Por: P. Vicente Santilli
El misionero salesiano, Siervo de Dios, P. Luis Bolla, realizó un enorme trabajo entre el pueblo Achuar. Antes, en Ecuador, donde estuvo 12 años con los Shuar y 18 con los Achuar, y luego en Perú, en donde permaneció 29 años, hasta su muerte.
Nuevo estilo de evangelizar
La opción del P. Luis Bolla desde el comienzo fue la de no ser un conquistador, sino un huésped del pueblo Achuar, vivir como ellos en el vestido, comida y tradiciones culturales, conservando su identidad de consagrado y sacerdote. De este modo llegó a ser un Achuar más que supo orientar a esta etnia y anunciarle la palabra de Dios. Todos los días, aprovechando los momentos de sus reuniones matutinas, les exponía los valores evangélicos conectándolos con su cosmovisión.
Las primeras conversiones se consiguieron a los 9 años de su estadía y de evangelización constante. Preparó para ellos la Historia Sagrada, folletos, material didáctico y la traducción del Nuevo Testamento. Con el apoyo del obispo del Vicariato de Yurimaguas, Monseñor José Luis Astigarraga, llegó a formar, después de años de preparación, a cinco diáconos permanentes además de que se les otorgaran otros ministerios menores.
Defensa del pueblo y su cultura
Se preocupó por unir a las comunidades que estaban divididas y en guerras intestinas. Fundó la organización ATI (nosotros los Achuar reunidos) para que defendieran sus derechos. Él mismo, a pesar las amenazas de muerte, salió siempre en defensa de su pueblo, y mostró vocación desde el principio en resolver los problemas de las enfermedades como la lepra blanca y tuberculosis, sin dejar de anunciar cada día la palabra de Dios.
Fundó dos colegios de secundaria, uno en Uwíjint para la formación de muchachos y muchachas de varias comunidades. Llamó como responsables de este colegio a las hermanas Lauritas que hacen una labor encomiable. El segundo colegio de secundaria, Mashútak, lo fundó en Kuyuntsa para que pudieran estudiar allí los muchachos y las chicas de las comunidades cercanas. Preparó libros bilingües para los estudiantes. Promovió el desarrollo, fundando la cooperativa Bioselva. Llamó a médicos de Italia para campañas de salud…
En Ecuador los Achuar lo llamaron “Yánkuam” (estrella de la mañana), y en el Perú lo llamaron Jintia (camino), de modo que juntando las dos denominaciones tenemos “Yánkuam´-Jintia”, es decir: la estrella que ilumina el camino. Esa fue su vida y misión: iluminar el camino del pueblo Achuar.
En la casa del Padre
Falleció en Lima el 6 de febrero de 2013. Transcribo solo un mínimo extracto de lo que escribió el día anterior a su muerte: “Jesús, quédate siempre en tu Iglesia que has fundado. Gracias, Jesús. Tú recogerás mi último respiro, juntamente con María tu Madre y nuestra Madre. Quédate, Jesús, conmigo y con todos nosotros, que la tarde va cayendo”.
El 5 de agosto de 2017 se hizo el traslado de sus restos a Kuyuntsa, donde llegamos el 10 de agosto. El P. Bolla había manifestado quedarse siempre con su pueblo. También los Achuar lo pidieron. Fue recibido apoteósicamente por muchísimos Achuar, incluso, 35 habían llegado desde Ecuador. Sus restos descansan en la capilla de Kuyuntsa.
La obra continúa
Lo que sembró sigue dando fruto. Había dejado la posta a otros misioneros salesianos. Por eso del 5 al 7 de octubre de 2021 encabezados por el obispo de Yurimaguas, monseñor Jesús María Aristín, se hizo un viaje para la ordenación de otros dos diáconos permanentes. Al mismo tiempo viajó en la comitiva el P. Hugo Orozco, salesiano, visitador de las obras salesianas de Región Interamérica, que va desde Bolivia hasta Canadá. El P. Hugo está culminando la visita extraordinaria a la Provincia salesiana del Perú.
Los viajes son siempre pintorescos y un tanto inciertos por los imprevistos que puede haber. Desde Yurimaguas por el río Huallaga y Marañón llegamos a San Lorenzo, capital del Datem del Marañón. Luego seguimos por el río Pastasa con una parada en San Fernando donde hay un Ceptro Salesianos para distintas etnias de la selva y una escuela de secundaria gestionada por las hermanas Lauritas para el pueblo Kandozi.
Continuamos el viaje por el río Manchari. Es un río más pequeño, y cuando el agua está baja por falta de lluvias, a menudo el motor del deslizador choca contra los palos de los árboles que van cayendo y muchos quedan debajo del agua. Hubo esta vez un percance ya que a uno de los deslizadores al chocar fuertemente con uno de estos palos se le dañó el timón, felizmente habíamos podido llegar a la comunidad de Santa María en donde pernoctamos.
Al día siguiente se tuvieron que alquilar dos canoas con peque-peque, es decir, con un motor pequeño de 15 caballos de fuerza para sustituir al deslizador que se había dañado. El día fue muy lluvioso. Los que viajaron en las canoas tuvieron que hacerlo bajo la lluvia y con muchas incomodidades porque los asientos de las canoas consisten en tablas sin respaldar. De todos modos, el primer grupo llegó a las 4:00 de la tarde y las dos canoas a las 5:30, todos estaban con la ropa calada por el agua fría.
Ordenaciones diaconales
El día 8 fue muy hermoso por la experiencia de la ordenación de los dos nuevos diáconos. A las 8:30 nos reunimos delante de la capilla y allí el pueblo Achuar fue preparando la celebración con muchos cantos religiosos, siempre en su propia lengua. A las 9:00 ingresamos a la capilla para iniciar la celebración de la Eucaristía y proceder las ordenaciones de los ministerios de la palabra, eucaristía y de exorcistas, y, posteriormente a la ordenación de los dos diáconos.
Los sacerdotes llevábamos los ornamentos adaptados para la celebración según la cultura Achuar. En el centro de la capilla hay un fogón como acostumbran en las casas, hecho con tres palos, de allí el padre Luis Bolla se inspiró para explicarles el misterio de la Santísima Trinidad: tres palos encendidos pero una sola llama. Los cantos Achuar, muchos compuestos por el padre misionero, fueron muy hermosos. Y el rito adaptado a la cultura Achuar fue solemne y llamativo. A pesar de captar muy poco por el desconocimiento de la lengua, se percibía el fervor y la fe de la comunidad cristiana de Kuyuntsa y de los que provenían de otras comunidades, también del Ecuador.
Después del almuerzo que tuvimos todos juntos en la sala comunal. Hubo un tiempo para visitar la nueva residencias de los estudiantes, realizadas con la ayuda de Alemania, entrar en contacto don los profesores y con dos discípulas (laicas consagradas de la India) que acompañan a las niñas, y dos discípulos también de la India que acompañan a los muchachos.
El día 9, antes de regresar, hubo la posibilidad de visitar una feria de comidas preparadas por los muchachos del colegio. Había platos de comidas diferentes, muy sabrosas, preparadas con los productos locales por los estudiantes bajo la guía de expertos nutricionistas. Esto mejorará seguramente la alimentación de los Achuar. También se pudo observar el trabajo agroforestal que van haciendo los estudiantes para introducir nuevos productos, y enseñarles a los muchachos para que transfieran la experiencia a sus respectivas comunidades.
El retorno, por la crecida del río, fue mucho más fácil. Por la distancia tuvimos que pernoctar nuevamente en la comunidad de Santa María y luego en San Fernando, donde los jóvenes Kandozi quisieron manifestar su agradecimiento con sus danzas y vestidos típicos.
Para mí fue todo un memorar las múltiples veces que estuve visitando y conversando con el Siervo de Dios, P. Luis Bolla.