Joaquín siempre miraba hacia adelante
Por: Mons. Miguel Ángel Cadenas, obispo del vicariato de Iquitos
Que nuestro paso por este mundo sea bueno para nosotros, para los demás y para la tierra. El fallecimiento del P. Joaquín García Sánchez, agustino, es una invitación a agradecer al Dios de la vida, pero también una responsabilidad para continuar el camino.
Conocí a Joaquín en los años 80 en mi etapa formativa. Unos días antes de la llegada de Joaquín para darnos clase, otro profesor nos había hablado de Emmanuel Lévinas. A mitad del curso con Joaquín, de nuevo apareció el nombre de Lévinas y la importancia del “otro”. Me sumergí en Totalidad e Infinito, el libro clásico de Lévinas. Me impresionó profundamente, me ocasionó un fuerte impacto. El “otro” no es el alter ego. La alteridad del rostro del otro nos conduce hacia la responsabilidad. Fascinante. Sin embargo, después de varias décadas en la Amazonía he aprendido que el rostro y los ojos no necesariamente reflejan lo que llevamos en el corazón. Que los ojos, en ocasiones, se ocultan y que las emociones no siempre se manifiestan en el rostro. Que la contención emocional es un antídoto para no ser acusado de brujería. No es infrecuente que un hermano de sangre no sepa lo que su hermano lleva en el corazón. La Amazonía. Y estamos ante otra pasión de Joaquín.
Cuando llegué a la Amazonía, a mitad de los 90, Joaquín era el superior de los agustinos. Otro compañero me había recomendado: “no te quedes en la ciudad, vete al río”. Le conté a Joaquín. Se rió y me destinó donde le propuse: Santa Rita de Castilla, en el río Marañón. Cuando bajaba a Iquitos y nos veíamos me preguntaba: “¿ya has pasado por la Biblioteca Amazónica?”. Me permitían llevar algunos libros al río que devolvía en mi siguiente viaje. Su oficina en el CETA era un trasiego de gente que iba a conversar con él: investigadores, misioneros, visitantes…
Su preocupación por la misión le llevó a organizar en 1971 un evento del Departamento de Misiones del CELAM en Iquitos. En dicho encuentro se propone un Consejo Regional del Alto Amazonas y una Conferencia Episcopal Amazónica. Fue importante también para poner al día la presencia de la Iglesia en medio de los pueblos indígenas. No todas aquellas intuiciones pudieron llevarse a cabo, pero no quedaron en el olvido. 50 años después se crea la CEAMA (Conferencia Eclesial de la Amazonía). Los pueblos indígenas siguen presentando desafíos a la Iglesia que debemos abordar. Evidentemente, en 50 años ha aumentado el conocimiento de los pueblos indígenas. Pero las presiones que ahora reciben en sus territorios son mucho más penetrantes y la intensificación del castellano y la pérdida de lenguas indígenas más intensa. Siguen siendo una asignatura pendiente los “indígenas urbanos”.
Somos seres en relación. Joaquín pertenece a una generación que “puso en práctica el concilio Vaticano II”. Cada personaje tiene sus matices. Joaquín apostó por el diálogo con el mundo. La creación del CETA, la Biblioteca Amazónica, Monumenta Amazónica, Kanatari, las ferias del libro, concursos de cuentos navideños, pastoradas, el coro polifónico… Son algunos frutos de sus afanes. Su acogida a investigadores le permitió crear una red de amigos intelectuales que le llevaron a estar en medio de los debates sobre la Amazonía. Nuestra responsabilidad como Iglesia sigue siendo estar en medio de estos debates. Lamentablemente ha decrecido el interés por estos temas en la Iglesia. La ausencia de Joaquín es ahora más intensa. Sirvan estas líneas para espolear nuestras conciencias.
El tema religioso también ha cambiado significativamente. Los años 60, cuando Joaquín comienza su andadura sacerdotal, son todavía años de cristiandad. La presencia cristiana sigue siendo importante incluso en Europa. Para entonces unos pocos intelectuales estaban secularizados. Hoy en día, en Europa, son las grandes masas las que permanecen al margen de la religión. La ontología naturalista ha impuesto su criterio: no hay nada más allá de la naturaleza. Otro amigo ya escribió hace unos años que la ciencia (y la ontología naturalista que la sostiene) tiene su campo de trabajo a partir del surgimiento del universo. Antes de este momento sólo hay metafísica: bien sea teísta, o ateísta, pero metafísica. Y en cuanto a metafísica se refiere ambas posturas son creencias, no pueden ser ciencia. Lo que les podemos pedir es que sean razonables. Cuando tiempo es mayor que cero hay ciencia. Cuando tiempo es igual o menor que cero hay metafísica: teísta o ateísta.
Regresamos a América Latina, un espacio que ha sido denominado como “tierra encantada”. Sin embargo, se está produciendo un desvinculamiento de las iglesias que merece la pena tenerse en cuenta. Una Iglesia atenta no puede dejar de pensar este fenómeno y de proponer una pastoral que vaya más allá de la cristiandad para pensar comunidades cristianas significativas en este mundo. Las visiones extranjeras (tengamos en cuenta que la universidad puede ser un factor de cambio de ontología) pueden producir una secularización en personas con ontologías animistas. ¿Cómo acompañar a estas personas? ¿Qué tipo de pastoral? ¿Qué propuesta de “comunidades cristianas”? Estas y otras preguntas siguen siendo fundamentales para los que venimos detrás de la generación de Joaquín, una generación que ya está partiendo de este mundo.
Joaquín pasó su vida en Iquitos y la ciudad no podía serle indiferente. La Amazonía, como el resto del planeta, se está urbanizando. Esto plantea retos y desafíos apasionantes. Conoció un Iquitos en plena efervescencia urbana. Se preocupó por el patrimonio histórico de la ciudad. La “memoria” era un tema recurrente para él. Vio cómo emergían asentamientos urbanos por todas partes, sin apoyo del Estado. Se interesó en la repercusión de los distintos booms amazónicos sobre la ciudad de Iquitos. Planeó “Amazonium”, un proyecto que no pudo concretar. Siempre con una mirada esperanzada en Dios y con pasión por lo que hacía.
A estas alturas del escrito me van a permitir una anécdota. En una ocasión, hace bastantes años, conversando en la sala de estar de la comunidad, nuestras posturas divergían. Así que me lanzó la siguiente expresión: “postmoderno”. Me reí. Durante mi etapa formativa nos sumergimos en los debates sobre la postmodernidad, eran los años 80. Es evidente que pertenecemos a generaciones diferentes. Qué lejos queda todo aquello.
En fin, tenemos que ir concluyendo. “Joaquín siempre miraba hacia adelante”. En su caso, y en el mío, mirar hacia adelante implica mirar hacia Dios que camina con nosotros. Son otras muchas las contribuciones de Joaquín. Estas pocas reflexiones fueron estimuladas anoche delante de su cadáver. Utilizo una feliz expresión amazónica: “que Dios te reciba en sus benditas manos”, Joaquín. Descansa en paz.