Despiden a Gustavo Gutiérrez, padre de la teología de la liberación y defensor de la justicia social
A los 96 años, falleció en Lima el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, teólogo que revolucionó la historia de la Iglesia latinoamericana inspirando a creyentes y activistas a servir a los menos favorecidos. Sus restos serán velados desde hoy en la Sala Capitular del Convento Santo Domingo de Lima.
Gustavo Gutiérrez Merino, sacerdote, pensador y teólogo peruano reconocido a nivel mundial, falleció este 22 de octubre a los 96 años en la ciudad de Lima. Así lo confirmó la Provincia de los frailes Dominicos en el Perú, orden religiosa a la que pertenecía desde 2001. Conocido como el "padre de la Teología de la Liberación", Gutiérrez dedicó su vida a la defensa de la dignidad humana y a la opción preferencial por los pobres, concepto que se convirtió en un pilar del pensamiento social de la Iglesia católica.
Tras conocer la noticia, distintas instituciones y representantes de la sociedad civil, académica y de la Iglesia en el Perú y el mundo expresaron su pesar por el fallecimiento de Gutiérrez, destacando su valiosa contribución a la humanidad. "Este amigo nuestro, sacerdote peruano, acompañó a la Iglesia durante toda su vida, siendo fiel en los momentos más difíciles, recordándonos siempre que el verdadero pastor debe cuidar de sus ovejas, especialmente, de los pobres", afirmó Mons. Carlos Castillo, arzobispo de Lima.
La orden dominicana en Perú informó que en los próximos días se llevarán a cabo misas y homenajes al reconocido pensador peruano en la Basílica de Santo Domingo, ubicada en Lima. Además, anunciaron que a partir de hoy, 23 de octubre, los restos del padre de la teología de la liberación serán velados en la Sala Capitular del Convento Santo Domingo, en Lima, brindando a los fieles y seguidores la oportunidad de darle el último adiós.
Una nueva propuesta
En 1971, Gustavo Gutiérrez publicó Teología de la liberación: perspectivas, una obra que sentó las bases del movimiento conocido con el mismo nombre. El libro rompió con la tradición teológica dominante de la época, proponiendo una reflexión desde la perspectiva de los pobres y oprimidos en América Latina. El enfoque de Gutiérrez invitaba a una praxis cristiana que no solo analizara la realidad, sino que se comprometiera con la transformación social y la justicia y solidaridad, desafiando las estructuras eclesiásticas establecidas.
La obra fue traducida a más de veinte idiomas, alcanzando una amplia audiencia a nivel internacional. A través de sus ideas, Gutiérrez generó debates en seminarios, círculos teológicos y movimientos sociales en distintas partes del mundo. Esta influencia también atrajo críticas, especialmente de sectores conservadores, que veían en su propuesta una politización peligrosa de la fe, mientras que otros compartían su visión de dar voz a las comunidades marginadas.
Teología de la liberación: perspectivas se convirtió en un referente no solo para activistas cristianos, sino también para académicos que analizaban las estructuras de poder en la región. Gutiérrez propuso que la teología debía partir de la praxis, es decir, de la acción en favor de la justicia, para luego reflexionar sobre esa experiencia a la luz de la fe. Un enfoque fundamentado en la opción preferencial por los pobres que, décadas después, sigue resonando en la Iglesia católica, especialmente bajo el liderazgo del Papa Francisco.
Reconocimientos a su labor
Gustavo Gutiérrez fue ampliamente reconocido por sus contribuciones a nivel nacional e internacional. Entre los honores más destacados se encuentra el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, en 2003, la Medalla Internacional de la Paz de la Universidad de Notre Dame, en 2012, y su nombramiento como Caballero de la Orden Nacional de la Legión de Honor por el gobierno francés, lo que da una muestra de su relevancia a nivel global.
Su labor en la educación y la cultura fue igualmente reconocida con distinciones como el Premio Nacional de Cultura, en 2012, otorgado en Perú, y el Gittler Prize, en 2014, de la Universidad de Brandeis, en Estados Unidos. Además, fue miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias y recibió las Palmas Magisteriales en 2018, la más alta distinción que concede el Estado peruano a quienes han contribuido significativamente en estas áreas.
Trayectoria y legado
Nacido en Lima en 1928, creció en un contexto de desigualdad que marcó su pensamiento desde joven. Estudió algunos ciclos de medicina, pero pronto sintió el llamado a profundizar en la teología. En 1959 fue ordenado sacerdote y, tras completar estudios en distintas universidades en Europa, regresó al Perú con una visión renovada. Su experiencia con personas en situación de vulnerabilidad en Lima le llevó a cuestionar la separación entre fe y justicia social, abriendo paso a lo que más tarde se conocería como la teología de la liberación.
Gutiérrez se convirtió en un destacado defensor de la opción preferencial por los pobres, un principio que sostiene que la Iglesia debe poner especial énfasis en la lucha contra la pobreza y la injusticia. Sus enseñanzas y escritos le valieron tanto críticas como alabanzas dentro y fuera del ámbito eclesiástico. A pesar de las controversias, Gutiérrez mantuvo su compromiso con una teología crítica, defendiendo siempre la importancia de una Iglesia que no solo predique, sino que actúe.
En 1965, se desempeñó como observador y colaborador en el Concilio Vaticano II, acompañando al cardenal Juan Landázuri Ricketts y a monseñor Manuel Larraín. En 1968, participó activamente en la Conferencia Episcopal de Medellín, evento que consolidó la teología de la liberación como un movimiento en crecimiento. Asimismo, en 1974, fundó el Instituto Bartolomé de las Casas, en Lima, un espacio de reflexión y acción dedicado a la investigación y promoción de los derechos humanos en América Latina.
Además de su labor pastoral, Gutiérrez fue profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos, influenciando a generaciones de estudiantes y académicos en todo el mundo. Su legado va más allá de la teología, pues también impulsó debates sobre la economía, la política y la ética desde una óptica cristiana.