Con el premio "Voz profética de la Iglesia en Pastoral Social, Derechos Humanos y Servicio a los Pobres" en sus manos, Dominik Szkatula, misionera laica con más de 40 años de entrega a la Amazonía peruana, se convierte en un símbolo de compromiso por una Iglesia más sinodal, menos clerical, y con mayor participación de las mujeres.
Toda una vida de leyenda escrita con sonrisas, creatividad y fuerza. Esa es Dominik Szkatula, misionera del Vicariato Apostólico San José del Amazonas, una mujer de espíritu incansable que ha dedicado su vida a la misión en la selva peruana. Su compromiso con los más vulnerables le ha valido el reconocimiento de la Iglesia católica, con la entrega del premio nacional "Voz profética de la Iglesia en Pastoral Social, Derechos Humanos y Servicio a los Pobres" de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS).
Ya lo dice así su apodo, en lengua kichwa, "Pishcu Chaqui" (pájaro que anda), por su constante movimiento entre las comunidades del Napo, en la frontera entre Perú y Ecuador. Y es que Dominik lleva más de 40 años viviendo y trabajando junto a los pueblos amazónicos, acompañándolos en la defensa de sus derechos, promoviendo el Buen Vivir y el cuidado de la Casa Común, buscando el desarrollo sostenible de las comunidades nativas y ribereñas, así como el fortalecimiento del liderazgo y las capacidades de las mujeres.
Son esas mujeres a quienes agradece y dedica este premio. "Esta noche me siento a representar a otras mujeres lideresas de otras federaciones, organizaciones indígenas y ribereñas. Mujeres fuertes, decididas, emprendedoras, mujeres muy comprometidas en la Iglesia. Mujeres que tienen mucha trayectoria, mucha experiencia, que también son defensoras de la vida en otros ámbitos y de los derechos humanos, la dignidad en sí, el Buen Vivir. De esas mujeres hay muchas", mencionó durante su discurso.
En su lucha incansable contra el clericalismo y la inclusión de la mujer en la Iglesia, Dominik recordó con orgullo que, en su vicariato, el 90 % de los misioneros son mujeres. En ese sentido, resaltó la perseverancia, la entrega y el rol de las mujeres en la labor pastoral. En su jurisdicción eclesial, mencionó, a muchas de ellas se les ha confiado la tarea de liderar parroquias y puestos de misión, la coordinación de áreas pastorales o coordinación vicarial, incluso el rol de ser ecónomas.
"No es poca cosa la que hacen las mujeres. Y hoy que estamos en el tiempo del Sínodo sobre la sinodalidad sabemos que se quiere recuperar lo perdido, y entonces esperamos que volvamos a la Iglesia de Jesús donde las mujeres trabajan con los varones en igualdad de derechos y condiciones, de poderes y decisiones. Adiós clericalismo que tanto daño nos hace", expresó.
Una vida de entrega
La esencia de Dominik se refleja en cada aspecto de su labor. Recorrer los rincones más remotos del distrito, llegar a cada comunidad, sea católica o no, es solo el comienzo de su misión. Pero su impacto va más allá de su presencia. La misionera polaca ha logrado organizar y fortalecer comunidades enteras, trascendiendo las fronteras de lo posible con su determinación inquebrantable. Su testimonio es un reflejo vivo de la verdadera esencia de la fe cristiana: un compromiso con los más necesitados.
"Quiero agradecer a la Iglesia peruana por acogerme aquí en el Vicariato San José del Amazonas por mas de 40 años, y también gracias a Dios por mi vocación misionera en mi posición de laica. No me arrepiento de esta labor por tantos años en la selva. Me siento muy privilegiada y honrada de trabajar entre los pobres porque Dios toca mi corazón, y en ellos yo toco al Dios viviente", manifestó.