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08 Oct 2021

Pasos proféticos en la Amazonía: Mujeres Kukama piden reconocer al río Marañón como Ser Vivo

Desde el Vicariato Apostólico de Iquitos se reafirma el compromiso con las poblaciones indígenas en su defensa del río y del bosque y, por tanto, se acompaña en esta iniciativa junto a otras instituciones aliadas: “Sigamos caminando por la trocha de nuestra selva y haciendo eco de la voz profética de anuncia y denuncia de nuestra iglesia”.

Por: Querida Amazonía - Foto: IDL

A través de una reseña en sus redes sociales y, lo que es más importante, mediante el acompañamiento permanente, desde su creación, a la Federación de Mujeres Kukamas Huaynakana Kamatahuara Kana, el Vicariato Apostólico de Iquitos viene manifestando su apoyo a la iniciativa que ha llevado a dicha asociación a demandar a diferentes instituciones del Estado Peruano para el reconocimiento del río Marañón como sujeto de derechos. Piden, por tanto, que sea reconocido como un Ser Vivo.

Este grupo de mujeres, liderado por su presidenta Mariluz Canaquiri, “pide que respeten al río Marañón porque para el pueblo Kukama el río tiene vida, además de ser proveedor de alimentos y de agua para las comunidades ribereñas. Ellas exigen, además, la creación de los Consejos Regionales de Cuenca para que los pueblos indígenas participen en la gestión integral de los recursos naturales, así como el reconocimiento de su federación y otras asociaciones como "guardianes del río”. También exigen que la empresa Petroperú realice un mantenimiento constante del Oleoducto para evitar futuros derrames de petróleo”, se indica desde el Vicariato Apostólico de Iquitos.

La federación ha recibido siempre el apoyo de la Parroquia Santa Rita de Castilla, de Radio Ucamara de Nauta (integrada dentro del Vicariato) y, en general, de todas las instituciones vinculadas a dicha jurisdicción eclesial. Asimismo, para este proceso, viene siendo acompañada por otras instituciones y especialistas legales, sobre todo del Instituto de Defensa Legal.

En el caminar junto a los pueblos indígenas amazónicos, la Iglesia de Iquitos nos pide que “sigamos caminando por la trocha de nuestra selva y haciendo eco de la voz profética de anuncia y denuncia de nuestra iglesia”.

Más información en las siguientes notas

https://www.idl.org.pe/mujeres-kukama-dicen-que-su-rio-maranon-es-un-ser-vivo-demanda-pionera-presentada-en-peru/?fbclid=IwAR30S2lQYHaOOE-ae5ir--zkku_XmozjODQbc_S4RoUqzPwLKk6XaWiHw1c

https://www.caaap.org.pe/2021/10/08/nuestro-rio-maranon-es-un-ser-vivo-queremos-que-se-reconozca-oficialmente-mujeres-kukama-presentan-demanda-pionera-en-peru/

 

03 Oct 2021

Premian a La Voz de la Selva, la radio que escucha y difunde el grito y las esperanzas de la Amazonía

El Colegio de Periodistas del Perú reconoció la labor de casi medio siglo de la emisora del Vicariato Apostólico de Iquitos con el ‘Willah Kamayuc’ (persona que informa). Con Oraldo Reátegui, su director fallecido el 1 de julio en el recuerdo, se resalta así el compromiso de quienes aportan con voz alta y clara en la búsqueda de la verdad, y transmiten en sus micrófonos el sentir de los hombres y mujeres del campo, los niños, jóvenes y ancianos, y de los pueblos indígenas u originarios.

“Estamos felices, pero al mismo tiempo nos sentimos tremendamente comprometidos para seguir en la misma línea y honrar este reconocimiento y, por supuesto, al gestor de todo este equipo de prensa. Nos referimos al compañero Oraldo Reátegui”. Con estas palabras, Rubén Meza, jefe de programación de Radio La Voz de la Selva, recibía la noticia sobre el premio otorgado a la emisora de la que forma parte desde hace muchos años.

Y es que, con motivo del Bicentenario nacional, el Colegio de Periodistas del Perú otorgó un reconocimiento a cuatro radios peruanas el pasado 1 de octubre, en el Día del Periodista. Junto a Radio Cutivalú de Piura, Radio Onda Azul de Puno y Radio Nacional del Perú; la emisora amazónica perteneciente al Vicariato Apostólico de Iquitos, Radio La Voz de la Selva, recibió la distinción Willah Kamayuc (del quechua, “persona que informa”) por la práctica de los valores periodísticos en su labor informativa.

De acuerdo a la decana del Colegio de Periodistas del Perú, Ligia López, el galardón busca distinguir el manejo de la información llevada a cabo de forma transparente y sin tintes políticos, así como la llegada a los sectores más alejados y vulnerables de sus respectivas regiones. “Nos enfocamos en esas cuatro emisoras porque forman ciudadanos, cumplen una misión de apoyo, en el sentido que dan la información y no van por otros intereses. Creo que se ha escogido bien”, manifestó a los micrófonos de LVS Noticias.

El equipo de Radio La Voz de la Selva recibió la noticia con alegría, pero también con una mezcla de sentimientos de nostalgia y agradecimiento hacia su amigo, director, conductor, y jefe de prensa, Oraldo Reátegui, quien falleció producto de la COVID-19 el pasado 1 julio de este año. Este reconocimiento, consideran, es un homenaje póstumo y merecido a su memoria y al arduo trabajo periodístico realizado junto a todos los compañeros, pues en mayo del 2020, en pleno pico de la pandemia en Loreto, ellos trabajaban más de 12 horas seguidas desde casa.

El Ministerio de Salud contabilizaba entonces que Iquitos era la ciudad con más muertos por cantidad de habitantes en todo el Perú. “Es una situación estresante y complicada, pero hay que seguir, estamos mucho mejor que otros sectores como los médicos, que lo pagan con su vida incluso”, decía Oraldo Reátegui. En ese contexto es que, más que nunca, el periodismo responsable era vital para mantener informados y explicarle a la población no solo las cifras, sino lo que se sabía de la enfermedad y sus síntomas.

Las campañas solidarias organizadas por el Vicariato Apostólico de Iquitos y difundidas con apoyo de LVS lograron la adquisición de cuatro plantas de oxígeno medicinal para la región Loreto. Foto: Radio La Voz de la Selva.

El enfoque social de la radio también jugó un rol importante. Desde La Voz de la Selva se impulsó la campaña solidaria del Vicariato Apostólico de Iquitos para recaudar fondos con los que, al final, se logró comprar cuatro plantas de oxígeno medicinal para ayudar a enfrentar la pandemia del coronavirus a quienes más lo necesitaba. Un esfuerzo multidisciplinario y grupal que hoy es reconocido por el Colegio de Periodistas del Perú.

Siendo La Voz de la Selva

Radio La Voz de la Selva está a puertas de cumplir 50 años trabajando en búsqueda de la verdad, la justicia y el esfuerzo: los pilares en los que se sustenta el equipo. “Reconocemos que el nombre de esta emisora de por sí es su lema, su grito de batalla, porque es el hombre y la mujer de la Amazonía que se identifica con su emisora y se sabe representada. Y sabe que estos micrófonos están para escuchar su voz, su clamor, su demanda, su denuncia, pero también su esperanza y su motivo de felicidad”, comenta Rubén Meza, el jefe de programación de la radio.

Y es que, tantos años de labor dedicada han logrado que lo que se dice en sus micrófonos se escuche fuerte y claro en todos los niveles de decisión del gobierno, y se ejerza incidencia en las autoridades. Los hechos y las respuestas de los tomadores de decisión ante una denuncia así lo demuestran, señala Rubén Meza. “Con ese empoderamiento de la ciudad es posible que se sienta con más fuerza ahora la voz de los que no tienen voz: del hombre y la mujer del campo, los niños, los jóvenes, los ancianos, de las comunidades originarias, de los pueblos indígenas (…) del ciudadano de a pie de cualquier lugar, distrito o provincia de la región Loreto”.

En el Día del Periodista se entregó el reconocimiento ‘Willah Kamayuc’ a Radio La Voz de la Selva. Foto: Rubén Meza

El reto que enfrenta hoy la radio emblema del Vicariato Apostólico de Iquitos es la crisis de reputación en los medios de comunicación y el periodismo nacional, por toda la coyuntura política que se ha vivido, que también ha salpicado a las radios de provincia y ha causado la indignación de la ciudadanía, menciona el jefe de programación de LVS. “El reto está en seguir demostrando que somos diferentes, que somos las radios ciudadanas, las radios educativas… Una radio de la Iglesia Católica, que como bien nos indica monseñor Miguel Ángel Cadenas, somos la voz social de la Iglesia”.

Aunque se muestra preocupado por el futuro, también lo inunda el ánimo, el entusiasmo y las ganas de hacer que La Voz de la Selva tenga el sitio que se merece. “Todos los periodistas, compañeros locutores, desde la dirección, la parte administrativa y el personal nos sentimos comprometidos con ese legado de los que ya no están con nosotros. Y de los que han pasado por esta emisora y han dejado su huella. Queremos seguir siendo la radio en la que confía y cree la ciudadanía, porque nuestra historia, nuestra forma de hacer el periodismo así lo demuestra”, resalta Rubén.

50 años de labor social

El 14 de abril del 2022, La Voz de la Selva cumplirá 50 años de creación. La emisora amazónica fue fundada en 1972 con la fusión de dos radios que pertenecían a la Iglesia Católica: la del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas, con sede en Indiana, y la que funcionaba en la ciudad de Iquitos, perteneciente al Vicariato Apostólico de Iquitos.

En esa época, Monseñor Lorenzo Guibord y Monseñor Gabino Peral de la Torre se pusieron de acuerdo para unirse y crear una radio que represente a la iglesia católica en esta parte de la Amazonía del país. La emisora transmitía entonces una programación con un contenido influenciado por la realidad amazónica, con mirada de campo, mensajes de evangelización y contenido noticioso que iba más allá de simples e informativos. Eso marcaba la diferencia.

Al comienzo, se transmitía a través de la amplitud modulada y de onda corta, que permitía llegar a gran parte de la región, así como las regiones vecinas, incluso fuera de las fronteras. Con los años, la emisora se convirtió en la primera en todo Loreto en adquirir un transmisor de frecuencia modulada. Posteriormente, se buscó conquistar también la ciudad con una programación con música y que estuviera acorde con la tecnología de ese tiempo.

El director de Radio la Voz de la Selva, Oraldo Reátegui, luego de integrarse al equipo. Foto: Darwin Paniagua

Por Radio La Voz de la Selva han pasado muchos profesionales reconocidos de todas las partes del país. Su labor educativa les ha brindado la oportunidad de formar, capacitar, y orientar a muchas personas. “Todos reconocen que esta es una emisora que desde sus inicios ha sido una escuela (…) Esto ha sido posible gracias a que Radio La Voz de la selva ha pertenecido a la Coordinadora Nacional de Radio, a la Asociación Latinoamericana de Radios Educativas (ALER), y la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMAR)”, cuenta Rubén Meza.

El próximo paso para la emisora del Vicariato Apostólico de Iquitos es volver a la amplitud modulada. Hoy solo llegan con onda corta, pero ya se están haciendo los esfuerzos para que este anhelado proyecto para llegar a más personas se haga realidad. Mientras tanto, La Voz de La Selva continuará transmitiendo y enriqueciéndose con los grandes momentos de la historia de Loreto: las luchas sociales, contra la deforestación, la contaminación de los ríos, y las reivindicaciones indígenas, así como los momentos culturales, recreativos, y las fiestas tradicionales y representativas de la ciudadanía.

Fuente: CAAAP

29 Sep 2021

Vicariato San José del Amazonas: Tocando puertas para seguir construyendo la Iglesia amazónica que Francisco sueña

El obispo Mons. José Javier Travieso y el vicario general, P. César Caro, aprovechan su paso por Europa para afianzar relaciones con instituciones aliadas y viajar al Vaticano, donde han sido recibidos por el cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. También se han entrevistado con el padre Tadeusz J. Nowak, OMI, Secretario General de la Pontificia Obra de la Propagación de la Fe, y la Hna. Roberta Tremarelli, secretaria general de la Obra de la Santa Infancia, entre otros representantes eclesiales

Aunque la tecnología y la comunicación virtual acorta las distancias, esta nunca logra suplir a la cercanía de un diálogo cara a cara, de una conversación personal y una reunión presencial. Bajo esta premisa es que la semana pasada el obispo del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas, Mons. José Javier Travieso, y el vicario general, P. César Caro, visitaron el Vaticano luego de lograr coordinar varios encuentros con responsables de la Santa Sede y, más concretamente, de las Obras Misionales Pontificias que apoyan varios de los proyectos y acciones pastorales del vicariato en la Amazonía peruana.

Siendo, con más de 155.000 km2, el vicariato apostólico más extenso de toda la Amazonía Peruana, su administración es, cuanto menos, compleja. A ello se suma que se trata de una jurisdicción eminentemente rural, pues no cuenta con ninguna gran ciudad como centro logístico de su territorio y el abastecimiento debe hacerse desde la ciudad de Lima e Iquitos, y que, además, se enmarca en una encrucijada de fronteras: con Brasil y Colombia por el río Amazonas, con Ecuador a través del río Napo y, de nuevo, con Colombia a través del Putumayo.

Estos y muchos detalles más, como la situación económica, la escasez de misioneros/as y la necesidad de más sacerdotes fueron conversados, entre otros, con el cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (Propaganda Fide), quien recalcó la necesidad que, desde Roma, se tiene por conocer la realidad específica de cada territorio de misión a fin de tener una mejor perspectiva al momento de planificar y brindar ayuda.

Posterior a ello, hubo otros encuentros y conversaciones. Uno de ellos fue con el padre Tadeusz J. Nowak, OMI, Secretario General de la Pontificia Obra de la Propagación de la Fe, y la Hna. Roberta Tremarelli, secretaria general de la Obra de la Santa Infancia, con quienes se aprovechó para evaluar los proyectos que están en ejecución, resolver ciertas dudas y presentar nuevas propuestas de trabajo para el fortalecimiento y presencia del vicariato entre las poblaciones amazónicas.

Estas reuniones en Roma son solo algunas de las que Mons. José Javier Travieso y el P. César Caro vienen manteniendo con aquellas organizaciones e instituciones aliadas que, sensibilizadas con el caminar de la Iglesia en la Amazonía, están prestas a apoyar y colaborar siempre que la situación lo requiere.

28 Sep 2021

Arzobispo de Lima, Carlos Castillo: “Como el Padre Bolla, debemos estar atentos y comprender el lenguaje de los pueblos”

Yankuam’Jintia o, en lengua Achuar, ‘Estrella que ilumina el camino’ ya está oficialmente en ruta a la santidad luego de que este lunes 27 de septiembre se realizase en Lima el acto protocolar, presidido por Mons. Carlos Castillo, para dar inicio al proceso correspondiente. Una santidad que cuenta con multitud de testigos entre quienes tuvieron el privilegio de conocer y compartir parte de la vida con el misionero salesiano de origen italiano y corazón Achuar.

“Yo vengo desde el pueblo Achuar y les digo que él siempre me acompañaba y me enseñaba. Él ha sido nuestro primer maestro achuar. Nos enseñaba educación y ha sido el más comprometido de todos. Doy gracias por la voluntad de Dios de ponerle entre nosotros. Agradezco en nombre del pueblo achuar del Perú”. Son las palabras de Ankuash Mitiap Kapuchak durante la ceremonia de apertura del proceso de Canonización y Beatificación del Siervo de Dios Luis Bolla (1932 – 2013) realizada este último 27 de septiembre en Lima. Con ellas, luego de viajar desde la frontera entre Perú y Ecuador, al norte del país, hace presente al pueblo indígena Achuar. Representa a las comunidades y familias con quienes quizás el misionero más admirado de las últimas décadas en la Amazonía Peruana compartió su vida. La compartió y entregó al servicio de quienes se adueñaron de su corazón a base de sencillez y la pureza cultural que jamás se planteó violentar. Al contrario, pasaron muchos años hasta que, por iniciativa de los propios indígenas, Yankuam’Jintia les habló de Jesús.

“Así le debemos llamar, Yankuam’Jintia, es decir, “estrella en el camino” porque realmente nos marcó un camino a los que venimos después. Y por eso ahora está en este proceso a la santidad, porque los santos siempre han marcado un momento importante para la Iglesia como fuente de una transformación. Creo que su vida motiva a transformar nuestra Iglesia”, comenta Mons. Martín Quijano, misionero salesiano y obispo del Vicariato Apostólico de Pucallpa, al término de la ceremonia. Ha sido un evento sencillo presidido por el Arzobispo de Lima, Mons. Carlos Castillo y que también ha contado con la presencia de Mons. Jesús María Aristín, actual obispo del Vicariato de Yurimaguas donde el Padre Luigi Bolla desempeñó su labor, así como con otras autoridades y representantes eclesiales como la Reveranda Madre María Elena Camones More, Canciller del Arzobispado de Lima; el R.P. Sandro Gabriele Carbone Carbone, Delegado Episcopal; el R.P. Edwin Limas Falcón , OSJ, Promotor de Justicia; el R.P. Manuel Ernesto Zegarra Basurco, Notario Actuario; y el P. Jesús Adrián Jurado Alarcón SDB, Vice Postulador.

Foto: Salesianos Perú

Cabe mencionar que tanto la ceremonia realizada en horas de la mañana como la celebración eucarística que tuvo lugar en la noche fueron transmitidas a través de las redes sociales de ‘Salesianos Perú’ y que, por tanto, puede visualizarse a través de estos medios.

“Quiero brindar unas primeras palabras de agradecimiento a los padres salesianos y al pueblo Achuar por su entrega al camino de Dios. Leía que, en la historia, ha habido contradicciones en el pueblo y que se han vivido momentos de violencia en el pueblo Achuar, y sin embargo si alguien no se hubiera metido como el padre Bolla a entender y comprender desde adentro, no se hubiera podido ayudar a superar la violencia. Por eso ahora, gracias a él, gran parte del evangelio está diseminado en los corazones de las personas”, inició el arzobispo de Lima su comentario sobre la figura de Yamkuam’Jintia. Además, también recordó que, cuando un misionero logra adentrarse en las entrañas misericordiosas de los pueblos y es capaz de comprender sus raíces, más que evangelizar lo que ocurre es que “salimos evangelizados”.

Foto: Salesianos Perú

Y es que, reconoció Carlos Castillo, lo más importante de vidas como las del Padre Luigi Bolla es que el mundo quedará finalmente en manos de las personas más sencillas, de los pueblos más humildes. “Al comprender toda esa complejidad desde su propia cultura y tradición, se están construyendo los nuevos relatos con los que la humanidad va a renacer. Y para eso hay que estar atentos y escuchar ese lenguaje”, solicitó. Y es que, destacó, el padre Bolla supo entender como pocos la sintonía que hay entre el Evangelio y los valores del pueblo Achuar.

Una “gran alegría” para la familia salesiana

El Padre Hugo Orozco, Consejero Regional de Interamérica de la Congregación Salesiana, quien se encuentra de visita pastoral en el Perú, fue quien representó a los hijos de Don Bosco en esta ceremonia. En su intervención agradeció el trabajo que recién se inicia para la canonización y santidad del padre Luigi Bolla y, a la vez, reconoció que “para nosotros es un gran alegría ver que estamos iniciando un proceso donde se dará testimonio que un hijo de Don Bosco puede aspirar a la invitación a la santidad a donde estamos llamados todos los bautizados”.

En esa línea indicó que desde la congregación se tiene plena certeza de que la vida de Yamkuam’Jintia cuenta con una mística única a la vez que hunde “sus raíces en San Francisco de Sales, en una fraternidad aprendida en la casa de Don Bosco y una pasión pastoral por hacer vida el Evangelio de Jesús junto a nuestros hermanos Achuar”. Por último aseguró: “Nos da mucho gusto que podamos aportar a la iglesia la vida y el testimonio de un hermano que lo ha vivido con esta profundidad”.

Una vida grande desde la mayor sencillez

Rescatando nuevamente la reflexión del obispo de Pucallpa, Mons. Martín Quijano, quien comentó qué supone este proceso para la Iglesia amazónica cabe mencionar que en su opinión la figura y vida de Yamkuam’Jintia es clave en el camino de sinodalidad que el Papa Francisco viene impulsando con fuerza. “Es un camino en el que todos tenemos que estar juntos y en que el protagonista tiene que ser el pueblo. En esa línea, creo que este mensaje es muy fuerte y está muy presente en la vida de Jankuam, ese es el significado para nuestra Amazonía. Nuestro pueblo tiene que tener el protagonismo y nosotros, como Iglesia, tenemos que ponernos al servicio de este pueblo. Ojalá que sigamos trabajando para proponer la vocación de los ministerios en todos nuestros vicariatos. Ministerios que sean reconocidos, que todos nos pongamos al servicio del pueblo para llevar el Evangelio a cada lugar, que seamos cada vez más arriesgados en nuestras propuestas, que seamos más comprometidos”.

Por último Mons. Quijano aseguró: “La vida de Jankuam es muy rica. He estado releyendo sobre su vida, lo conocía, pero recordarlo, recoger todos los datos y testimonios de nuevo nos hacen vivir nuevamente estas propuestas arriesgadas del evangelio que se notan en las propuestas de Yankuam. Es un momento emocionante por esta propuesta de santidad, porque le hemos conocido y nos quedamos sorprendidos con su vida tan sencilla, tan pequeña pero que es una muestra también tan grande”.

Cabe mencionar que luego de la ceremonia de apertura del proceso de canonización y santidad, también se desarrolló ya en horas de la noche una celebración eucarística como cierre de las actividades de este 27 de septiembre en honor y recuerdo al padre Luigi Bolla o, mejor dicho, ‘La Estrella en el camino”.

23 Sep 2021

Las aflicciones del Marañón y el Urituyacu: gritos por la restauración integral

Por: Fray Luis Fernández García. O.S.A
Párroco de Santa Rita de Castilla, Río Marañón (Loreto-Perú)

Nunca olvidaré el viaje que realicé por los pirineos aragoneses. El paisaje era muy hermoso, imponente. El profesor Carlos Sebastián, muy querido en el colegio “San Agustín” de Zaragoza (España), iba conduciendo. Llevábamos a los niños a disfrutar de la nieve. Por circunstancias, el autobús se completó; el profesor Carlos fue en su carro y tuve la alegría de acompañarlo. Siendo ya la tarde, después de disfrutar de la nieve, volvíamos para casa. Me fijé por la ventana y le dije lo bonito que era el paisaje. La respuesta que dio ha quedado muy grabada en mi vida: “Cuando algo te aflige no lo ves de la misma manera”.

Ahora estoy en la selva amazónica. Tiene unos paisajes y animales en los que uno se debería quedar maravillado. Qué razón tenía el profesor Carlos, cuando no hay armonía es muy difícil contemplar la belleza. El Papa Francisco en la encíclica “Laudato Sì” habla de la ecología integral. Ella abarca toda la dimensión de la persona y su entorno. Cuando la tierra se contamina, el hombre, los animales y las plantas sufren. Todo está interconectado. Si se rompe esta conexión surge la aflicción.

¿Qué aflicciones hay en la cuenca del Marañón y el Urituyacu? Ojalá pudiera decir que ninguna y poder contemplar las maravillas de Dios. Mis vivencias de siete años en estas tierras se unen a las de mis hermanos Agustinos. En ellas, estos dos ríos, a lo largo del tiempo, han sido violentados: la avaricia humana materializada en la extracción del petróleo, donde las comunidades nativas poco se benefician y cuando suceden los derrames se les considera culpables y usurpadores.

La primera vez que oí la palabra Cuninico, que está en la cuenca del Marañón, fue de la boca de los hermanos Agustinos, y relacionada a una aflicción: la contaminación. El contacto con la comunidad me enseñó la dureza de la realidad: Personas enfermas, peces y animales contaminados, agua que no servía para el consumo humano, tierra que con presionarla salía líquido negro y, sobre todo, un anciano que en sus lágrimas mostraba el sufrimiento de una tierra que gime.

Por su parte la cuenca del río Urituyacu tiene la forma de una serpiente cuando zigzaguea. Es la zona más abandonada por parte del Estado que he encontrado en la parroquia. Una aflicción que se añade cuando uno descubre que el centro de salud más decente está a dos e incluso tres días de viaje por río. El ausentismo de los profesores en los colegios, con las excusas más disparatadas, desde salir a hacer supuestos trámites hasta decir que no hay alumnos. Encontrarse comunidades que siguen viviendo sin agua potable ni infraestructura eléctrica. Jóvenes condenados a no tener una educación de calidad que se ve reflejada en los pocos que acceden a unos estudios superiores…

Y, a todas estas aflicciones, se unen los paros. En estos siete años veo como cada vez son más frecuentes. En el 2016 fue el famoso paro de Saramurillo. En el año 2020 ha habido más de cinco. Los intereses de las organizaciones indígenas, del Estado y de las comunidades nativas que son las más manipuladas y afectadas hace que muchas veces estos reclamos pierdan el tema principal de por qué se realizaron.

Son situaciones reales que nos hacen pisar tierra y nos llevan a ser conscientes de la realidad y las luchas que hay que combatir. No es tiempo para contemplar la belleza en la selva mientras esta siga gimiendo por una restauración integral. Jesús asciende a los cielos, sus discípulos se quedan maravillados y no son capaces de apartar la vista ante tal maravilla. Pedro queda extasiado al ver la transfiguración del Señor. Quiere quedarse siempre en esa visión. Pero el ángel devuelve a los discípulos a la realidad y les hace ser conscientes de su misión. Jesús baja con Pedro, Santiago y Juan de la montaña y sigue su labor.

Por eso nuestra misión y labor continuará sin descanso ni contemplación mientras no haya una restauración integral de esta tierra que ha sido manchada de sangre, petróleo e injusticias a lo largo de los siglos.

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Artículo publicado originalmente en Agustinos Iquitos. 

15 Sep 2021

¡Celebrando el Centenario! Vicariato de Yurimaguas publica 25 videos para narrar un siglo de historia

Un siglo de historia no se celebra todos los días y, conscientes de ello, desde el Vicariato de Yurimaguas continúan difundiendo en este 2021 las diferentes etapas y procesos que la Iglesia de Alto Amazonas ha atravesado en los últimos 100 años. Si hace unos meses se terminaba de imprimir y se presentaba el libro “Historia del Vicariato de Yurimaguas”, un libro de 420 páginas trabajado por el propio obispo, Mons. Jesús María Aristín; ahora nos acercan esta historia en forma audiovisual.

“Estamos tratando de dar a conocer nuestro Centenario lo mejor posible”, asegura el obispo, “por ello, conscientes de que algunos no tienen mucho tiempo de leer y también para llegar a través de Internet más allá de nuestras fronteras, hemos optado ahora por presentarles la Historia de nuestro vicariato de forma audiovisual”. Se trata de 25 videos de unos 30 minutos que ya están disponibles a través del perfil de Youtube del Vicariato Apostólico de Yurimaguas.

Los videos se pueden consultar a través del siguiente enlace de Youtube.

Este canal de Youtube, según explicó el obispo a todos los misioneros/as, religiosos/as y laicos pretende mirar más allá, buscando ser una nueva ventana del Vicariato hacia el mundo. Por ello, les invita ahora a compartir todo el material audiovisual que consideren interesante a fin de continuar alimentando, enriqueciendo y difundiendo el trabajo social, educativo y pastoral que todos ellos han desde sus diferentes lugares y ámbitos de misión.

“Esperamos que esto nos ayude a vivir con más intensidad nuestro Centenario y encienda nuestra “luz misionera”. No se olviden que somos sal y luz y que desde el día de nuestro Bautismo, estamos llamados a ser misioneros y testigos de Cristo vivo y Resucitado. ¡Feliz Centenario del Vicariato!”, concluye Mons. Aristín.

09 Sep 2021

Donde Tasorintsi hizo brotar al matsigenka. Una mirada al Pongo de Mainique

Texto: Roberto Ábalos, misionero dominico del Alto y Bajo Urubamba (Vicariato de Puerto Maldonado).

Foto de portada: Rodrigo Rodrich

Son muchas las leyendas y mitos que existen alrededor del Pongo de Mainique. Para el pueblo matsigenka, el Pongo es su Génesis, su santuario, su “Tonkini” (el cerro más alto en la margen izquierda, que encajona al Urubamba), el “omogito inkite” (ombligo del universo), allá donde Tasorintsi sopló con fuerza y levantó torbellinos de viento y remolinos de agua, como un efluvio seminal de su magnificencia.

Las historias cuentan que Tasorintsi hizo brotar al matsigenka que se extendió río arriba y abajo, siempre caminando para que no caiga el cielo, y forjando una escalera que lo una con la tierra en cercanía. Para eso, previamente había herido con su rayo poderoso a la cordillera andina. Al igual que Moisés con su vara, separó el Alto del Bajo Urubamba para que la transición sea de las encrespadas cumbres a la planicie amazónica.

En este sagrado lugar se encuentran dos grandes corrientes de agua que originan los remolinos profundos del “Meshiareni”, lugar al que van los espíritus de la buena gente matsigenka; y el “kamaviría”, donde claman los muertos de mala vida y con sus lamentos rasgan el ambiente e incrementan el caudal de las aguas.

Como lo dice la palabra, tanto en quechua como matsigenka, pongo significa ‘puerta’. En este caso, la puerta del oso (Maeni). El formidable caudal de agua, que fluye con fuerte gradiente de inclinación, hace que su lecho se estreche en forma de cañón y pase de los 90-80 metros a los 40-30 de ancho. Alguna falla geológica y la fuerte erosión han hecho posible la factura del Ande y la entrada a la placidez meándrica de la selva del Bajo Urubamba.

A lo largo de este cañón discurren cantidad de cascadas y el roquerío amurallado y pulido en forma de sierra que destroza la lancha que se arrima a él.  Por eso, el Pongo del Mainique se cobra con frecuencia la pérdida de vidas humanas. No hay año en el que su cañón no provoque el naufragio de las embarcaciones que intentan surcar sus aguas.

A lo largo de este siglo se cuenta con datos y testimonios que hablan de lo difícil que es navegar por las turbulentas aguas de este cañón, que tiene una extensión de 37 a 52 metros de ancho por 3.680 metros de largo, y una corriente que alcanza los 28 kilómetros por hora.

Octubre de 2004: Entre el temor y el temblor

Varios misioneros, llegados tiempo atrás a esta parte de la Amazonía cusqueña, también han perecido al intentar aventurarse en las temibles cascadas y aguas del Pongo. Los relatos sobre este misterioso cañón llegaban durante mis años como estudiante hasta la escuela apostólica del Seminario Hispano Americano de Misioneros Dominicos de Villava, en Navarra, España. Allí fue donde escuché, con emoción, las historias de los misioneros que habían logrado cruzar sus aguas, y de algunos otros que fallecieron al ser tragados por sus remolinos.

Siendo el misionero que más ha surcado el Pongo de Mainique para ir a las misiones de Koribeni (Alto Urubamba) y Timpía (Bajo Urubamba), he estado en riesgo de naufragar en varias ocasiones. Recuerdo con lucidez la primera vez que lo surqué en octubre de 2004. Solo tres personas navegábamos en aquel bote: el piloto, el puntero y yo. Pero había más. Junto a mí yacían un toro muerto y sangrado, que encharcaba de rojo toda la lancha, y una vaca que no dejaba de moverse meciendo también la frágil embarcación.

El piloto, ante la misma puerta del estrecho pasadizo del cañón, como es costumbre, había parado la lancha para reacomodar la carga. Antes de arrancar de nuevo, fiel a la liturgia marinera en ese trance, hizo la señal de la cruz y sorbió varios tragos de aguardiente. Apenas entrando, aparece la mayor y majestuosa cascada de las muchas que jalonan el encajonado río, llamada el manto de novia.

El misionero Roberto Ábalos, a orillas del río Urubamba. Foto: Patricia Rosety

Ese es el corazón del “Tonkini”. Sus aguas sonoras, enérgicas y espumantes no son de caída, sino de filtración. Estalla y se expande en humedades que pulveriza el soplo de Tasorintsi, y bañan en temible caricia a los temerarios que se aventuran a cruzarlo en época de lluvias.

Cuando admiraba con temor y temblor la majestuosidad, contemplé ante mí una muralla de agua de al menos dos metros de altura, que juzgué era imposible escalar tal y como la popa arrumbaba hacia ella.  El piloto juzgó como yo y se echó para atrás, de nuevo hasta la misma boca bajo la efigie del inca. No fue hasta el tercer intento que, acercándonos cada vez más a la pared rocosa logramos, al fin, asaltar las olas.

Luego se suceden, a unos 300 metros el uno del otro, dos peldaños, también extremadamente peligrosos, pero no tanto como el primero. Al final te espera la famosa L que hace el río en ángulo recto, que en época de lluvias es más sencillo de cruzar. No todo el peligro termina en ese kilómetro temible, quedan otros dos con tramos arremolinados sumamente peligrosos. Ciertamente el peligro no termina hasta llegar a Ivochote, a dos horas de un viaje empinado.

Un lugar sagrado: cientos de relatos

Son muchas las leyendas y mitos alrededor del Pongo. Es casi imposible oír de labios de los paisanos matsigenkas que coincidan en los relatos, cada quien lo enriquece con su propia sensibilidad y experiencia.

Mario Vargas Llosa, en su excelente novela “El hablador” y asesorado por el P. Joaquín Barriales, gran recopilador de la mitología matsigenka, cuenta así la sacralidad del Pongo, recogiendo muchas versiones del mismo:

“Allí ocurrió, en el Gran Pongo. Allí el principio principió. Tasurinchi bajó desde el Inkite por el río Meshiareni con una idea en la cabeza. Hinchando su pecho, empezaría a soplar. Las buenas tierras, los ríos cargados de peces, los bosques repletos, tantos animales para comer, irian apareciendo. El sol estaba fijo en el cielo, calentando el mundo. Contento, mirando lo que aparecía. A Kientibakori le dio su rabieta terrible. Vomitaría culebras y sapos viendo lo que ocurría allá arriba. Tasurinchi soplaba y habían comenzado a aparecer también los machiguengas. Entonces, Kientibakori abandonó el mundo de aguas y nubes negras del Gamaironi y subió por un río de orines y caca. Rabiando, humeando de cólera, “Yo lo he de hacer mejor”, diciendo. Apenas llegó al Gran Pongo, se puso a soplar. Pero de sus soplidos no salían machiguengas. Tierras podridas donde no crecía nada, más bien; cochas cenagosas donde sólo los vampiros podían resistir el aire tan hediondo. Culebras salían. Víboras, lagartos, ratones, zancudos y murciélagos. Hormigas, gallinazos. Todas las plantas que producen ardor salían, las que queman la piel, las que no se puede comer. Esas nomás. Kientibakori, seguía soplando y, en lugar de machiguengas, aparecían los kamagarinis, los diablillos de pies curvos y filudos, con espolones. Las diablas aparecían, con sus caras de asno, comiendo tierra y musgo. Y los hombres cuadrúpedos, achaporo, tan peludos y tan sanguinarios. Kientibakori rabiaba. Tanta rabia tenía que los seres que iba soplando salían, como los daños y las alimañas, más impuros, más malvados. Cuando terminaron de soplar y se volvieron, Tasurinchi al Inkite y Kientibakori al Gamaironi, este mundo era lo que es ahora. Así comenzó después, parece. Así empezamos a andar. En el Gran Pongo. Desde entonces estamos andando, pues. Resistiendo los daños, sufriendo las crueldades de los diablos y diablillos de Kientibakori estamos. El Gran Pongo era prohibido, antes. Sólo regresaban hasta allí los muertos, almas que se iban sin volver. Ahora van muchos; virakochas y punarunas van. También machiguengas. Con miedo y con respeto irán. Pensarán: ¿ese ruido fuertísimo es sólo agua chocando contra las rocas al caer? ¿Sólo río al cerrarse entre paredes de piedra es? No, parece. Es ruido que sube de abajo, también. Gemidos y llantos de niños ahogados será. Sube desde las cuevas del fondo. En las noches de luna se oye. Estarán gimiendo, tristes. Los monstruos de Kientibakori los maltratarán, tal vez. Les harán pagar con tormentos el estar ahí. No los creerán impuros sino machiguengas, quizá. Eso es, al menos, lo que yo he sabido”.

Un momento de surcada en bote por el Pongo de Mainique durante el mes de agosto de 2013. Foto: Rodrigo Rodrich

 

En el excelente documental “Bajo Urubamba, el bosque de los misterios”, se relata otro mito sobre el Pongo:

“El Pongo de Mainike ha sido desde siempre un lugar sagrado para los matsigenkas; en especial el lugar donde se forma un enorme remolino, muy cerca de la gran catarata. Cuenta la leyenda que el Dios Tasorintsi fue quien esculpió a los matsigenkas y les dio las tierras donde viven. Luego del gran remolino llamado Tonkini, nacieron dos hijos gemelos Pachakamui y Pareni, quienes enseñaron al pueblo matsigenka a pescar y sembrar, a reconocer las plantas medicinales, a hacer arcos y flechas, a construir canoas y a preparar mashato. El Dios Tasorintsi es el encargado del gran remolino Tonkini, un lugar donde se juzgan las almas de los matsigenkas. Al morir sus almas viajan hasta el pongo para ingresar al remolino dentro del cual Tasorintsi los juzgará según como hayan hecho sus vidas. Según eso podrían ir al Inkiti o cielo, regresar al kipatsi o tierra de los vivos, o ser enviados al Gamaironi, el lugar del sufrimiento lleno de lodo putrefacto en el fondo del remolino”.

Y cerramos con el P. Alfredo Encinas, quien describe poéticamente el paso por el Pongo:

“El paraje recorrido por el río Alto Urubamba desde su origen, encuentro del Vilcanota con el Yanatile, hasta el Pongo Mainike es, sin duda, uno de los recorridos fluviales mas espectaculares y hermosos de la Tierra. El río, cada vez más cargado de aguas con la aportación de sus nuevos y numerosos afluentes, se revuelve, como fiera herida, entre elevados peñascos y grandes bloques graníticos sembrando de blanca espuma sus pequeños remansos. Así, golpeado y cansado, el Alto Urubamba aborda el último y gran obstáculo que intenta impedirle el paso hacia la gran planicie amazónica: la Cordillera del Pongo de Mainike. El alborotado y caudaloso río afronta el reto con decisión y por cinco kilómetros rompe el formidable muro entre el estruendo y el aplauso de cascadas que se descuelgan, engalanadas de orquídeas y lianas, desde los altos cerros. Cuando al fin el río, exhausto de fuerzas, traspasa las ciclópeas puertas del Pongo y mira el despejado horizonte, se abandona a un lento y lánguido caracoleo por la planicie selvática en la que los numerosos afluentes le aportarán, con sus aguas, nuevos olores y sabores”.

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Y este es el lugar. Donde Tasorintsi hizo brotar al matsigenka.

02 Sep 2021

Sentir y fortalecer la vocación misionera a orillas del Ucayali

Apenas cuatro sacerdotes, apoyados por varias religiosas y laicos, mantienen viva la fe católica en el Vicariato de Requena, al interior de la Amazonía Peruana. Una inmensa extensión que supera los 80.000 Km2 que clama por la llegada de más misioneros y misioneras dispuestos a dar su vida. Un ‘pedacito’ de selva que durante el mes de agosto ha sido el hogar de ocho jóvenes semiraristas enviados desde la Diócesis de Valencia (España). El balance es muy positivo: la Amazonía te cambia la mirada y abre tu corazón.

“Estamos conociendo una Iglesia con muchos menos recursos, pero, en algunos aspectos, mucho más viva (…) Esta experiencia me aporta un deseo de dar la vida, de no vivir a ‘medio gas’, de no ser ‘burgués’ en mi vocación, de darlo todo (…) Para mí es un chorro de aire fresco, de plantearme cómo quiero ser sacerdote, cómo quiero servir y, sobre todo, de quitarme ideas preconcebidas y tratar de no ser paternalista”.

Ignacio Álvarez estudia los últimos cursos de teología en el Seminario Mayor de Valencia, en España. Apura sus últimas horas a orillas del majestuoso río Ucayali tras cinco semanas que, quién sabe, pudieran marcar los próximos años de su vida, cuando ya sea sacerdote. Ignacio es uno de los ocho seminaristas que durante el mes de agosto han palpado la realidad del Vicariato Apostólico de Requena, el más necesitado de vocaciones de toda la Amazonía Peruana. Basta con los dedos de una mano para contar cuántos sacerdotes encontramos a lo largo del río. Apenas cuatro, incluido el obispo, Mons. Juan Oliver, atienden pastoralmente los cientos de caseríos y comunidades nativas que están bajo su responsabilidad, sin contar las capitales distritales que son ya pequeñas ciudades. Son más de 80.000 Km2. Llegar a todos es, simplemente, ‘misión imposible’.

Ceremonia de bautizos durante la visita a uno de los cientos de caseríos del Vicariato.

Esta realidad la conoce bien el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares. En junio de 2019 la visitó personalmente. Arribó a Requena como se llega a estos inhóspitos lugares de la selva: en barco. Pisó y constató la situación luego de que un par de años antes la diócesis de Valencia asumiera no solo este vicariato, sino también el de San José del Amazonas. “Con esto de la pandemia algunas ideas se han podido concretar y otras están esperando. Por ejemplo, sí han llegado algunos grupos de médicos y enfermeros de la Universidad Católica de Valencia y el año pasado se hizo desde allí un curso virtual de capacitación para docentes de Requena”, explica el obispo Juan Oliver, “ahora han llegado los ocho seminaristas, que tienen este tipo de experiencia dentro de su plan de formación, y como son un grupo grande los hemos dividido entre tres de las ocho parroquias: Orellana, Flor de Punga y Jeraro Herrera”.

En la primera de ellas, Orellana, están Ignacio y Miquel Amat. Tardaron más de 20 horas en llegar, pues les tocó surcar el río Ucayali desde Requena. El largo viaje no les desanimó, sino todo lo contrario, pues ver atardecer y amanecer en medio de ese idílico paisaje no tiene precio. Allí les han acogido las hermanas Olga y Milagros, Franciscanas de la Natividad de Nuestra Señora. “Esto es un hogar. Desde el primer minuto nos hemos sentido como en casa. Todo ha sido muy nuevo, pero a la vez muy natural. Es lo más sorprendente, que estamos a miles de kilómetros de casa, pero somos la misma Iglesia”, cuenta Ignacio. Confiesa que su mayor entusiasmo ha sido constatar cómo se vive la fe en un lugar tan humilde porque “todo es muy familiar” y admira que, a pesar de la falta de sacerdotes y misioneros y la proliferación de otras iglesias y sectas, en los caseríos se encuentren muchas familias que perseveran en la fe. “Hemos visitado lugares que llevan dos años sin recibir a un sacerdote, pero los animadores cristianos mantienen y animan la fe de la gente, no se rinden”, relata.

A pesar de ir hasta la parroquia, en teoría, más alejada del corazón del vicariato Ignacio y Miquel han estado, quizás, en lo más parecido a una ciudad que puedan encontrar por allí. A Bruno Jiménez, Ignasi García y Celeus Nshimirimana, la misión les ha llevado a Flor de Punga. Definen como “fuerte, intensa y auténtica” esta experiencia donde el mayor reto ha sido romper prejuicios. Unos 90 caseríos dependen de esta parroquia y, como a Ignacio, les sorprende comprobar que muchas familias, alimentan su fe a pesar de que el sacerdote solo pueda visitarles una vez al año. No es extraño que este baño de realidad acreciente su admiración por los grandes misioneros que han dado su vida en la Amazonía. “Ahora pienso en el padre Florencio que, en sus 20 años aquí, ha mejorado la vida de la gente humana y espiritualmente”, comenta Ignasi, “les trajo algo tan básico como el agua potable, mejoró las viviendas para que pudieran separar habitaciones, trajo médicos para hacer campañas, impulsó la farmacia parroquial… dio dignidad”. El paso de las Franciscanas de Copacabana también se percibe en la formación e integridad de la gente. “Percibo que aquí valoran mucho el abrazo, la sonrisa”, asegura.

Celeus, Bruno e Ignasi, navegando en peque-peque por el inmenso río. Foto: cedida.

El tercer grupo, integrado por Bernat Alcayde, Nacho Benavent, David Sanchís y el sacerdote Arturo García, delegado de Misiones de la Diócesis de Valencia, se ha adaptado rápidamente a la realidad de Jenaro Herrera, un distrito que según el censo tiene unos 5.000 habitantes. Las catequesis, las visitas a enfermos, el apoyo en el comedor parroquial y en las tardes las clases de apoyo en las tres escuelistas que dependen de la misión han llenado sus días. “Ayudamos a los profesores a enseñar a leer, escribir, matemática…  Es una labor muy reconfortante porque los niños tienen ganas de aprender y a nosotros nos gusta enseñar. Aprendemos todos juntos, también rezamos, cantamos, hacemos deporte, tocamos la guitarra…”, enumera David, “los viernes tenemos un rato de oración, los sentamos en círculo en sillas, ponemos la Cruz y el padre Arturo realiza una oración. Son momentos muy especiales porque los niños rezan y aprenden a relacionarse con Jesús”.

A cargo del grupo, el padre Arturo García, con 27 años de vida sacerdotal, cree que si estas realidades se conocieran más algunos optarían por la misión para su labor pastoral, porque “aquí están muy necesitados de sacerdotes”. Desde Flor de Punga, Ignasi García cree que la verdadera ‘madera’ del misionero debe sustentarse en dos aspectos clave: la formación y la fortaleza humana. “No es tan fácil. No se trata solo tener ganas y disposición de ayudar. El misionero debe ser una persona fuerte y con una vida muy ordenada en todos los aspectos. Debes estar preparado para soportar la soledad, por ejemplo. Se necesitan pilares muy sólidos, más allá de las buenas intenciones”, argumenta.

Momento de oración con los niños de la parroquia de Jenaro Herrera. Foto: Cedida

Solo el tiempo y Dios determinarán si Ignacio, Ignasi, Bruno, Miquel, Celeus, Nacho, David o Bernat regresan por los ríos que este mes de agosto han abierto sus brazos para acogerles y mostrarles la grandeza de disfrutar y convivir con los protectores de esta, nuestra Casa Común.

Reflexiones desde el corazón

A su regreso a Valencia los ocho seminaristas tienen mucho que compartir y, sobre todo, mucho que pensar y discernir. Regresan a casa con la mochila llena de experiencias, la mirada plena de la Amazonía y sus gentes y, sobre todo, con el corazón mucho más abierto a lo que Dios tenga preparado para cada uno de ellos. Aquí algunas reflexiones finales.

“Esta experiencia nos enseña a vivir de un modo sencillo y austero, algo que es necesario para los futuros sacerdotes. Una vida sobria donde la mirada se vaya a atender a los más necesitados, a los descartados. Esto nos inflama el corazón y nos lleva a vivir una vida misionera”. Nacho Benavent.

“Al visitar caseríos y comunidades hemos visto que allí confían mucho más en la protección y en el abastecimiento de la naturaleza, como algo que Dios nos ha regalado para poder sobrevivir, pero cuidándolo. Por eso todos trabajan sus chacras y sienten que son cuidados y bendecidos por la naturaleza que les rodea y disfrutan mucho de ella. Hacen un uso muy cercano a lo natural y no a lo artificial, la viven como una madre que les cuida, abastece y les permite subsistir. En la línea de que la naturaleza es una madre y hay que cuidarla aquí tienen una visión de Dios muy paternal. En Europa se ve a un Dios corrector, con normas, pero aquí se le ve como padre que es bueno, protector, te regala los medios para vivir y cuida de los tuyos”. Ignacio Álvarez.

“Cuando llegamos a Jenaro Herrera nos impresionó mucho ver que, desde hace décadas aquí ha habido misioneros dando su vida. Se nota en un pueblo que no empieza la evangelización de cero, pues hemos encontrado jóvenes dispuestos a participar. Impresiona ver que desde hace muchos años ha habido vidas compartidas aquí”. David Sanchís.

“Siempre el cristiano es un enviado, un misionado, debe estar en misión allá donde esté, ya sea cercano o lejano. Tenemos que ser conscientes de que muchas veces nos hemos acomodado y pensamos que el tema de la misión va con quien le gusta o quien tiene esa sensibilidad. Pero todos tenemos un llamamiento a la misión, a salir de nuestro lugar de origen. Como los apóstoles, fueron enviados y salieron de su comodidad, de sus moldes. El cristiano debe romper sus ideas prestablecidas y prejuicios, abriéndose al mundo, porque si no conocemos al otro, su realidad… no podemos ayudarle”. Ignasi García.

30 Ago 2021

Recuerdan a Mons. Atanasio Jaúregui, primer obispo de Yurimaguas, como parte del Centenario del vicariato

A través de un sencillo homenaje, donde se develó una placa en su memoria, se ensalzó la figura del religioso pasionista que llegó a Perú en 1912 y, en 1921, fue nombrado como primer responsable de la entonces Prefectura Apostólica de San Gabriel del Marañón

“Tenía una personalidad un tanto reservada, intuitiva, como quien ve las cosas con claridad y optimismo, desde un fondo de cierta reserva. Muy inteligente, autodidacta, consiguió una brillante cultura por medios personales. Poseía una biblioteca privada con libros muy selectos. Firme y constante en su piedad personal. Celoso pastor. Durante toda su vida, hasta la última enfermedad, dirigió personalmente la catequesis de la catedral. Se sentaba todos los días antes de la misa en el confesionario”. De esta forma se describe en el libro “Una Esperanza en la Amazonía. Los Pasionistas en la selva peruana” la figura de Mons. Atanasio Jauregui Goiri. En una publicación más reciente sobre la Historia del Vicariato de Yurimaguas, en el marco del Centenario que se celebra este año 2021, se indica que fue el “primer responsable de esta ‘chacra’ del Señor’ considerando que hace justo un siglo, en 1921, fue designado como Prefecto Apostólico de San Gabriel del Marañón, jurisdicción eclesiástica que, en 1936, pasaría a ser el actual Vicariato de Yurimaguas.

Monseñor Atanasio Jauregui junto a sus compañeros pasionistas Gabino Zugazaga, Juan Primo y Matías Irazábal. Foto: Euskal Kultura

Precisamente en el marco de este siglo de caminar evangelizador y misionero es que hoy, 30 de agosto, la capital de Alto Amazonas ha rendido un sencillo pero emotivo homenaje a la figura de este religioso pasionista que en 1912 dejó sus orígenes y se enraizó en la Amazonía. El recuerdo ha consistido en la develación de una placa bajo el busto de bronce que le recuerda en la plaza que lleva su nombre y la fecha no ha sido casual: un 30 de agosto de 1957, hace 64 años, fallecía.

El acto ha estado oficiado por el actual obispo, Mons. Jesús María Aristín, quien ha ensalzado la figura de Jáuregui. “Es un deber que le recordemos en este día no solo porque fuera nuestro primer obispo, sino porque hizo una labor enorme con una espiritualidad y una fuerza encomiable”, ha dicho, “sé que desde el Cielo nos protege y le pido que bendiga nuestro vicariato y nos ayude para seguir trabajando por la justicia social”.

27 Ago 2021

“Necesitamos que la Iglesia nos escuche, forme y acompañe en el camino”. El pedido de pueblos indígenas y campesinos del Perú ante la Asamblea Eclesial

El Foro Virtual ‘Escucha de los Pueblos. Hacia una agenda con las Iglesias’ desarrollado el 25 de agosto sirvió como punto de encuentro y diálogo entre representantes amazónicos y andinos para compartir experiencias y consensuar reflexiones y pedidos que lleguen, desde el Perú, hasta toda la Iglesia Latinoamericana

Bajo la premisa de que “todos somos compañeros de camino” y con el anhelo de “conocer cuál es el rostro de nuestra Iglesia que desean y necesitan nuestros pueblos indígenas y campesinos” se desarrolló el último miércoles 25 de agosto el Foro Virtual denominado ‘Escucha de los Pueblos. Hacia una agenda con las Iglesias’. Las palabras entrecomilladas se escucharon durante el saludo de bienvenida y las pronunció el padre Enrique Gonzáles, presidente de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS). Esta institución, junto con la Red Eclesial Panamazónica en Perú, la Red Iglesias y Minería y el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica, fue la encargada de organizar y convocar el mencionado evento que congregó, desde diferentes puntos del Perú, a una veintena de representantes indígenas amazónicos, andinos y campesinos.

Con los oídos, la mente y el corazón dispuestos a escuchar es que los miembros de la Iglesia presentes, como la teóloga y religiosa Birgit Weiler, los obispos de Jaén y Caravelí, Mons. Alfredo Vizcarra y Mons. Reinaldo Nann, y el personal de CEAS y REPAM-Perú, recibieron en este encuentro a quienes se deseaba, sobre todas las cosas, escuchar. “Escucharse mutuamente significa que el uno está dispuesto a aprender del otro. Les invito a que este espacio sea de aprendizajes mutuos a la escucha. Construyamos una Iglesia que realmente sea fiel a Jesús”, pidió Weiler. “Lo principal es escucharles, es la esencia de este momento”, complementaba desde CEAS Javier Jahncke.

Afiche de convocatoria del foro.

Organizados en cuatro grupos y tras cerca de una hora de diálogo interno llegaban esas respuestas. Nacían desde la realidad del pueblo Awajún, desde la selva norte; del asháninka, desde la selva central; y del Amahuaca o el Harakbut, desde la región Madre de Dios. Pero también desde humildes rincones de provincias costeras y andinas, como Piura o la Libertad. Una amalgama de procedencias que, pese a las distancias culturales y geográficas, encontraba rápidamente varios puntos en común para responder, casi a una misma voz, a las tres preguntas planteadas:

  1. ¿Qué nos dicen hoy los gritos de nuestros pueblos y nuestra Madre Tierra?
  2. ¿Cuáles son los temas de agenda que tienen nuestros pueblos que pueden apoyarse desde nuestras Iglesias?
  3. ¿Cuál es el rostro de iglesia que buscan nuestros pueblos?

Una Iglesia que acompañe en el camino

Los retos son enormes. Para la Iglesia, pero también para los pueblos. Son tan enormes como las amenazas que acechan y se incrementan bajo un mismo patrón extractivista que explota sin pudor los recursos naturales del país, sin importar el daño a la Casa Común ni a los pueblos que la habitan. Sin importar ni siquiera el futuro de las nuevas generaciones. En esa línea la petición fue unánime: se necesitan que las iglesias, tanto la católica como otras presentes, sean defensoras y compañeras. También que formen y que asesoren, que tengan preocupación, cercanía y empatía para estar firmes en la defensa de los derechos humanos y en la denuncia de cualquier tipo de explotación y violencia.

“Ahora sí veo, en esta Iglesia, que hay un buen grupo de personas que está tratando de comprender al hermano indígena, que sabe que es importante defender y denunciar las injusticias, pues el que mira y no dice nada es cómplice”, aportaba Yésica Patiachi, representante del pueblo Harakbut de Madre de Dios y asesora de la REPAM, “yo espero que la Iglesia continúe y fortalezca la alianza que el Papa estableció en Puerto Maldonado, que no se quede como observadora sino que acompañe en nuestros procesos. Por ejemplo, lo viene haciendo el cardenal Pedro Barreto, que cuando se da un conflicto da su manifestación, ese pequeño gesto tiene gran importancia porque lo que él dice es escuchado. Sí creo que la iglesia y los pueblos indígenas podemos caminar de la mano”.

Desde el río Cenepa, en Amazonas, frontera con Ecuador, también hubo representación en el foro.

Como portavoz y representante de la Iglesia Amazónica el obispo de Jaén y presidente de REPAM-Perú, Mons. Alfredo Vizcarra, exhortaba a la creatividad para que la Iglesia sea capaz de responder al pedido de los pueblos indígenas. Y es que la ausencia de vocaciones lleva a pensar en otra Iglesia más apegada a la realidad y, sobre todo, más inculturada. También llamaba a la unión entre iglesias hermanas porque todos sufrimos y luchamos “contra las mismas problemáticas”. Por su parte el obispo de Caravelí, Mons. Reinaldo Nann aseguró que "se necesita un mayor compromiso de la Iglesia peruana en favor de los pueblos indígenas y seguir con lo que manifiesta el Papa Francisco en su Magisterio, en defensa de la Casa Común".

Pastor Rafael Goto: “He aprendido mucho de ustedes”

En calidad de representante del Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP), participó en este foro el pastor Rafael Goto, cuyas impresiones enfatizaron en tres puntos principales. De un lado indicó que el acompañamiento a las comunidades en su lucha por la existencia y la defensa de la tierra debe trascender lo puramente eclesial y moral para tener una dimensión política. Como segundo punto enfatizó en que, como escuchó de los propios representantes indígenas, debe ser clave “respetar la espiritualidad, liberándonos de toda actitud colonizadora”. Para ello recordó que el Evangelio “nos enseña a descubrir en el otro el rostro de Dios, no porque sea igual, sino porque es prójimo, porque el otro también es humano”.

El tercer punto que destacó el pastor evangélico fue la frase que pudo escuchar de boca de la mencionada Patiachi quien, durante el trabajo grupal, comentó que la Iglesia no debe ver a los indígenas como “los pobrecitos”, sino como “sujetos que deben asumir y protagonizar su propia historia”. En esa línea compartió la idea de que las iglesias, como ya se dijo, deben ser compañeras de camino. “Me encantó estar con ustedes, he aprendido en menos de dos horas mucho y lo sumo a todo lo que lo que el padre Jaime Regan me enseñó en la universidad sobre Antropología Amazónica”, concluyó.