La delegación peruana, presente en el X FOSPA Brasil, llevó a lideresas y líderes que pudieron reflexionar y compartir sus propuestas y experiencias en defensa de la Amazonía y de sus pueblos en la ciudad de Belém Do Pará.
“Nadie puede vivir sin agua. Pero frente al abandono por parte del Estado, la gente debe continuar consumiendo el agua de los ríos contaminados con petróleo. Con esa agua hacen su chapo, su masato, de ahí sacan sus peces. Es una realidad tan cruel”. Rusbel Castornoque, sabio y líder del pueblo Kukama, narra así la realidad que viven los pueblos indígenas de Loreto, afectados por cincuenta años de actividad petrolera, durante el X FOSPA Brasil, realizado del 28 al 31 de julio en la ciudad de Belem Do Pará.
Frente a una multitud que reúne a líderes y lideresas indígenas de los nueve países de la Panamazonía, y en representación de la Asociación Cocama de Desarrollo y Conservación San Pablo de Tipishca (ACODECOSPAT), Rusbel cuenta las graves consecuencias en la salud que hoy viven las comunidades de Loreto. “La extracción de petróleo nos trajo desgracia en la vida. Ahora todos estos pueblos tienen metales pesados en su sangre. Tienen enfermedades que no se conocen, no saben con qué curarlas, y tienen que morir lentamente. Es inhumano”.
Ancianos, niños, niñas y adultos vieron peligrar la seguridad alimentaria en sus comunidades. Denunciaron esta situación, pero nada cambió. “¿Qué dice el gobierno peruano? Que en los ríos Pastaza, Corrientes, Tigre y Marañón se ha controlado la contaminación. Pero es mentira”, señala Rusbel. “Nos dejaron sin peces, sin animales, porque vamos al monte a cazar y esos animales no sirven para el consumo. Ahora se debe ir a Iquitos y llevar los alimentos desde allí”.
De acuerdo al líder indígena, son más de cincuenta aguajales muertos del río Marañón, ubicados dentro de la Reserva Pacaya Samiria, en la zona por donde pasa el oleoducto Norperuano. “Si entras por ahí, sale tu pie manchado de petróleo”, detalla Rusbel. “Pero lo que dice el gobierno peruano es que los indígenas han ido con sus hachas y han roto las tuberías, lo que es mentira. Lo que sucede es que se rompen porque están viejas, tienen más de cuarenta años y nunca han sido renovadas”.
Resistencia Kichwa
En la región San Martín, territorio de indígenas Kichwa, Awajún y Shawi, si bien el contexto es distinto, se comparte el mismo abandono y desinterés por atender las demandas de los pueblos amazónicos. La líderesa de la Federación de Pueblos Indígenas Kechua Chazuta Amazonas (FEPIKECHA), Marisol García Apagueño, así lo advierte. “Estamos preocupados porque se han creado dos áreas de conservación, pero sin consulta previa, cuando nosotros lo único que hacemos es aprovechar de manera sostenible los recursos que hay”.
Tal es el caso, señaló, del Parque Nacional Cordillera Azul, creado en el 2011, y con un proyecto REDD+ desde el 2008 en los bosques Kichwa, el cual viene generando una enorme cantidad de ingresos económicos que se quedan en las manos del Estado y de una organización, apunta. «Nosotros los Kichwa hemos sido excluidos de la participación plena y efectiva en la toma de decisiones de la gestión del Parque y del proyecto, y tampoco accedemos a los beneficios que se generan».
De acuerdo a la lideresa indígena, casi ninguna comunidad conoce cómo funciona este proyecto de carbono, y tampoco les llamaron para diseñar, implementar, gestionar o monitorear este proyecto. «Nos siguen invisibilizando. Las soluciones basadas en la naturaleza no es algo nuevo, es un modelo de vida que han promovido nuestros abuelos y abuelas desde hace cientos de años, pero ahora son vistas como formas de legalizar la contaminación y generar riquezas desde nuestros bosques para unos pocos. Solo nuestra resistencia del corazón verde podrá guiar esta forma de relación con la naturaleza y las verdaderas soluciones al cambio climático», añade.
Asimismo, refiere que en las comunidades de San Martín, las mujeres han iniciado emprendimientos sostenibles como la biojoyería, actividades que dan valor agregado a los frutos que se encuentran en territorio amazónico. “Las demandas son justas, el impacto que crean en los pueblos indígenas las grandes empresas no se está retribuyendo. Vamos a luchar por los derechos de los niños y niñas, recuperar nuestro buen vivir. Pedimos una resistencia activa, y para eso debemos alzar nuestra voz”, narra la lideresa kichwa.