Iglesia y en mi ejercicio ministerial”, recuerda. Pide perdón por no citar a todos, pero destaca a “Pedro Díaz, que murió ahogado en el río Marañón; a Antonio Vela, primer Animador Cristiano del pueblo indígena Urarina en el río Urituyacu; a Ligia Saboya y Sonia Caritimari, también del río Urituyacu; Ribelino Ricopa y a Pepe Alvez, de quienes tanto hemos aprendido; a Vidal Reátegui, de la comunidad de Nuevo Mundo en el río Amazonas; a Pancho Tello, en el río Chiriyacu; a Alejandro Uraco, uno de los primeros Animadores en la Parroquia de Nauta, todavía vivo; a Karina Guerrero, de la capilla de la Visitación, y a los responsables de las capillas de Masusa: Juan Manihuari, Héctor Moncada y Nancy Macahuachi”.
Buscando justicia desde la humildad
Hombre de pocas pero acertadas palabras, el padre Miguel Ángel se caracteriza por escuchar, analizar y encontrar sentido y explicación más allá de lo que se ve. Sobre su figura bastan dos citas leídas estos últimos días.
La primera, del periodista local Jaime Vásquez Valcárcel en el diario local ‘Pro y Contra’ dice así: “Si me pidieran una descripción de su rostro y de su hablar no dudaría en decir que en sus pupilas siempre está dibujado el dolor, la solidaridad con los que quieren mejorar un poco su condición de vida. No es retórica. No necesita de cumplidos. De todos los curas que conozco -y vaya que son muchos- es uno de los pocos que no habla de humildad, sino que la practica cotidianamente. Es lo más alejado de las poses y, a pesar que desde su nombramiento ha sido acosado por los periodistas, recibe con igual respeto a quienes le buscan por el puesto que estrena como a quienes le han buscado siempre. Porque él -junto con su ikarador Manolo Berjón- siempre ha estado vinculado a los grupos que buscan justicia”.
La segunda, hallada en el apartado de comentarios del blog ‘La Candela en el Ojo’ que escribe el propio Cadenas junto al padre Manolo Berjón, y firmada por Adolfo Ramírez, le define así: “Interesante itinerario de un cura misionero que vino de España con toda la carga de formación ortodoxa que recibe todo sacerdote Agustino pero que en la Praxis pastoral fue descubriendo la verdadera revelación de Dios en los hermanos nativos, en el rostro del Dios indígena amazónico. En estas tierras de la yuca brava fue reenvangelizado desde los pobres. Esperemos que su doxa y su praxis pastoral como obispo de la selva continúe y se enriquezca. Sentimos que es de los nuestros. Amén”.
DATOS INTERESANTES
Primera ordenación en Iquitos. Es la primera vez que un obispo es ordenado en la capital loretana. Anteriormente los obispos llegaban ordenados desde sus países de origen y tomaban posesión a su llegada.
Primer obispo de Iquitos con trabajo previo en el Vicariato. La elección del Papa Francisco tiene un significado muy profundo pues Mons. Miguel Ángel no es solo un misionero con experiencia previa en el Vicariato, sino alguien muy unido y sensibilizado con la problemática ecológica de la región Loreto y cercano a los pueblos indígenas.
Lema: Den razón de su esperanza. Tomado de la Carta Primera de Pedro, con este lema Mons. Cadenas quiere recordar que, aunque “la evangelización está en el ADN de la Iglesia, evangelizar no es adoctrinar. Debemos renunciar al proselitismo, nos recuerda el Papa Francisco, para poder ofrecer la Buena Nueva de Jesús. Esperanza, no solo futuro o utopía, esperanza cristiana: compañía de Dios en esta vida y recibimiento por Dios en el cielo para los difuntos. No debemos tener miedo, evangelizar es nuestra principal tarea”.