Aprender desde la selva: LUGAPE, una escuela que transforma y acompaña

Santa Clotilde, río Napo – Loreto

Por: Oficina de Comunicaciones del Vicariato San José del Amazonas

Foto: Patrick Murayari y Archivo del colegio Lucille Gagne Pellerin.

A cinco horas de viaje por el río Napo, luego de dejar atrás la ciudad y el ruido, aparece Santa Clotilde, un pueblo amazónico de unos dos mil habitantes donde la escuela no es solo un edificio, sino el corazón que late por toda la comunidad. En medio de los sonidos del río se alza el Colegio Lucille Gagne Pellerin, más conocido como LUGAPE, un centro educativo que ha aprendido a unir raíces, sueños y liderazgo.

En el presente Año Escolar 2025, el colegio cuenta con 1,342 educandos, distribuidos en todos los niveles: 122 estudiantes en Inicial, 436 en Primaria, 654 en Secundaria —de los cuales 200 son atendidos en la Residencia Estudiantil, con hospedaje, alimentación y acompañamiento académico y formativo— y 130 en el CEBA (Centro de Educación Básica Alternativa). LUGAPE es el colegio más grande de toda la cuenca del río Napo, y acoge a estudiantes no solo de Santa Clotilde, sino también de comunidades del río Curaray, Arabela, y de otras zonas ribereñas.
El río Napo, que es fuente de vida y conexión para cientos de comunidades amazónicas, enfrenta actualmente serias problemáticas: la contaminación del agua, la escasez de peces y la tala ilegal que afecta los ecosistemas y modos de vida tradicionales. Estas realidades tampoco son ajenas a la educación del Colegio LUGAPE, donde se promueve la reflexión y la acción frente a los desafíos ambientales que impactan directamente en la vida de sus estudiantes y familias.
Aquí, la educación no se mide solo por los exámenes o las libretas. En en Colegio LUGAPE, enseñar significa acompañar, escuchar y sembrar esperanza.
“No formamos líderes para el colegio, sino para las comunidades”, dice con convicción el profesor Mario Chávez, promotor de liderazgo. “Queremos jóvenes que vuelvan a sus pueblos, que impulsen el cambio y cuiden la Amazonía”.

Foto: Patrick Murayari y Archivo del colegio Lucille Gagne Pellerin.

La selva inspira
El Colegio LUGAPE, fundado en 1947 por el Vicariato de San José del Amazonas, ha pasado por muchas manos generosas: maestras laicas, misioneras y religiosas. Hoy, bajo la dirección de la Hna. Ana Laura Ramírez Aguilar y un equipo docente comprometido, el colegio se ha convertido en un espacio intercultural y comunitario, donde conviven estudiantes de diferentes pueblos amazónicos —Kichwa, Murui, Arabela, ribereños— y donde cada lengua y costumbre encuentra respeto y valor.
Mientras muchos colegios urbanos luchan por reencontrar su identidad, aquí la cultura florece entre los pasillos y los talleres. Se canta el Himno Nacional en kichwa una vez por semana, un gesto que emociona y reafirma el orgullo de pertenecer a esta tierra.
En los eventos se baila danzas amazónicas, y en la banda de música que formaron se mezclan sonidos andinos con ritmos del bosque.
“Antes los chicos sentían vergüenza de hablar su lengua, ahora se enorgullecen”, cuenta el profesor Josías Peña. “El Colegio LUGAPE es una institución llena de cultura. Aquí convivimos maestros que venimos de distintas partes del Perú y estudiantes de diversas comunidades amazónicas. Todos aprendemos unos de otros.”
Cada año, los estudiantes del Colegio LUGAPE también recogen y registran los cuentos tradicionales de sus comunidades —relatos sobre animales del bosque, leyendas del río, historias de los abuelos—. Es un trabajo de memoria viva, donde la palabra se convierte en patrimonio.

Foto: Patrick Murayari y Archivo del colegio Lucille Gagne Pellerin.

Liderazgo con raíces
El colegio trabaja sus ejes transversales con claridad: liderazgo, identidad cultural, cuidado de la casa común y prevención de abusos.
En una sociedad donde todavía pesan los roles machistas, el Colegio LUGAPE busca que las niñas también levanten la voz y asuman roles de liderazgo.
Aquí, el liderazgo no se impone, se cultiva. Desde los más pequeños hasta los jóvenes del nivel secundario, todos aprenden a ser voceros de su entorno, organizando campañas de limpieza, ferias ecológicas o marchas por la paz.
“El liderazgo empieza desde recoger una botella del suelo o sembrar una planta”, explica el profesor Aldo Samamé Ortiz. “Queremos que los niños comprendan que cuidar la tierra es cuidar su propia vida”.
El año pasado, los estudiantes escribieron una canción sobre el reciclaje y el recojo de basura, que presentaron ante el municipio. La melodía se volvió popular en el pueblo, y cada vez que se recogía la basura, sonaba la voz de los jóvenes.

Prevención y buen trato
Otro de los pilares del Colegio LUGAPE es la prevención de la violencia. “Trabajamos para que ningún niño ni niña sufra maltrato o acoso”, explica la profesora Eloisa del Carmen del Águila Padilla, docente de Ciencias Naturales. “Estamos actuando junto a los padres, la psicóloga y las autoridades para dar seguimiento a cada caso. No queremos silencio, queremos acompañamiento”.
El compromiso se concretó con la creación del documento “Política de protección de derechos de niñas y adolescentes del colegio LUGAPE”, elaborado en conjunto con la UGEL, la ONG Amantani, padres y estudiantes. “El objetivo es promover buenas prácticas y protocolos claros para evitar hechos de violencia”, señala el profesor Richard Samamé Ortiz, promotor de defensa de derechos.
“Queremos un colegio donde todos se sientan seguros, respetados y escuchados”.
Los estudiantes también se involucran activamente. “Debemos proteger a los niños, muchos sufren violencia y eso deja huellas en el corazón”, dice Joner Noa Jipa, alcalde escolar. “Aquí aprendemos que cuando algo pasa, no se calla. Se busca ayuda”.

Foto: Patrick Murayari y Archivo del colegio Lucille Gagne Pellerin.

Todos crecen
La Residencia Estudiantil Lucille Gagne Pellerin, donde viven más de 200 jóvenes de comunidades lejanas, es otro ejemplo del compromiso educativo. Allí, los estudiantes aprenden no solo a estudiar, sino a producir, convivir y liderar.
En la piscigranja, cultivan gamitanas; en la huerta, siembran hortalizas para mejorar su alimentación; y en la panadería, elaboran su propio pan que luego venden para cubrir útiles escolares.
“El trabajo en equipo me ha enseñado a ser más responsable”, dice Alejandro Rodríguez, estudiante de secundaria. “Con lo que ganamos del pan, compramos nuestros materiales. Aprendemos a administrar y valorar el esfuerzo”.
Los proyectos también benefician a las madres del CEBA (Centro de Educación Básica Alternativa). “Gracias a estos talleres puedo mantenerme”, cuenta Caridla Vigay Siquihua, estudiante y madre de familia.
La profesora Margot Ríos Arévalo añade: “Estamos trabajando con madres y adultos que buscan nuevas oportunidades. Queremos más proyectos que sigan empoderando a nuestras mujeres”.

Una fiesta de aprendizaje

En Santa Clotilde, cada aniversario del Colegio LUGAPE es una verdadera fiesta comunitaria. Durante los días del 15 al 29 de octubre, toda la comunidad educativa celebró con entusiasmo su aniversario institucional, donde la alegría, la gratitud y la identidad amazónica se entrelazan en cada actividad.
Durante una semana, el arte, la poesía y las cometas con mensajes de esperanza llenan el cielo del Napo. “La niñez es el arte de ser feliz”, se lee en una de ellas.
Los concursos de dibujo, canto, fotografía y oratoria no son simples actividades: son espacios donde los niños aprenden que la ternura y la palabra también pueden ser una forma de resistencia. El concurso de oratoria, en particular, fue muy significativo; los discursos de los estudiantes sobre el cuidado de nuestra casa común y la transformación de la realidad desde pequeños cambios conmovieron a toda la comunidad escolar.
Los exalumnos regresan cada año con orgullo. “Nunca olvidamos que fuimos Lugapinos”, dicen, mientras los más pequeños escuchan atentos esas historias que hoy los inspiran a seguir.

Sembrando esperanza
Lejos de las grandes avenidas y los discursos oficiales, el Colegio LUGAPE demuestra que la educación amazónica no es carencia, sino una gran oportunidad.
Es una escuela que enseña a mirar el mundo con los ojos del bosque, a valorar el agua, a respetar la diferencia, a convivir entre culturas y a soñar con un futuro mejor.
Como dice la directora, Hna. Ana Laura Ramírez:
“Nuestro colegio es la esperanza donde los niños y jóvenes pueden desarrollarse como personas, sin olvidar sus raíces. Formamos líderes con valores, conscientes de su cultura y del cuidado de nuestra casa común”.
En medio de la selva, donde los caminos son de agua, los días se marcan por el sol y el río, el Colegio LUGAPE sigue navegando firme, guiando a los niños y jóvenes del Napo, Curaray y Arabela a ser los verdaderos herederos y sabios de la Amazonía, aquellos que conocen, aman y defienden su tierra desde el corazón.
Porque aquí, en Santa Clotilde, educar es cuidar la vida.