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27 Sep 2021

Cardenal Barreto: La Fratelli Tutti nos invita a una solidaridad efectiva y afectiva

En el marco del I Aniversario de la Encíclica “Fratelli tutti” del Papa Francisco, el Cardenal Pedro Barreto Jimeno, S.J., Arzobispo de Huancayo, y Presidente de la REPAM, comenta los temas centrales de este documento que, nos invita a “tomar conciencia de que nuestra historia, una historia de humanidad, de solidaridad efectiva y afectiva, que va a llevar a la humanidad por caminos de luz, de paz, y de justicia”.

Por Manuel Cubías / Renato Martinez

“La Fratelli tutti nos llama a estar con los ojos abiertos para escuchar, discernir y buscar qué es lo que Dios quiere que nosotros hagamos en relación a nosotros mismos, a nuestros hermanos y a la creación”, lo dijo el Cardenal Pedro Barreto Jimeno, S.J., Arzobispo de Huancayo, primer Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) y Presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), destacando la importancia de la “Fratelli tutti”, en el marco del I Aniversario de la Encíclica del Papa Francisco. El Presidente de la REPAM señaló que, la Encíclica nos da un marco muy amplio de lo que queremos realizar en la misión de la Iglesia, en general, y de lo que nos corresponde en la Amazonia, en particular, ya que somos una Iglesia en movimiento, una Iglesia en salida.

¿Cuál es la figura de Jesús que nos muestra la Encíclica Fratelli tutti?

R.- La figura de Jesús es una presencia viva del amor de Dios, personificado en Jesús el verdadero Dios y verdadero hombre. En la Fratelli tutti, el Papa Francisco nos presenta la parábola del Buen Samaritano. El Buen Samaritano, era un extranjero que pasa y ve por el camino a una persona que ha sido asaltada y se involucra en esta situación de sufrimiento, lo cuida y trata por todos los medios de que salga adelante. En cambio, algunos religiosos de ese tiempo pasaron de largo, porque pensaban que tenían cosas más importantes. Este es la llamada de la Fratelli tutti, de estar con los ojos abiertos para escuchar, discernir y qué es lo que Dios quiere que nosotros hagamos.

La palabra “fraternidad” es central en la Encíclica, de hecho, lo vemos en el título. ¿Cómo el Papa llena de sentido esta palabra y cuáles son las realidades sociales, culturales y políticas a las que desafía con su planteamiento?

R.- La figura que tiene el Papa Francisco en la Fratelli tutti, por el nombre mismo, es de San Francisco de Asís. Él es el hombre pobre, el hombre sencillo, el hombre que ama a la creación de Dios y que es un modelo por excelencia de una fidelidad y de una vida muy austera, esa pobreza que él vivía es un mensaje muy claro, porque la Fratelli tutti nos invita a tener una vida sobria, una vida fraterna, una vida en diálogo con los demás, para buscar el bien común de todos.

Cuando leemos la Fratelli tutti, podemos identificar que la fraternidad entre los seres vivos y la memoria, como cultura, como historia, son dos elementos clave para el Papa Francisco a la hora de plantear la necesidad de sanar este mundo herido. ¿Cuál es la propuesta de Francisco para sanar este mundo al que él califica de herido?

R.- Que busquemos un camino para tener consensos, en que todos estamos en este mundo y en esta humanidad para buscar el bien común, no un interés personal o familiar o de grupo. Por tanto, la Fratelli tutti tiene un llamado a la humanidad entera a preocuparse por los problemas como, por ejemplo, ahora con los efectos gravísimos del cambio climático que hace necesario que todos nos pongamos de acuerdo y esto deriva en un compromiso no solamente evangélico de parte nuestra, de personas de fe, sino un compromiso social de todas las personas de buena voluntad. Y el ejemplo es muy sencillo, en la pandemia tenemos que cuidarnos y cuidar a los demás y creo que este es la medida más acertada para poder paliar las consecuencias que tiene este, yo diría, terrible virus que nos ha afectado a toda la humanidad sin fronteras, igual también pasa con la propuesta mediante un diálogo de verdad, de respeto, y de búsqueda de lo que nos beneficia a todos cuidando la vida y cuidando la creación de Dios.

Usted es el presidente de la Red Eclesial Panamazónica, ha trabajado en ella desde los inicios. ¿Cuéntenos, desde la perspectiva de la Fratelli tutti, cómo está red, de la que usted es parte, ha ayudado a concretizar la idea de una Iglesia cada vez más sinodal?

R.- En principio, la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), ya lleva 7 años muy bien vividos en una experiencia de articulación de los esfuerzos que la Iglesia Católica realiza en la Amazonía. Lo primero que ha hecho es despertar esta necesidad de escucha de la problemática que existe en este bioma, que son cerca de 8 millones de kilómetros cuadrados, con más de 33 millones de personas que viven en ella y 3 millones de miembros de las poblaciones originarias, esas poblaciones originarias a las cuales el Papa Francisco llamó en el 2018, cuando tuvo el primer encuentro con las comunidades amazónicas en Puerto Maldonado, en la Visita al Perú, les dijo: “ustedes son los guardianes de esta tierra sagrada que Dios ha dado con este bioma que somos”. Por tanto, yo creo que la Red Eclesial Panamazónica ha recorrido un camino de articulación, de escucha, de discernimiento y de acción que ha posibilitado que la REPAM con sus equipos de personas hayan podido preparar el Sínodo que se realizó en Roma sobre la Amazonia en octubre de 2019.

A partir de ahí, la REPAM también siguió en este proceso sinodal para la creación de la Primera Conferencia Eclesial de la Amazonia (CEAMA). Nunca antes en la Iglesia ha habido esta experiencia, yo diría única, una conferencia eclesial no es una Conferencia Episcopal, ahí se ha dado un salto muy grande, porque la iluminación de la eclesiología del pueblo de Dios que peregrina en el mundo con las caricias de Dios y los consuelos de Dios y también con las persecuciones del mundo, como dice San Agustín, va avanzando. Ahora estamos con esta propuesta a nivel de América Latina y que ha servido también de base para todo el proceso sinodal de la REPAM, que el CELAM va a tener que responder y está respondiendo a la convocatoria del Papa Francisco de realizar una Asamblea Eclesial de América Latina, a la luz del documento de Aparecida, en Brasil, en el 2007 y estamos en ese camino. El 2023 ya se realizará el Sínodo Universal sobre la sinodalidad. Entonces, estamos en ese camino, es una Iglesia en movimiento y, por tanto, creo yo que la fraternidad, la Fratelli tutti, en concreto, está dando el marco más amplio de lo que queremos nosotros realizar en la misión que nos corresponde en la Amazonia.

Otro rasgo de nuestro Continente Latinoamericano son las migraciones, no es un fenómeno actual es un fenómeno que viene desde hace décadas, sin embargo, en los últimos días ha adquirido características particulares, como es el caso de Haití, Venezuela y otros países Centroamericanos. ¿Qué nos dice la Encíclica del Papa sobre el fenómeno migratorio que estamos viviendo en estos tintes tan dramáticos?

R.- En primer lugar, afirma que Jesús fue un migrante, es decir, la migración es desde nuestra fe una experiencia que tenemos que mirar no solamente con los ojos de Jesús sino también de responder de manera efectiva, coordinada, para que esta avalancha de migración que por diversas causas se realiza, sea también parte de la misión evangelizadora de la Iglesia. En ese sentido, la Iglesia Católica y la Fratelli tutti asume también que la humanidad tiene que comprometerse con este hecho migratorio, es el rostro yo diría, de dolor, de sufrimiento, de la humanidad, más allá también de todos los sufrimientos que causa esta pandemia con consecuencias muy graves en la vida social, familiar, económica. En este sentido, creo yo, que la mirada de Dios desde Jesús al migrante eterno porque está presente en estos hermanos y hermanas y porque tuvo que huir a Egipto habiendo nacido en Belén, porque había amenazas de muerte y ahí hay todo un caminar de la iglesia y un caminar de la humanidad en que todos estamos sumidos.

En esta experiencia migratoria, hace décadas incluso siglos ha habido de Europa que iban a América Latina, de diversos lugares del mismo Italia, en toda América Latina y El Caribe hay de otros países y todos tenemos también algún antecesor llegado a la patria, donde nosotros hemos nacido, a veces nos olvidamos de eso y esos que protestan, que rechazan a los migrantes estoy seguro que tienen familiares que una vez han tenido que huir de sus propios países por cuestiones políticas, por cuestiones sociales y económicas. Entonces la Fratelli tutti es tomar conciencia de que nuestra historia, es una historia de humanidad, de solidaridad, porque por este camino de la solidaridad efectiva y afectiva, lógicamente, va a caminar la humanidad por caminos de luz, de paz, y de justicia.

Fuente: VaticanNews

23 Sep 2021

Las aflicciones del Marañón y el Urituyacu: gritos por la restauración integral

Por: Fray Luis Fernández García. O.S.A
Párroco de Santa Rita de Castilla, Río Marañón (Loreto-Perú)

Nunca olvidaré el viaje que realicé por los pirineos aragoneses. El paisaje era muy hermoso, imponente. El profesor Carlos Sebastián, muy querido en el colegio “San Agustín” de Zaragoza (España), iba conduciendo. Llevábamos a los niños a disfrutar de la nieve. Por circunstancias, el autobús se completó; el profesor Carlos fue en su carro y tuve la alegría de acompañarlo. Siendo ya la tarde, después de disfrutar de la nieve, volvíamos para casa. Me fijé por la ventana y le dije lo bonito que era el paisaje. La respuesta que dio ha quedado muy grabada en mi vida: “Cuando algo te aflige no lo ves de la misma manera”.

Ahora estoy en la selva amazónica. Tiene unos paisajes y animales en los que uno se debería quedar maravillado. Qué razón tenía el profesor Carlos, cuando no hay armonía es muy difícil contemplar la belleza. El Papa Francisco en la encíclica “Laudato Sì” habla de la ecología integral. Ella abarca toda la dimensión de la persona y su entorno. Cuando la tierra se contamina, el hombre, los animales y las plantas sufren. Todo está interconectado. Si se rompe esta conexión surge la aflicción.

¿Qué aflicciones hay en la cuenca del Marañón y el Urituyacu? Ojalá pudiera decir que ninguna y poder contemplar las maravillas de Dios. Mis vivencias de siete años en estas tierras se unen a las de mis hermanos Agustinos. En ellas, estos dos ríos, a lo largo del tiempo, han sido violentados: la avaricia humana materializada en la extracción del petróleo, donde las comunidades nativas poco se benefician y cuando suceden los derrames se les considera culpables y usurpadores.

La primera vez que oí la palabra Cuninico, que está en la cuenca del Marañón, fue de la boca de los hermanos Agustinos, y relacionada a una aflicción: la contaminación. El contacto con la comunidad me enseñó la dureza de la realidad: Personas enfermas, peces y animales contaminados, agua que no servía para el consumo humano, tierra que con presionarla salía líquido negro y, sobre todo, un anciano que en sus lágrimas mostraba el sufrimiento de una tierra que gime.

Por su parte la cuenca del río Urituyacu tiene la forma de una serpiente cuando zigzaguea. Es la zona más abandonada por parte del Estado que he encontrado en la parroquia. Una aflicción que se añade cuando uno descubre que el centro de salud más decente está a dos e incluso tres días de viaje por río. El ausentismo de los profesores en los colegios, con las excusas más disparatadas, desde salir a hacer supuestos trámites hasta decir que no hay alumnos. Encontrarse comunidades que siguen viviendo sin agua potable ni infraestructura eléctrica. Jóvenes condenados a no tener una educación de calidad que se ve reflejada en los pocos que acceden a unos estudios superiores…

Y, a todas estas aflicciones, se unen los paros. En estos siete años veo como cada vez son más frecuentes. En el 2016 fue el famoso paro de Saramurillo. En el año 2020 ha habido más de cinco. Los intereses de las organizaciones indígenas, del Estado y de las comunidades nativas que son las más manipuladas y afectadas hace que muchas veces estos reclamos pierdan el tema principal de por qué se realizaron.

Son situaciones reales que nos hacen pisar tierra y nos llevan a ser conscientes de la realidad y las luchas que hay que combatir. No es tiempo para contemplar la belleza en la selva mientras esta siga gimiendo por una restauración integral. Jesús asciende a los cielos, sus discípulos se quedan maravillados y no son capaces de apartar la vista ante tal maravilla. Pedro queda extasiado al ver la transfiguración del Señor. Quiere quedarse siempre en esa visión. Pero el ángel devuelve a los discípulos a la realidad y les hace ser conscientes de su misión. Jesús baja con Pedro, Santiago y Juan de la montaña y sigue su labor.

Por eso nuestra misión y labor continuará sin descanso ni contemplación mientras no haya una restauración integral de esta tierra que ha sido manchada de sangre, petróleo e injusticias a lo largo de los siglos.

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Artículo publicado originalmente en Agustinos Iquitos. 

15 Sep 2021

¡Celebrando el Centenario! Vicariato de Yurimaguas publica 25 videos para narrar un siglo de historia

Un siglo de historia no se celebra todos los días y, conscientes de ello, desde el Vicariato de Yurimaguas continúan difundiendo en este 2021 las diferentes etapas y procesos que la Iglesia de Alto Amazonas ha atravesado en los últimos 100 años. Si hace unos meses se terminaba de imprimir y se presentaba el libro “Historia del Vicariato de Yurimaguas”, un libro de 420 páginas trabajado por el propio obispo, Mons. Jesús María Aristín; ahora nos acercan esta historia en forma audiovisual.

“Estamos tratando de dar a conocer nuestro Centenario lo mejor posible”, asegura el obispo, “por ello, conscientes de que algunos no tienen mucho tiempo de leer y también para llegar a través de Internet más allá de nuestras fronteras, hemos optado ahora por presentarles la Historia de nuestro vicariato de forma audiovisual”. Se trata de 25 videos de unos 30 minutos que ya están disponibles a través del perfil de Youtube del Vicariato Apostólico de Yurimaguas.

Los videos se pueden consultar a través del siguiente enlace de Youtube.

Este canal de Youtube, según explicó el obispo a todos los misioneros/as, religiosos/as y laicos pretende mirar más allá, buscando ser una nueva ventana del Vicariato hacia el mundo. Por ello, les invita ahora a compartir todo el material audiovisual que consideren interesante a fin de continuar alimentando, enriqueciendo y difundiendo el trabajo social, educativo y pastoral que todos ellos han desde sus diferentes lugares y ámbitos de misión.

“Esperamos que esto nos ayude a vivir con más intensidad nuestro Centenario y encienda nuestra “luz misionera”. No se olviden que somos sal y luz y que desde el día de nuestro Bautismo, estamos llamados a ser misioneros y testigos de Cristo vivo y Resucitado. ¡Feliz Centenario del Vicariato!”, concluye Mons. Aristín.

13 Sep 2021

Siete años de REPAM: Reaprender del pasado para construir el presente, pensando en el futuro

Por Mons. Rafael Cob, vicepresidente de REPAM*

Es bueno volver la mirada a las raíces de los encuentros que dan origen a procesos de cambio, como lo ha hecho la Red Eclesial Panamazónica – REPAM en estos 7 años de vida. Parece que fue ayer cuando en la ciudad de Puyo, del 22 al 24 de abril del 2013, se reunían en el Centro Pastoral de Intipungo, 146 personas convocados por una experiencia de trabajo compartido en el Oriente Ecuatoriano y coordinado por la Cáritas Nacional del Ecuador. Acompañados por las principales autoridades de la Conferencia Episcopal del Ecuador, los obispos de las jurisdicciones amazónicas del Ecuador, el representante del CELAM, Mons. Pedro Barreto, representantes de los pueblos originarios de la Amazonía y organizaciones fraternas internacionales, nos reuníamos a la luz de un proceso de trabajo y reflexión que se venía realizando en la Amazonia ecuatoriana, buscar respuestas y caminos para promover un modo de vida compatible con la defensa de la naturaleza y de los pueblos que en ella habitan.

Nos motivó el llamado que el Papa Francisco había hecho en una homilía el 19 de marzo del 2013: “Quisiera pedir por favor a todos los que ocupan puestos de responsabilidad…hombres y mujeres de buena voluntad: seamos custodios de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente, no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen nuestro caminar…”

Semilla que germina y produce frutos

Todo ello motivó a los presentes a elaborar un documento final de este encuentro y así sembrar la semilla de una Red llamada REPAM que, al año siguiente, 2014, en Brasilia, se diera luz al nacimiento oficial de ésta. La REPAM es fruto de un proceso de trabajo en distintos países amazónicos con la misma búsqueda de encontrar el cauce que articule tantos pensamientos y sentimientos expresados en las voces de los pueblos que viven en los territorios de este bioma panamazónico.

Dios Padre y Madre, con su Espíritu fecundo y creativo, hizo surgir este instrumento providente de la REPAM y, a la luz de la encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco (2015), quien, movido por el Espíritu de Dios, convocaría el Sínodo Amazónico (octubre 2017). Era algo que nadie se imaginaba. En el proceso sinodal, la REPAM realizó un trabajo gigantesco encomendado por el Papa, la preparación y la ejecución de la escucha en los territorios amazónicos con una participación inédita, de más de 86.000 participaciones, preludio de una Iglesia sinodal, referente de trabajo eclesial en el mundo. Esto ha sido y es el “kairós” del Espíritu en la Iglesia hoy, para abrir nuevos caminos de evangelización y para vivir una ecología integral desde la defensa y cuidado de la vida de nuestro planeta Tierra, la casa común para la humanidad.

LA REPAM ha estado presente y seguirá estando presente en el territorio, acompañando la vida de la familia amazónica, con su gente, con su fauna y con su flora, con sus montañas y ríos, expresión del amor y la hermosura creada por Dios para el mundo.

REPAM: Siete años

Agradecemos a Dios por estos 7 años de camino andado, de lucha y de desafíos, de esperanzas y sueños realizados. Seguimos soñando con el Papa Francisco, en su Querida Amazonia: “Sueño con una Amazonía que luche por los derechos de los mas pobres, …que preserve esa riqueza cultural, …que custodie celosamente la hermosura natural que la engalana, …sueño con comunidades cristianas hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos” (QA, 7).

El camino de la REPAM sigue, porque los sueños de Dios y de los hombres y mujeres continúan, y la esperanza de los pueblos nunca muere: habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra nueva, con hombres y mujeres nuevos, más misioneros, más fraternos, más solidarios, más proféticos. Seguimos tejiendo la red y obedeciendo al maestro, “echad las redes mar adentro”, avanzando hacia aguas más profundas. escuchando a nuestros pueblos en sus territorios, construyendo un mundo más justo y humano, una naturaleza más limpia, con aires y ríos más trasparentes.

Celebración eucarística por los 7 años de la REPAM, realizada el 12 de septiembre en la Catedral de Manaos, presidida por el arzobispo Leonardo Steiner.

Solo nos queda felicitar a todos los que estos años de vida de la REPAM han colaborado con su granito de arena, con su ánimo y su oración, con su reflexión y sugerencias. El discernimiento siempre estará abierto para mejorar cada día este servicio eclesial y que, en esta etapa presente, está llevando adelante para hacer realidad las conclusiones del Sínodo Amazónico. Que el Dios de la sabiduría nos ilumine y nos bendiga.

* Mons. Rafael Cob, obispo vicario apostólico de Puyo (Ecuador) y vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica – REPAM.

11 Sep 2021

REPAM cumple siete años de intenso trabajo eclesial y de incidencia en diversos espacios

Este 12 de septiembre la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) celebra siete años de sustentarse en una perspectiva territorial donde se generan conexiones entre las presencias históricas de la Iglesia en la Panamazonía y la diversidad institucional eclesial.

Por Carmen Julia Luján

La REPAM se encuentra en una búsqueda constante de construir puentes para fortalecer la misión integral de la iglesia y servir de mejor manera a las poblaciones indígenas, campesinas, afrodescendientes y ribereñas.

“Celebramos los siete años de la Red Eclesial Panamazónica, en la Biblia el número 7 significa algo terminado, algo completo, pero no es el caso de la Red porque recién estamos en este proceso, en este camino sinodal que nos lleva a todos nosotros a vivir una iglesia misionera en salida”, expresa el Cardenal Pedro Barreto, presidente de la REPAM, en ocasión de este aniversario.

Card. Barreto también recuerda los inicios de la Red y define a ésta como la respuesta de Dios a las necesidades muy sentidas de la presencia de la iglesia en la Amazonía y resalta que la experiencia del Sínodo de 2019 ofreció a la Iglesia universal, y al Papa Francisco, un proceso inédito de preparación, de escucha y de discernimiento.

La REPAM, de esta manera, continúa profundizando su camino en la dinámica inspirada en el Sínodo Amazónico y el proceso de discernimiento llevado a cabo en 2020, y fortaleciendo su identidad para iluminar su camino con el aporte de todas y todos y cada uno de los que se comprometen con esa experiencia sinodal de la misión.

Eucaristía Solemne en Manaos

Para celebrar el aniversario, el próximo domingo 12 de septiembre a las 7h30 (hora local), la Secretaría Ejecutiva de la REPAM participará de la Misa en la catedral de Manaos, Brasil, presidida por Monseñor Leonardo Steiner. La celebración será transmitida por el Facebook @repam.amazonia

Desde la interconectividad de la Red, se presenta la siguiente oración para que las comunidades amazónicas incluyan en las celebraciones que realizarán este domingo:

“Por los 7 años de la Red Eclesial Panamazónica – REPAM: para que continúe su misión de promover el Reino de Dios en el cuidado y defensa de los pueblos, culturas y territorios amazónicos, a través de la articulación en red y ayudando a consolidar nuevos caminos para la Iglesia y una Ecología Integral. Roguemos al Señor”.

09 Sep 2021

Donde Tasorintsi hizo brotar al matsigenka. Una mirada al Pongo de Mainique

Texto: Roberto Ábalos, misionero dominico del Alto y Bajo Urubamba (Vicariato de Puerto Maldonado).

Foto de portada: Rodrigo Rodrich

Son muchas las leyendas y mitos que existen alrededor del Pongo de Mainique. Para el pueblo matsigenka, el Pongo es su Génesis, su santuario, su “Tonkini” (el cerro más alto en la margen izquierda, que encajona al Urubamba), el “omogito inkite” (ombligo del universo), allá donde Tasorintsi sopló con fuerza y levantó torbellinos de viento y remolinos de agua, como un efluvio seminal de su magnificencia.

Las historias cuentan que Tasorintsi hizo brotar al matsigenka que se extendió río arriba y abajo, siempre caminando para que no caiga el cielo, y forjando una escalera que lo una con la tierra en cercanía. Para eso, previamente había herido con su rayo poderoso a la cordillera andina. Al igual que Moisés con su vara, separó el Alto del Bajo Urubamba para que la transición sea de las encrespadas cumbres a la planicie amazónica.

En este sagrado lugar se encuentran dos grandes corrientes de agua que originan los remolinos profundos del “Meshiareni”, lugar al que van los espíritus de la buena gente matsigenka; y el “kamaviría”, donde claman los muertos de mala vida y con sus lamentos rasgan el ambiente e incrementan el caudal de las aguas.

Como lo dice la palabra, tanto en quechua como matsigenka, pongo significa ‘puerta’. En este caso, la puerta del oso (Maeni). El formidable caudal de agua, que fluye con fuerte gradiente de inclinación, hace que su lecho se estreche en forma de cañón y pase de los 90-80 metros a los 40-30 de ancho. Alguna falla geológica y la fuerte erosión han hecho posible la factura del Ande y la entrada a la placidez meándrica de la selva del Bajo Urubamba.

A lo largo de este cañón discurren cantidad de cascadas y el roquerío amurallado y pulido en forma de sierra que destroza la lancha que se arrima a él.  Por eso, el Pongo del Mainique se cobra con frecuencia la pérdida de vidas humanas. No hay año en el que su cañón no provoque el naufragio de las embarcaciones que intentan surcar sus aguas.

A lo largo de este siglo se cuenta con datos y testimonios que hablan de lo difícil que es navegar por las turbulentas aguas de este cañón, que tiene una extensión de 37 a 52 metros de ancho por 3.680 metros de largo, y una corriente que alcanza los 28 kilómetros por hora.

Octubre de 2004: Entre el temor y el temblor

Varios misioneros, llegados tiempo atrás a esta parte de la Amazonía cusqueña, también han perecido al intentar aventurarse en las temibles cascadas y aguas del Pongo. Los relatos sobre este misterioso cañón llegaban durante mis años como estudiante hasta la escuela apostólica del Seminario Hispano Americano de Misioneros Dominicos de Villava, en Navarra, España. Allí fue donde escuché, con emoción, las historias de los misioneros que habían logrado cruzar sus aguas, y de algunos otros que fallecieron al ser tragados por sus remolinos.

Siendo el misionero que más ha surcado el Pongo de Mainique para ir a las misiones de Koribeni (Alto Urubamba) y Timpía (Bajo Urubamba), he estado en riesgo de naufragar en varias ocasiones. Recuerdo con lucidez la primera vez que lo surqué en octubre de 2004. Solo tres personas navegábamos en aquel bote: el piloto, el puntero y yo. Pero había más. Junto a mí yacían un toro muerto y sangrado, que encharcaba de rojo toda la lancha, y una vaca que no dejaba de moverse meciendo también la frágil embarcación.

El piloto, ante la misma puerta del estrecho pasadizo del cañón, como es costumbre, había parado la lancha para reacomodar la carga. Antes de arrancar de nuevo, fiel a la liturgia marinera en ese trance, hizo la señal de la cruz y sorbió varios tragos de aguardiente. Apenas entrando, aparece la mayor y majestuosa cascada de las muchas que jalonan el encajonado río, llamada el manto de novia.

El misionero Roberto Ábalos, a orillas del río Urubamba. Foto: Patricia Rosety

Ese es el corazón del “Tonkini”. Sus aguas sonoras, enérgicas y espumantes no son de caída, sino de filtración. Estalla y se expande en humedades que pulveriza el soplo de Tasorintsi, y bañan en temible caricia a los temerarios que se aventuran a cruzarlo en época de lluvias.

Cuando admiraba con temor y temblor la majestuosidad, contemplé ante mí una muralla de agua de al menos dos metros de altura, que juzgué era imposible escalar tal y como la popa arrumbaba hacia ella.  El piloto juzgó como yo y se echó para atrás, de nuevo hasta la misma boca bajo la efigie del inca. No fue hasta el tercer intento que, acercándonos cada vez más a la pared rocosa logramos, al fin, asaltar las olas.

Luego se suceden, a unos 300 metros el uno del otro, dos peldaños, también extremadamente peligrosos, pero no tanto como el primero. Al final te espera la famosa L que hace el río en ángulo recto, que en época de lluvias es más sencillo de cruzar. No todo el peligro termina en ese kilómetro temible, quedan otros dos con tramos arremolinados sumamente peligrosos. Ciertamente el peligro no termina hasta llegar a Ivochote, a dos horas de un viaje empinado.

Un lugar sagrado: cientos de relatos

Son muchas las leyendas y mitos alrededor del Pongo. Es casi imposible oír de labios de los paisanos matsigenkas que coincidan en los relatos, cada quien lo enriquece con su propia sensibilidad y experiencia.

Mario Vargas Llosa, en su excelente novela “El hablador” y asesorado por el P. Joaquín Barriales, gran recopilador de la mitología matsigenka, cuenta así la sacralidad del Pongo, recogiendo muchas versiones del mismo:

“Allí ocurrió, en el Gran Pongo. Allí el principio principió. Tasurinchi bajó desde el Inkite por el río Meshiareni con una idea en la cabeza. Hinchando su pecho, empezaría a soplar. Las buenas tierras, los ríos cargados de peces, los bosques repletos, tantos animales para comer, irian apareciendo. El sol estaba fijo en el cielo, calentando el mundo. Contento, mirando lo que aparecía. A Kientibakori le dio su rabieta terrible. Vomitaría culebras y sapos viendo lo que ocurría allá arriba. Tasurinchi soplaba y habían comenzado a aparecer también los machiguengas. Entonces, Kientibakori abandonó el mundo de aguas y nubes negras del Gamaironi y subió por un río de orines y caca. Rabiando, humeando de cólera, “Yo lo he de hacer mejor”, diciendo. Apenas llegó al Gran Pongo, se puso a soplar. Pero de sus soplidos no salían machiguengas. Tierras podridas donde no crecía nada, más bien; cochas cenagosas donde sólo los vampiros podían resistir el aire tan hediondo. Culebras salían. Víboras, lagartos, ratones, zancudos y murciélagos. Hormigas, gallinazos. Todas las plantas que producen ardor salían, las que queman la piel, las que no se puede comer. Esas nomás. Kientibakori, seguía soplando y, en lugar de machiguengas, aparecían los kamagarinis, los diablillos de pies curvos y filudos, con espolones. Las diablas aparecían, con sus caras de asno, comiendo tierra y musgo. Y los hombres cuadrúpedos, achaporo, tan peludos y tan sanguinarios. Kientibakori rabiaba. Tanta rabia tenía que los seres que iba soplando salían, como los daños y las alimañas, más impuros, más malvados. Cuando terminaron de soplar y se volvieron, Tasurinchi al Inkite y Kientibakori al Gamaironi, este mundo era lo que es ahora. Así comenzó después, parece. Así empezamos a andar. En el Gran Pongo. Desde entonces estamos andando, pues. Resistiendo los daños, sufriendo las crueldades de los diablos y diablillos de Kientibakori estamos. El Gran Pongo era prohibido, antes. Sólo regresaban hasta allí los muertos, almas que se iban sin volver. Ahora van muchos; virakochas y punarunas van. También machiguengas. Con miedo y con respeto irán. Pensarán: ¿ese ruido fuertísimo es sólo agua chocando contra las rocas al caer? ¿Sólo río al cerrarse entre paredes de piedra es? No, parece. Es ruido que sube de abajo, también. Gemidos y llantos de niños ahogados será. Sube desde las cuevas del fondo. En las noches de luna se oye. Estarán gimiendo, tristes. Los monstruos de Kientibakori los maltratarán, tal vez. Les harán pagar con tormentos el estar ahí. No los creerán impuros sino machiguengas, quizá. Eso es, al menos, lo que yo he sabido”.

Un momento de surcada en bote por el Pongo de Mainique durante el mes de agosto de 2013. Foto: Rodrigo Rodrich

 

En el excelente documental “Bajo Urubamba, el bosque de los misterios”, se relata otro mito sobre el Pongo:

“El Pongo de Mainike ha sido desde siempre un lugar sagrado para los matsigenkas; en especial el lugar donde se forma un enorme remolino, muy cerca de la gran catarata. Cuenta la leyenda que el Dios Tasorintsi fue quien esculpió a los matsigenkas y les dio las tierras donde viven. Luego del gran remolino llamado Tonkini, nacieron dos hijos gemelos Pachakamui y Pareni, quienes enseñaron al pueblo matsigenka a pescar y sembrar, a reconocer las plantas medicinales, a hacer arcos y flechas, a construir canoas y a preparar mashato. El Dios Tasorintsi es el encargado del gran remolino Tonkini, un lugar donde se juzgan las almas de los matsigenkas. Al morir sus almas viajan hasta el pongo para ingresar al remolino dentro del cual Tasorintsi los juzgará según como hayan hecho sus vidas. Según eso podrían ir al Inkiti o cielo, regresar al kipatsi o tierra de los vivos, o ser enviados al Gamaironi, el lugar del sufrimiento lleno de lodo putrefacto en el fondo del remolino”.

Y cerramos con el P. Alfredo Encinas, quien describe poéticamente el paso por el Pongo:

“El paraje recorrido por el río Alto Urubamba desde su origen, encuentro del Vilcanota con el Yanatile, hasta el Pongo Mainike es, sin duda, uno de los recorridos fluviales mas espectaculares y hermosos de la Tierra. El río, cada vez más cargado de aguas con la aportación de sus nuevos y numerosos afluentes, se revuelve, como fiera herida, entre elevados peñascos y grandes bloques graníticos sembrando de blanca espuma sus pequeños remansos. Así, golpeado y cansado, el Alto Urubamba aborda el último y gran obstáculo que intenta impedirle el paso hacia la gran planicie amazónica: la Cordillera del Pongo de Mainike. El alborotado y caudaloso río afronta el reto con decisión y por cinco kilómetros rompe el formidable muro entre el estruendo y el aplauso de cascadas que se descuelgan, engalanadas de orquídeas y lianas, desde los altos cerros. Cuando al fin el río, exhausto de fuerzas, traspasa las ciclópeas puertas del Pongo y mira el despejado horizonte, se abandona a un lento y lánguido caracoleo por la planicie selvática en la que los numerosos afluentes le aportarán, con sus aguas, nuevos olores y sabores”.

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Y este es el lugar. Donde Tasorintsi hizo brotar al matsigenka.

02 Sep 2021

Sentir y fortalecer la vocación misionera a orillas del Ucayali

Apenas cuatro sacerdotes, apoyados por varias religiosas y laicos, mantienen viva la fe católica en el Vicariato de Requena, al interior de la Amazonía Peruana. Una inmensa extensión que supera los 80.000 Km2 que clama por la llegada de más misioneros y misioneras dispuestos a dar su vida. Un ‘pedacito’ de selva que durante el mes de agosto ha sido el hogar de ocho jóvenes semiraristas enviados desde la Diócesis de Valencia (España). El balance es muy positivo: la Amazonía te cambia la mirada y abre tu corazón.

“Estamos conociendo una Iglesia con muchos menos recursos, pero, en algunos aspectos, mucho más viva (…) Esta experiencia me aporta un deseo de dar la vida, de no vivir a ‘medio gas’, de no ser ‘burgués’ en mi vocación, de darlo todo (…) Para mí es un chorro de aire fresco, de plantearme cómo quiero ser sacerdote, cómo quiero servir y, sobre todo, de quitarme ideas preconcebidas y tratar de no ser paternalista”.

Ignacio Álvarez estudia los últimos cursos de teología en el Seminario Mayor de Valencia, en España. Apura sus últimas horas a orillas del majestuoso río Ucayali tras cinco semanas que, quién sabe, pudieran marcar los próximos años de su vida, cuando ya sea sacerdote. Ignacio es uno de los ocho seminaristas que durante el mes de agosto han palpado la realidad del Vicariato Apostólico de Requena, el más necesitado de vocaciones de toda la Amazonía Peruana. Basta con los dedos de una mano para contar cuántos sacerdotes encontramos a lo largo del río. Apenas cuatro, incluido el obispo, Mons. Juan Oliver, atienden pastoralmente los cientos de caseríos y comunidades nativas que están bajo su responsabilidad, sin contar las capitales distritales que son ya pequeñas ciudades. Son más de 80.000 Km2. Llegar a todos es, simplemente, ‘misión imposible’.

Ceremonia de bautizos durante la visita a uno de los cientos de caseríos del Vicariato.

Esta realidad la conoce bien el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares. En junio de 2019 la visitó personalmente. Arribó a Requena como se llega a estos inhóspitos lugares de la selva: en barco. Pisó y constató la situación luego de que un par de años antes la diócesis de Valencia asumiera no solo este vicariato, sino también el de San José del Amazonas. “Con esto de la pandemia algunas ideas se han podido concretar y otras están esperando. Por ejemplo, sí han llegado algunos grupos de médicos y enfermeros de la Universidad Católica de Valencia y el año pasado se hizo desde allí un curso virtual de capacitación para docentes de Requena”, explica el obispo Juan Oliver, “ahora han llegado los ocho seminaristas, que tienen este tipo de experiencia dentro de su plan de formación, y como son un grupo grande los hemos dividido entre tres de las ocho parroquias: Orellana, Flor de Punga y Jeraro Herrera”.

En la primera de ellas, Orellana, están Ignacio y Miquel Amat. Tardaron más de 20 horas en llegar, pues les tocó surcar el río Ucayali desde Requena. El largo viaje no les desanimó, sino todo lo contrario, pues ver atardecer y amanecer en medio de ese idílico paisaje no tiene precio. Allí les han acogido las hermanas Olga y Milagros, Franciscanas de la Natividad de Nuestra Señora. “Esto es un hogar. Desde el primer minuto nos hemos sentido como en casa. Todo ha sido muy nuevo, pero a la vez muy natural. Es lo más sorprendente, que estamos a miles de kilómetros de casa, pero somos la misma Iglesia”, cuenta Ignacio. Confiesa que su mayor entusiasmo ha sido constatar cómo se vive la fe en un lugar tan humilde porque “todo es muy familiar” y admira que, a pesar de la falta de sacerdotes y misioneros y la proliferación de otras iglesias y sectas, en los caseríos se encuentren muchas familias que perseveran en la fe. “Hemos visitado lugares que llevan dos años sin recibir a un sacerdote, pero los animadores cristianos mantienen y animan la fe de la gente, no se rinden”, relata.

A pesar de ir hasta la parroquia, en teoría, más alejada del corazón del vicariato Ignacio y Miquel han estado, quizás, en lo más parecido a una ciudad que puedan encontrar por allí. A Bruno Jiménez, Ignasi García y Celeus Nshimirimana, la misión les ha llevado a Flor de Punga. Definen como “fuerte, intensa y auténtica” esta experiencia donde el mayor reto ha sido romper prejuicios. Unos 90 caseríos dependen de esta parroquia y, como a Ignacio, les sorprende comprobar que muchas familias, alimentan su fe a pesar de que el sacerdote solo pueda visitarles una vez al año. No es extraño que este baño de realidad acreciente su admiración por los grandes misioneros que han dado su vida en la Amazonía. “Ahora pienso en el padre Florencio que, en sus 20 años aquí, ha mejorado la vida de la gente humana y espiritualmente”, comenta Ignasi, “les trajo algo tan básico como el agua potable, mejoró las viviendas para que pudieran separar habitaciones, trajo médicos para hacer campañas, impulsó la farmacia parroquial… dio dignidad”. El paso de las Franciscanas de Copacabana también se percibe en la formación e integridad de la gente. “Percibo que aquí valoran mucho el abrazo, la sonrisa”, asegura.

Celeus, Bruno e Ignasi, navegando en peque-peque por el inmenso río. Foto: cedida.

El tercer grupo, integrado por Bernat Alcayde, Nacho Benavent, David Sanchís y el sacerdote Arturo García, delegado de Misiones de la Diócesis de Valencia, se ha adaptado rápidamente a la realidad de Jenaro Herrera, un distrito que según el censo tiene unos 5.000 habitantes. Las catequesis, las visitas a enfermos, el apoyo en el comedor parroquial y en las tardes las clases de apoyo en las tres escuelistas que dependen de la misión han llenado sus días. “Ayudamos a los profesores a enseñar a leer, escribir, matemática…  Es una labor muy reconfortante porque los niños tienen ganas de aprender y a nosotros nos gusta enseñar. Aprendemos todos juntos, también rezamos, cantamos, hacemos deporte, tocamos la guitarra…”, enumera David, “los viernes tenemos un rato de oración, los sentamos en círculo en sillas, ponemos la Cruz y el padre Arturo realiza una oración. Son momentos muy especiales porque los niños rezan y aprenden a relacionarse con Jesús”.

A cargo del grupo, el padre Arturo García, con 27 años de vida sacerdotal, cree que si estas realidades se conocieran más algunos optarían por la misión para su labor pastoral, porque “aquí están muy necesitados de sacerdotes”. Desde Flor de Punga, Ignasi García cree que la verdadera ‘madera’ del misionero debe sustentarse en dos aspectos clave: la formación y la fortaleza humana. “No es tan fácil. No se trata solo tener ganas y disposición de ayudar. El misionero debe ser una persona fuerte y con una vida muy ordenada en todos los aspectos. Debes estar preparado para soportar la soledad, por ejemplo. Se necesitan pilares muy sólidos, más allá de las buenas intenciones”, argumenta.

Momento de oración con los niños de la parroquia de Jenaro Herrera. Foto: Cedida

Solo el tiempo y Dios determinarán si Ignacio, Ignasi, Bruno, Miquel, Celeus, Nacho, David o Bernat regresan por los ríos que este mes de agosto han abierto sus brazos para acogerles y mostrarles la grandeza de disfrutar y convivir con los protectores de esta, nuestra Casa Común.

Reflexiones desde el corazón

A su regreso a Valencia los ocho seminaristas tienen mucho que compartir y, sobre todo, mucho que pensar y discernir. Regresan a casa con la mochila llena de experiencias, la mirada plena de la Amazonía y sus gentes y, sobre todo, con el corazón mucho más abierto a lo que Dios tenga preparado para cada uno de ellos. Aquí algunas reflexiones finales.

“Esta experiencia nos enseña a vivir de un modo sencillo y austero, algo que es necesario para los futuros sacerdotes. Una vida sobria donde la mirada se vaya a atender a los más necesitados, a los descartados. Esto nos inflama el corazón y nos lleva a vivir una vida misionera”. Nacho Benavent.

“Al visitar caseríos y comunidades hemos visto que allí confían mucho más en la protección y en el abastecimiento de la naturaleza, como algo que Dios nos ha regalado para poder sobrevivir, pero cuidándolo. Por eso todos trabajan sus chacras y sienten que son cuidados y bendecidos por la naturaleza que les rodea y disfrutan mucho de ella. Hacen un uso muy cercano a lo natural y no a lo artificial, la viven como una madre que les cuida, abastece y les permite subsistir. En la línea de que la naturaleza es una madre y hay que cuidarla aquí tienen una visión de Dios muy paternal. En Europa se ve a un Dios corrector, con normas, pero aquí se le ve como padre que es bueno, protector, te regala los medios para vivir y cuida de los tuyos”. Ignacio Álvarez.

“Cuando llegamos a Jenaro Herrera nos impresionó mucho ver que, desde hace décadas aquí ha habido misioneros dando su vida. Se nota en un pueblo que no empieza la evangelización de cero, pues hemos encontrado jóvenes dispuestos a participar. Impresiona ver que desde hace muchos años ha habido vidas compartidas aquí”. David Sanchís.

“Siempre el cristiano es un enviado, un misionado, debe estar en misión allá donde esté, ya sea cercano o lejano. Tenemos que ser conscientes de que muchas veces nos hemos acomodado y pensamos que el tema de la misión va con quien le gusta o quien tiene esa sensibilidad. Pero todos tenemos un llamamiento a la misión, a salir de nuestro lugar de origen. Como los apóstoles, fueron enviados y salieron de su comodidad, de sus moldes. El cristiano debe romper sus ideas prestablecidas y prejuicios, abriéndose al mundo, porque si no conocemos al otro, su realidad… no podemos ayudarle”. Ignasi García.

30 Ago 2021

Recuerdan a Mons. Atanasio Jaúregui, primer obispo de Yurimaguas, como parte del Centenario del vicariato

A través de un sencillo homenaje, donde se develó una placa en su memoria, se ensalzó la figura del religioso pasionista que llegó a Perú en 1912 y, en 1921, fue nombrado como primer responsable de la entonces Prefectura Apostólica de San Gabriel del Marañón

“Tenía una personalidad un tanto reservada, intuitiva, como quien ve las cosas con claridad y optimismo, desde un fondo de cierta reserva. Muy inteligente, autodidacta, consiguió una brillante cultura por medios personales. Poseía una biblioteca privada con libros muy selectos. Firme y constante en su piedad personal. Celoso pastor. Durante toda su vida, hasta la última enfermedad, dirigió personalmente la catequesis de la catedral. Se sentaba todos los días antes de la misa en el confesionario”. De esta forma se describe en el libro “Una Esperanza en la Amazonía. Los Pasionistas en la selva peruana” la figura de Mons. Atanasio Jauregui Goiri. En una publicación más reciente sobre la Historia del Vicariato de Yurimaguas, en el marco del Centenario que se celebra este año 2021, se indica que fue el “primer responsable de esta ‘chacra’ del Señor’ considerando que hace justo un siglo, en 1921, fue designado como Prefecto Apostólico de San Gabriel del Marañón, jurisdicción eclesiástica que, en 1936, pasaría a ser el actual Vicariato de Yurimaguas.

Monseñor Atanasio Jauregui junto a sus compañeros pasionistas Gabino Zugazaga, Juan Primo y Matías Irazábal. Foto: Euskal Kultura

Precisamente en el marco de este siglo de caminar evangelizador y misionero es que hoy, 30 de agosto, la capital de Alto Amazonas ha rendido un sencillo pero emotivo homenaje a la figura de este religioso pasionista que en 1912 dejó sus orígenes y se enraizó en la Amazonía. El recuerdo ha consistido en la develación de una placa bajo el busto de bronce que le recuerda en la plaza que lleva su nombre y la fecha no ha sido casual: un 30 de agosto de 1957, hace 64 años, fallecía.

El acto ha estado oficiado por el actual obispo, Mons. Jesús María Aristín, quien ha ensalzado la figura de Jáuregui. “Es un deber que le recordemos en este día no solo porque fuera nuestro primer obispo, sino porque hizo una labor enorme con una espiritualidad y una fuerza encomiable”, ha dicho, “sé que desde el Cielo nos protege y le pido que bendiga nuestro vicariato y nos ayude para seguir trabajando por la justicia social”.

27 Ago 2021

“Necesitamos que la Iglesia nos escuche, forme y acompañe en el camino”. El pedido de pueblos indígenas y campesinos del Perú ante la Asamblea Eclesial

El Foro Virtual ‘Escucha de los Pueblos. Hacia una agenda con las Iglesias’ desarrollado el 25 de agosto sirvió como punto de encuentro y diálogo entre representantes amazónicos y andinos para compartir experiencias y consensuar reflexiones y pedidos que lleguen, desde el Perú, hasta toda la Iglesia Latinoamericana

Bajo la premisa de que “todos somos compañeros de camino” y con el anhelo de “conocer cuál es el rostro de nuestra Iglesia que desean y necesitan nuestros pueblos indígenas y campesinos” se desarrolló el último miércoles 25 de agosto el Foro Virtual denominado ‘Escucha de los Pueblos. Hacia una agenda con las Iglesias’. Las palabras entrecomilladas se escucharon durante el saludo de bienvenida y las pronunció el padre Enrique Gonzáles, presidente de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS). Esta institución, junto con la Red Eclesial Panamazónica en Perú, la Red Iglesias y Minería y el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica, fue la encargada de organizar y convocar el mencionado evento que congregó, desde diferentes puntos del Perú, a una veintena de representantes indígenas amazónicos, andinos y campesinos.

Con los oídos, la mente y el corazón dispuestos a escuchar es que los miembros de la Iglesia presentes, como la teóloga y religiosa Birgit Weiler, los obispos de Jaén y Caravelí, Mons. Alfredo Vizcarra y Mons. Reinaldo Nann, y el personal de CEAS y REPAM-Perú, recibieron en este encuentro a quienes se deseaba, sobre todas las cosas, escuchar. “Escucharse mutuamente significa que el uno está dispuesto a aprender del otro. Les invito a que este espacio sea de aprendizajes mutuos a la escucha. Construyamos una Iglesia que realmente sea fiel a Jesús”, pidió Weiler. “Lo principal es escucharles, es la esencia de este momento”, complementaba desde CEAS Javier Jahncke.

Afiche de convocatoria del foro.

Organizados en cuatro grupos y tras cerca de una hora de diálogo interno llegaban esas respuestas. Nacían desde la realidad del pueblo Awajún, desde la selva norte; del asháninka, desde la selva central; y del Amahuaca o el Harakbut, desde la región Madre de Dios. Pero también desde humildes rincones de provincias costeras y andinas, como Piura o la Libertad. Una amalgama de procedencias que, pese a las distancias culturales y geográficas, encontraba rápidamente varios puntos en común para responder, casi a una misma voz, a las tres preguntas planteadas:

  1. ¿Qué nos dicen hoy los gritos de nuestros pueblos y nuestra Madre Tierra?
  2. ¿Cuáles son los temas de agenda que tienen nuestros pueblos que pueden apoyarse desde nuestras Iglesias?
  3. ¿Cuál es el rostro de iglesia que buscan nuestros pueblos?

Una Iglesia que acompañe en el camino

Los retos son enormes. Para la Iglesia, pero también para los pueblos. Son tan enormes como las amenazas que acechan y se incrementan bajo un mismo patrón extractivista que explota sin pudor los recursos naturales del país, sin importar el daño a la Casa Común ni a los pueblos que la habitan. Sin importar ni siquiera el futuro de las nuevas generaciones. En esa línea la petición fue unánime: se necesitan que las iglesias, tanto la católica como otras presentes, sean defensoras y compañeras. También que formen y que asesoren, que tengan preocupación, cercanía y empatía para estar firmes en la defensa de los derechos humanos y en la denuncia de cualquier tipo de explotación y violencia.

“Ahora sí veo, en esta Iglesia, que hay un buen grupo de personas que está tratando de comprender al hermano indígena, que sabe que es importante defender y denunciar las injusticias, pues el que mira y no dice nada es cómplice”, aportaba Yésica Patiachi, representante del pueblo Harakbut de Madre de Dios y asesora de la REPAM, “yo espero que la Iglesia continúe y fortalezca la alianza que el Papa estableció en Puerto Maldonado, que no se quede como observadora sino que acompañe en nuestros procesos. Por ejemplo, lo viene haciendo el cardenal Pedro Barreto, que cuando se da un conflicto da su manifestación, ese pequeño gesto tiene gran importancia porque lo que él dice es escuchado. Sí creo que la iglesia y los pueblos indígenas podemos caminar de la mano”.

Desde el río Cenepa, en Amazonas, frontera con Ecuador, también hubo representación en el foro.

Como portavoz y representante de la Iglesia Amazónica el obispo de Jaén y presidente de REPAM-Perú, Mons. Alfredo Vizcarra, exhortaba a la creatividad para que la Iglesia sea capaz de responder al pedido de los pueblos indígenas. Y es que la ausencia de vocaciones lleva a pensar en otra Iglesia más apegada a la realidad y, sobre todo, más inculturada. También llamaba a la unión entre iglesias hermanas porque todos sufrimos y luchamos “contra las mismas problemáticas”. Por su parte el obispo de Caravelí, Mons. Reinaldo Nann aseguró que "se necesita un mayor compromiso de la Iglesia peruana en favor de los pueblos indígenas y seguir con lo que manifiesta el Papa Francisco en su Magisterio, en defensa de la Casa Común".

Pastor Rafael Goto: “He aprendido mucho de ustedes”

En calidad de representante del Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP), participó en este foro el pastor Rafael Goto, cuyas impresiones enfatizaron en tres puntos principales. De un lado indicó que el acompañamiento a las comunidades en su lucha por la existencia y la defensa de la tierra debe trascender lo puramente eclesial y moral para tener una dimensión política. Como segundo punto enfatizó en que, como escuchó de los propios representantes indígenas, debe ser clave “respetar la espiritualidad, liberándonos de toda actitud colonizadora”. Para ello recordó que el Evangelio “nos enseña a descubrir en el otro el rostro de Dios, no porque sea igual, sino porque es prójimo, porque el otro también es humano”.

El tercer punto que destacó el pastor evangélico fue la frase que pudo escuchar de boca de la mencionada Patiachi quien, durante el trabajo grupal, comentó que la Iglesia no debe ver a los indígenas como “los pobrecitos”, sino como “sujetos que deben asumir y protagonizar su propia historia”. En esa línea compartió la idea de que las iglesias, como ya se dijo, deben ser compañeras de camino. “Me encantó estar con ustedes, he aprendido en menos de dos horas mucho y lo sumo a todo lo que lo que el padre Jaime Regan me enseñó en la universidad sobre Antropología Amazónica”, concluyó.

23 Ago 2021

Nuestra Casa Común: Sugerencias para su cuidado desde tres lenguas indígenas

“Dios nos colocó en el Jardín del Edén y debemos dejar este mismo Jardín del Edén a las generaciones que nos siguen”.

Por: Miguel Ángel Cadenas, obispo del Vicariato Apostólico de Iquitos

El mundo en el que vivimos no es nuestro, es de Dios. Él nos colocó en el jardín del Edén para que lo cuidemos. Esta idea ya está en el Génesis (2, 15). Nuestra tarea es dejar a nuestros hijos un mundo en las mismas condiciones que hemos encontrado. Y, si podemos, mejor incluso que el nuestro. Pero cabe preguntarnos, ¿qué es “cuidar”? Para responder nos vamos a servir de tres idiomas amazónicos. Gracias a ellos podemos percibir diversos matices en el “cuidar”. En los tres idiomas elegidos existe más de una palabra para expresar qué significa “cuidar” y esto nos indica, por tanto, la importancia que esta idea tiene para los pueblos indígenas.

Comenzamos con el idioma ikito, una lengua en serio peligro de extinción. Según datos del Ministerio de Cultural del Perú, apenas 500 personas manifestaron poder hablarla en el último censo del año 2017. Hasta cuatro términos encontramos entre los ikito que evocan la intención de cuidar de algo o de alguien.

  1. Cariiniini’: cuidar algo, en el sentido de mirar fijamente a alguien o algo.
  2. Cut++t++ni’: cuidar a una mujer que está dando a luz.
  3. Imaani’: [un animal] pone un huevo y lo cuida.
  4. Tasiitaani’: cuidar un objeto como una casa o una presa para que no se pierda.

Podríamos comentar varias cosas sobre esto, pero nos centraremos en una sola. Para los ikito es fundamental conservar la vida: tanto de los animales que ponen un huevo y lo cuidan, como de las mujeres en situación de parto. Es tan importante que tienen una palabra propia para cada uno de esos momentos. Pero hay todavía más. ‘Cum+t++ni’ significa “hacer crecer, criar a un niño o un animal cuya madre ha muerto, en el parto por ejemplo”. La vida, nuevamente, se pone por encima de todo. Más aún hoy, en tiempos de violencia contra las mujeres y los niños, conviene recordar particularmente este significado.

Vayamos ahora al idioma huitoto-muinane. En este caso encontramos, al menos, tres vocablos:

  1. Acádotde’: cuidar en el sentido de aguardar.
  2. Acádua+bitde’: venir para aguardar o cuidar.
  3. Jooc+(de)’: guardar bien, tener cuidado y vigilancia de muchos.

De nuevo, de entre muchos posibles comentarios, elegiremos uno. Para el pueblo Huitoto cuidar está relacionado con la espera, aguardar, indicando que cuidar no es un asunto puntual y rápido, sino que exige dedicar tiempo.

En tercer lugar, analicemos qué nos dice el idioma kukama.

  1. Aipata’: cuidar, criar en el sentido de hacer crecer. Se utiliza para hijos/personas, animales y plantas.
  2. Mainani’: cuidar en el sentido de proteger. Se aplica a plantas, ancianos, enfermos, animales (a todos los que no se pueden valer por sí mismos).
  3. M+mara’: criar, domesticar, amansar, en el sentido de cuidar, proteger y alimentar, se aplica a los animales y plantas pequeñas.

Aquí comprobamos cómo ‘aipata’, para los kukamas, significa ‘cuidar en el sentido de criar’. Y es que los kukama consideran esta tarea tan importante que la extienden a los niños, a los animales y a las plantas. De ahí que maltratar animales y plantas sea tan grave como maltratar a una persona.

En este breve análisis es evidente que dejamos muchos matices. Sin embargo, con un simple vistazo al diccionario se confirma y se aprecia, por ejemplo, la importancia que para los pueblos indígenas tiene cuidar a las mujeres en el momento del parto, según nos recuerdan los ikito. En estos tiempos en que algunos de sus compañeros las abandonan, es una llamada a la responsabilidad. Del mismo modo, vivimos en una época de prisas, estrés y ansiedad. En contraposición a ello, los huitoto-muinane nos indican también la importancia de dedicar tiempo al cuidado. Necesitamos concentrarnos en lo que estamos haciendo y hacerlo bien. Por último, los kukama nos recuerdan que la vida no es únicamente la atención al ser humano porque, de igual manera, debemos tratar a plantas y animales.

Y de los idiomas indígenas a las investigaciones actuales. Ya hace años que los pescadores denuncian que, cuando revisan sus trampas, no solo pescan peces, pues también estas agarran plásticos de todo tipo y origen. Pero vamos más allá de los ríos. Científicos del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) han encontrado microplásticos en los peces que se venden en los mercados de Iquitos. Así están las cosas. ¿Todavía quedan dudas? Es urgente: Necesitamos cambiar nuestro estilo de vida y evitar los plásticos.

Y en momentos de pandemia, otro ejemplo más: Los síntomas en las personas que padecen covid-19 y habitan en espacios con peor calidad de aire (dióxidos de nitrógeno que producen los buses, motocarros, motos…) se agravan más, hasta poder llegar a morir. Necesitamos otros modos de transportarnos en las ciudades y en los ríos. Es tiempo de un cambio de matriz energética.

Un tercer ejemplo: durante la última década la selva amazónica libera más cantidad de dióxido de carbono a la atmósfera de la que absorbió, debido al cambio climático, la deforestación y los incendios.

Y, por último: la basura. Hay que colaborar entre todos: consumir menos y sacarla a su debido tiempo. Pero, además, necesitamos plantas de tratamiento de aguas residuales que regeneren las aguas antes de ser vertidas al río. Urge tomar medidas.

Dios nos colocó en el Jardín del Edén y debemos dejar este mismo Jardín del Edén a las generaciones que nos siguen.