El evento tendrá lugar del 21 al 23 de julio de manera virtual, de 15:00 a 17:30 (Colombia) vía plataforma Zoom.
Por Carmen Julia Luján (REPAM)
La Red Itinerante, la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), y la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR) ponen a disposición un espacio de formación denominado “Avancen para aguas más profundas, y lancen la tarraya para pescar” .
El objetivo es ayudar a discernir la misión de la Red Itinerante desde un marco de visión panamazónica; desde la misión como la itinerancia en servicio complementario a los otros servicios institucionales e insertos en la misión de la Iglesia en esa región, y desde un cuerpo en Red, es decir, en sinodalidad.
Esta primera formación se la concibe como punto de partida que ayudará en el proceso de construcción de la Red Itinerante. También está destinada a nuevos participantes e instituciones interesadas en el servicio de itinerancia.
El evento tendrá lugar del 21 al 23 de julio de manera virtual, de 15:00 a 17:30h (Colombia) vía Plataforma Zoom.
Mons. Jesús María Aristín visitó el distrito de Balsapuerto para participar junto a los fieles de una sencilla, pero muy emotiva celebración con motivo de los 100 años de presencia de los misioneros pasionistas en la zona. Se inauguró un busto del padre Román Villa y se presentó al equipo parroquial.
Con el recuerdo presente del padre Román Villa, quien fuera párroco durante 25 años en la zona y que estuvo presente a través de la inauguración de un busto en su honor, Balsapuerto celebró este último fin de semana el Centenario del Vicariato de Yurimaguas con la presencia de su actual obispo, Mons. Jesús María Aristín. Con sencillez y profunda espiritualidad desde la Parroquia Santo Tomás se agradeció a Dios por estos últimos cien años de acompañamiento a la población local a través de decenas de misioneros y misioneras que han dedicado gran parte de su vida a ello.
“Terminando la bendición del busto en homenaje al padre Román tuvimos la Misa Jubilar en la que se dio gracias a Dios por los misioneros que tuvimos y, se presentó al equipo parroquial que hoy sigue la tarea evangelizadora”, explica desde Balsapuerto la hermana María Luisa Maduell, “hoy podemos decir que lo que iniciaron los Pasionistas hace tantas décadas ha dado frutos y hoy tenemos un equipo grande de evangelizadores”.
Este equipo, integrado por hombres y mujeres muy comprometidos, está conformado por animadores cristianos, catequistas, profesores, padres y madres de familia y jóvenes. “Ellos son hoy los que impulsan la evangelización anunciando a Cristo con su testimonio valiente, entregado y sincero”, opina Maduell.
Esta labor también fue reconocida y fortalecida con la presencia de Mons. Aristín, quien les dio palabras de aliento para continuar en este buen camino y servir a Dios a través del apoyo y el amor al prójimo. De hecho, una representación de todos ellos subió en un momento de la ceremonia al presbiterio para que Monseñor les conociera de cerca y les diera su bendición. Asimismo, les hizo entrega de un pequeño Crucifijo, símbolo del Centenario.
Además esta visita del máximo representante del vicariato coincidió con la celebración de Santo Tomás Apóstol, patrón de Balsapuerto, el 3 de junio, así como con la inauguración del nuevo colegio construido por el Gobierno Regional y que a partir de ahora brindará unas condiciones más dignas para la formación de más de 600 alumnos.
Celebraciones por la inauguración del nuevo colegio construido por el Gobierno Regional y Santo Tomás Apóstol, patrón de Balsapuerto, Vicariato Apostólico de Yurimaguas.
El conocimiento que los pueblos indígenas tienen de la naturaleza debe ser compartido dentro de las estructuras eclesiales para avanzar en el proceso sinodal en claves interculturales.
La líder indígena de Ecuador y defensora de los derechos humanos y de la mujer, Patricia Gualinga, considera que la Amazonía debe hacer incidencia en otros espacios, como la Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, mediante la experiencia de escucha territorial que llevó adelante el Sínodo Amazónico en 2019.
“La iglesia, en la experiencia del Sínodo celebrado, escogió a los más lejanos, a los más humildes. La Amazonia debe hacer incidencia en otros espacios llevando la experiencia de la escucha territorial”, aseguró.
De esta manera, indica, el conocimiento que los pueblos indígenas tienen de la naturaleza debe ser compartido dentro de las estructuras eclesiales, debe ser escuchado, acoplado, es decir, avanzar en el proceso sinodal en claves interculturales.
Según Gualinga, es necesario continuar el proceso de “escucharnos” para una transformación profunda y de incidencia.
“Confió de que el Espíritu pueda guiarnos, que se pueda ir amazonizando a otros espacios donde la relación con la naturaleza, el cuidado de la Casa Común, la exigencia de derechos sean parte fundamental de la Iglesia como hermanos y hermanas”, indicó.
Patricia Gualinga también es miembro de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) como representante de los pueblos indígenas. Participó del Foro “Construyendo Nuevos caminos para la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe” realizado el 28 de junio por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
La emergencia sanitaria sigue siendo prioridad. En esa línea, en el sur de la Amazonía Peruana la Iglesia continúa acompañando a las comunidades indígenas para mitigar los efectos del virus a través de talleres de capacitación dirigidos para agentes comunitarios. Ellos y ellas replicarán lo aprendido y realizarán vigilancia comunitaria
En grupos pequeños, para evitar los contagios y resguardar la salud de los participantes, se inició recientemente el “Taller de Formación de Agentes Comunitario de Salud” en Puerto Maldonado. Una iniciativa liderada por Cáritas Madre de Dios para la que se convoca a delegados de las comunidades nativas de la región a fin de adquirir nuevas herramientas que les permita brindar atención primaria, impulsar la participación comunitaria y promover conductas de prevención y autocuidado. En la primera sesión fueron las comunidades nativas de El Pilar, Santa Teresita, Tres Islas, Infierno y San Jacinto las convocadas. En los próximos días se continuarán con más delegados y representantes indígenas.
En el primer taller se convocó a los representantes de las comunidades nativas de El Pilar, Santa Teresita, Tres Islas, Infierno y San Jacinto.
“Estos eventos nos fortalecen aprendemos sobre temas de salud y los trasladamos a nuestras comunidades nativas para combinar nuestros conocimientos en medicina ancestral con la occidental. Durante la época fuerte del Covid, he estado casa por casa, apoyando a mis comuneros para curarnos de esa enfermedad que nos atacó”, relató Vilma Payaba Cachique, vicepresidenta de la comunidad nativa Tres Islas.
Identificación de enfermedades prevalentes en la comunidad, primeros auxilios e intercambio de conocimientos en medicina tradicional con un enfoque especial en prevención contra la Covid- 19 son los temas centrales que se abordan, sin olvidar la importancia de la medicina alternativa ancestral en la lucha de los pueblos indígenas para enfrentar a este virus.
Cabe mencionar que esta actividad se desarrolla en el marco del proyecto “Prevención y Atención por la pandemia del Covid- 19 en Perú”, impulsado por Cáritas Madre de Dios y Cáritas del Perú con el apoyo de Cáritas Alemania y la Arquidiócesis de Friburgo. Asimismo, se trabaja de manera articulada con la Dirección Ejecutiva de promoción de la Salud de la Diresa Madre de Dios y la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (FENAMAD).
El componente intercultural está considerado constantemente dentro de los “Talleres de Formación de Agentes Comunitario de Salud”
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Nota elaborada con información de Cáritas Madre de Dios.
La solidaridad de la iglesia amazónica peruana continúa. Ahora, muy pendientes de los procesos de vacunación, existen varias iniciativas. Una de ellas en la selva de Huánuco. Gracias a la parroquia Jesús Salvador de Aucayacu y la ayuda de la cooperación internacional, el puesto de salud de Pucayacu, provincia de Leoncio Prado, recibió una refrigeradora horizontal para vacunas marca Haier HBC-150, tipo ICE LINE y tres termos porta vacunas.
“Nos sentimos muy emocionados y orgullosos por este gran esfuerzo que ha hecho el equipo de gestión de la parroquia Jesús Salvador, a través de la congregación de los misioneros Oblatos de María Inmaculada del Perú […] Ahora con este instrumento nos están dando mayor facilidad en bien de la población pucayaquina. Tenemos ahora tres thermos portátiles y una conservadora de vacunas. Esto nos va a ayudar bastante en el sistema de inmunización que estamos trabajando con los adultos mayores y la población”. Con esas palabras agradecía el obstetra Pepe Antonio Dextre Martínez, jefe de la red de salud de Pucayacu, en la selva de Huánuco, la donación realizada por la parroquia enmarcada en la Diócesis de Huánuco y la ONG italiana PRODO CS hace pocos días. Y es que, como bien se conoce, uno de los mayores problemas para afrontar cualquier tipo de campaña de vacunación en la Amazonía es, precisamente, la conservación de los insumos porque las cadenas de frío existentes no reúnen las condiciones que la vacuna contra la Covid-19 requiere.
Además del representante de salud, la ceremonia oficial contó con la presencia del P. Edgar Nolazco, OMI, los representantes de la Red de Salud de Leoncio Prado, el señor Eloy Malpartida, teniente gobernador de la localidad de Pucayacu, el representante del municipio distrital y el equipo de profesionales de salud que atienden el Puesto de Salud de este distrito. El representante de la Iglesia en la zona agradeció al personal de salud por su trabajo y disposición, resaltando la vocación de servicio.
“Siempre estamos atentos porque hay una cercanía, hay un conocimiento del trabajo que ustedes realizan, que se entregan en esta labor ardua de todos los días de cuidar a nuestro pueblo en la salud. Entonces, animarlos en el trabajo que hacen ustedes en Pucayacu, en sus caseríos y en sus comunidades. No es un trabajo fácil, lo sabemos muy bien. Es un trabajo de mucha exigencia, de entrega constante y eso es vocación. A pesar de las carencias o de los descuidos de las autoridades, ustedes están aquí presentes, constantes, haciendo su labor profesional”, resaltó el misionero.
Luego del agradecimiento por la donación que se compone de una refrigeradora horizontal para vacunas marca Haier HBC-150, tipo ICE LINE y tres thermos porta vacunas, el jefe de la micro red de salud de Pucayacu compartió su preocupación acerca de las campañas de vacunación que se vienen realizando a los adultos mayores en el distrito. Señaló que han crecido las brechas de vacunación respecto de la primera a la segunda dosis, los adultos mayores “no vinieron, pero igual nosotros estamos haciendo seguimiento en sus domicilios con el equipo de vacunación”.
Cabe mencionar que el puesto de salud de Pucayacu (que atiende unas 21 comunidades del distrito) es uno de los cientos de establecimientos de salud que hay en la región amazónica que no cuentan con los recursos suficientes para enfrentar de la mejor manera el proceso de vacunación contra la #Covid19. Se constató la falta de equipamiento, de movilidad y combustible para el traslado del personal y así llegar a los rincones más alejados de las fronteras.
Donación de una cadena de frio para el puesto de salud de Pucayacu, provincia de Leoncio Prado, en Huánuco. Foto: Radio Amistad, Aucayacu.
Al menos 80 mujeres de la Panamazonía, Latinoamérica, Norteamérica y Europa se reunieron en un espacio de escucha, reflexión y elaboración de propuestas en camino al proceso de escucha de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe 2021.
En el Foro Temático de Mujeres en la Panamazonía “desde y para las mujeres” desde testimonios, misiones y sueños se plantearon propuestas para que la Iglesia pueda vivir una sinodalidad más encarnada. Mediante la reflexión por grupos, pero también desde una reflexión plenaria se evidenció que aún queda mucho para construir y trabajar a futuro
Para la misionera laica María Eugenia Carrizo el evento fue un momento enriquecedor donde se pudo compartir y reflexionar sobre la iglesia que se sueña y sobre los desafíos de ser una iglesia de rostro plural y diverso.
“Creemos que esto que hoy vivimos es simplemente un atisbo de la iglesia que soñamos en cuanto a participación y posibilidad, y no será el primer encuentro que tendremos las mujeres que vivimos en la Amazonía, sino que es la puerta que nos abre a nuevos horizontes”, aseguró.
Para Carrizo las propuestas generadas en el foro no tienen que ver con una iglesia clerical estructurada, sino una iglesia de discípulos en condiciones de igualdad en donde todos trabajan en la construcción del reino.
El evento buscó generar un espacio de reflexión y de escucha con, por y para las mujeres y, de esta manera, se conoció sus preocupaciones y propuestas para encaminar su plena participación en la iglesia y la sociedad. Esta actividad fue organizada desde el Núcleo de Mujeres de la REPAM y se realizó de manera virtual este 24 de junio.
En el frontis del centro de salud de Caballo Cocha, se celebró la ceremonia de entrega de una planta de oxígeno que permitirá abastecer a la población de 48 balones de 10 m3 por día, lo cual constituye un importante avance en la lucha contra la pandemia COVID-19 en la provincia fronteriza de Ramón Castilla, en Perú, muy cercana a los países vecinos de Colombia, a través de Leticia, y Brasil, cuya ciudad más cercana es Tabatinga.
La planta llegó a través de la iniciativa “Respira Perú” de la Conferencia Episcopal Peruana y fue entregada por la hermana Martha Alicia Reynoso HFJC, responsable del puesto de misión de Caballo Cocha, junto con el diácono Jovino Arimuya, ambos en representación de Mons. José Javier Travieso Martín, obispo del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas y autoridad de la Iglesia católica en la región.
Los representantes presentes en este evento agradecieron a la Iglesia su preocupación en favor de la población, que ha sufrido y sigue sufriendo en esta pandemia, y enfatizaron que “gracias a Dios ya tenemos la planta oxígeno que abastecerá las necesidades de los pacientes que todavía siguen afectados y los que están en recuperación del COVID”. También expresaron que Caballo Cocha ya está preparada para enfrentar la siguiente ola que se avecina.
El alcalde provincial no accedió a firmar el acta de entrega en público, aduciendo que no se firma un documento en la calle. De hecho, los días anteriores había manifestado a la población que por su medio se logró todo, puesto que tocó muchas puertas. Esto puede corroborarse en la página web municipal, donde se lee que “la MPMRM (Municipalidad Provincial de Mariscal Ramón Castilla) entrega planta de oxígeno”, o que “la autoridad municipal concretó este logro”.
En la ceremonia de entrega, sin embargo, aceptó y declaró que la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) es quien hizo posible obtener esta planta de oxígeno. La realidad se visualizó en la firma del acta de entrega, verificada horas más tarde, en la que el alcalde rubrica que recibe de la CEP, a través del Vicariato representado por la hna. Martha Reynoso, la planta de oxígeno, en cesión de uso por un año.
Los equipos, que se siguen fabricando con la pretensión de alcanzar los 7.000, han sido diseñados en Loreto íntegramente. Tienen una placa solar incorporada y su carcasa es de un material biodegradable. Representantes de más de 40 comunidades indígenas y ribereñas participaron en el acto de entrega. Las radios llegarán hasta aquellas familias que, al menos, tienen un hijo o hija en edad escolar.
Todo arrancó de una creciente preocupación puesta en común. "Llevo meses soñando este momento, desde septiembre de 2020 cuando con el padre Miguel Ángel, Oraldo Reátegui y Dante Encinas nos lanzamos a conseguir radios solares y ecológicas y que, así, los niños y adolescentes pudieran seguir ‘Al Son del Manguaré’ para estudiar". El administrador diocesano del Vicariato de Iquitos, el misionero agustino Miguel Fuertes, confiesa que él es la voz pero que tras esta iniciativa existen decenas de personas que, desde su espacio, han aportado su granito de arena. ¿La aventura? Confeccionar y regalar cientos de radios ecológicas, con un mecanismo de placas solares, para que miles de niños y niñas en decenas de comunidades indígenas y ribereñas de Loreto puedan, por este medio, acceder a un derecho fundamental: la educación.
La entrega de 1,200 radios realizada esta semana es solo el inicio. “Seguimos trabajando para tener cuanto antes muchas más”, apuntó Fuertes en un sencillo acto de entrega, en el Complejo Centenario de los Padres Agustinos, en Iquitos, con la participación también del obispo electo, Miguel Ángel Cadenas, la jefa del Área de Gestión Pedagógica de la UGEL Maynas, Sandra Huamán, y el ingeniero Dante Encinas, además de representantes de unas 40 comunidades. A ellos y ellas les pidió que transmitan “a las familias de sus comunidades todo el esfuerzo que hay detrás de estos pequeños receptores”. Las palabras del padre Miguel Miguel reiteraban su visión, y la de todo el Vicariato de Iquitos, de que la educación es la base para salir adelante en la vida. Palabras que también reafirmaban el compromiso histórico de la Iglesia con la educación, con los niños y niñas. Todo por ellos, todo “para que los niños y jóvenes de la región Loreto tengan las mismas oportunidades que los demás”.
Foto: Vicariato Apostólico de Iquitos.
Cabe mencionar que estas radios han sido diseñadas y fabricadas íntegramente en Iquitos desde el mes de enero. El creador ha sido el ingeniero Dante Encinas. “Él hizo la placa madre y todo el diseño. Tiene una placa solar incorporada en la parte superior que carga con una batería. También se puede recargar con luz eléctrica porque tiene entrada USB y es ecológica porque la carcasa de la radio es una especie de cartón prensado que, cuando se boten, se irá degradando y no contaminará la Amazonía”, detalló el padre Miguel. Además, adelante tiene un foco led para ayudar con la iluminación en las noches.
Objetivo: eliminar brechas
El reto es calibrar la balanza en las zonas rurales de la Amazonía, para que, al igual que en las zonas urbanas, se pueda contribuir a que se cierren brechas en el acceso a la educación. “El objetivo es que quienes no tienen otros medios puedan tener una radio solar, para que de esa forma puedan seguir los programas del Ministerio de Educación, no pierdan el año escolar, y no queden desfasados con el resto de niños y adolescentes que sí pueden seguirlo porque tienen más posibilidades”, explicó.
Gracias al aporte de la gente de buena voluntad que mostró su preocupación por la educación se hizo posible esta primera entrega. Ahora se tiene la esperanza de poder ensamblar, como mínimo, otros 7000 radio-receptores y conseguir un transmisor de AM de 25 kw que cubra prácticamente toda la región Loreto. En esa línea, se busca también la generación de más de 20 puestos de trabajo para apoyar a las familias y que, además, las instituciones estatales y las privadas, además de la iglesia, puedan tener un medio de comunicación con los pueblos de la región, especialmente con los más alejados.
Los vicariatos apostólicos de Puerto Leguízamo-Solano (Colombia) y de San José del Amazonas (Perú) han hecho oficial lo que ya era realidad: un equipo intervicarial, integrado por misioneros de las dos iglesias, que trabaja a la vez en las dos orillas del río Putumayo con un proyecto compartido. Una experiencia prototípica y revolucionaria que responde al pedido del Sínodo de la Amazonía de superar fronteras y generar redes de apoyo y espacios sinodales entre iglesias vecinas, persiguiendo el sueño de ir plasmando una Iglesia con rostro amazónico y con rostro indígena.
Por: César Caro (Vicariato San José del Amazonas)
Frente a Soplín Vargas, en el lado peruano del alto Putumayo, está Puerto Leguízamo, capital de la orilla colombiana. Funciona como un pulmón económico para esta zona, la gente va y viene para comprar, visitar a los parientes, ir al médico… La moneda en ambas márgenes es el peso colombiano, muchas personas tienen las dos nacionalidades, todo está conectado, y poco a poco la iglesia lo va entendiendo y viviendo.
Leguízamo es la sede del Vicariato de Puerto Leguízamo-Solano, de Colombia, y Soplín Vargas pertenece al Vicariato San José del Amazonas, de Perú. Desde hace algunos años estas dos jurisdicciones han ido estrechando lazos y concretando modos de colaboración a través de los Misioneros de la Consolata como hilo conductor: ellos tienen a su cargo el vicariato colombiano, con su obispo Mons. Joaquín Pinzón a la cabeza, y están presentes en el vicariato peruano, donde el misionero Fernando Flórez, colombiano y miembro de este instituto, es el responsable del puesto de misión de Soplín.
Ir con Fernando a Leguízamo es acompañarlo a su casa. Allí están sus compañeros y compatriotas, además de su amigo y antiguo formador Joaquín, el obispo. Esa cercanía, junto con el convencimiento de que “el río no nos separa, sino que nos une” es la que ha ido haciendo fluir las buenas relaciones y el trabajo conjunto entre las dos iglesias. Fernando lleva tiempo echando una mano en el lado colombiano, y a la vez cuenta con gente de allí para ir haciendo realidad el proyecto “Misión Putumayo” en la orilla peruana.
Lo vemos en Puerto Lupita. La señora Tania Ruiz, colombiana, es la responsable del proyecto en esta población cercana, pero peruana. A través de mingas formativas, talleres, reuniones y diversas actividades, se buscafortalecer a los líderes de la comunidad, empoderar a las mujeres y caminar hacia la recuperación de la cultura originaria, en este caso kichwa, mediante la artesanía, la danza y por supuesto el idioma. El equipo de facilitadores, que incluye al sabedor de la lengua, procede del vicariato vecino. Es una evangelización de primera línea que no comienza por los sacramentos o la doctrina, sino que busca puntos de encuentro e interés como el cuidado de la casa común.
Para apostar por este trabajo con las comunidades en toda la cuenca, y en ambos lados, el obispo de Puerto Leguízamo, Mons. Joaquín, ha dado un paso decisivo: mediante un decreto, ha creado un nuevo puesto de misión en su jurisdicción, un territorio aproximadamente gemelo del puesto de misión peruano de Soplín Vargas, y ha encomendado su cuidado pastoral a Fernando Flórez (que pertenece a San José del Amazonas – Perú) y a Alejandro Sánchez, diácono diocesano de etnia murui que pertenece a Puerto Leguízamo – Colombia).
El obispo ha hecho oficial lo que ya era realidad: un equipo intervicarial, integrado por misioneros de las dos iglesias, que trabaja a la vez en las dos orillas con un proyecto compartido. Claro que técnicamente él no puede dar un oficio a un sacerdote que no es suyo, ni destinar a su diácono al vicariato vecino, pero el documento dice “en estrecha comunión pastoral”, a buen entendedor pocas palabras bastan. Y así lo conversamos profusamente él y yo, obispo de Puerto Leguízamo y vicario general de San José del Amazonas, en una agradable cena entre hermanos en su casa, entusiasmados por lo conseguido y por las perspectivas.
Realmente se trata de una experiencia pionera y revolucionaria que responde al pedido del Sínodo de la Amazonía, que en el número 112 del Documento Final propone “replantear la forma de organizar las iglesias locales, repensar las estructuras de comunión en los niveles provinciales, regionales, nacionales y, también, desde la Panamazonía. Por ello, es necesario articular espacios sinodales y generar redes de apoyo solidario.Urge superar las fronteras que la geografía impone y trazar puentes que unan. El documento de Aparecida ya insistía que las Iglesias locales generen formas de asociación interdiocesana en cada nación o entre países de una región y que alimente una mayor cooperación entre las iglesias hermanas (cf. DAp 182)”. Pues he aquí una iniciativa modesta, pero original y rompedora.
Joaquín, hombre tan inteligente como bueno, me entregó el documento a la espera de que por parte de nuestro vicariato haya un reconocimiento especular pero igualmente firme y legal. Somos dos iglesias siamesas, peruana y colombiana, unidas por el alto Putumayo, en la aventura de trabajar juntas como una sola fuerza. Por nuestras venas corre la misma pasión misionera y el mismo sueño de ir plasmando una Iglesia con rostro amazónico y con rostro indígena.Fernando forma parte de Puerto Leguízamo y Alejandro está ya en la lista de nuestro Vicariato San José. Y todos, juntos, pertenecemos a la Amazonía.
Para la misionera Marianella Huapaya, quien acompaña al pueblo shawi de Loreto desde hace 36 años, el principal problema para los pueblos indígenas amazónicos es que desde Lima la selva se conciba como un mercado, ignorando que ahí hay poblaciones con una historia y un proyecto propio de desarrollo. “Cuando un occidental ve un árbol piensa en dólares. Cuando un indígena ve un árbol piensa en su vida, en su historia, se ve ahí reflejado”.
La frase que encabeza este texto pertenece a Marianella Huapaya. Misionera desde hace 36 años esta mujer de baja estatura, mirada humilde y sonrisa sincera atesora en su experiencia grandes enseñanzas de vida. Las que le ha regalado Dios a través del acompañamiento a los pueblos indígenas amazónicos del Vicariato de Yurimaguas, en Perú. Su mayor cercanía es con el pueblo shawi, cuya historia y cultura conoce en gran medida. Incluso ha logrado aprender su lengua, participando en diversas iniciativas de rescate y revalorización cultural de la mano con las instituciones oficiales.
“Como Iglesia el primer reto que tenemos es descubrir cuál es la Buena Noticia en nuestros hermanos. El anuncio de la Palabra debe ir acompañado de otras muchas acciones, sobre todo cuando el pueblo está siendo explotado, sus territorios están siendo invadidos, la petrolera derrama y contamina las fuentes de agua, las personas mueren o llega una pandemia que puede arrasar a la población”, afirma. Para ella esa es la misión, esa es la religión en la que cree y a la que encarna en su día a día. Misión es estar con el pueblo, ver sus necesidades y de su mano solucionar cuantos obstáculos se pongan en el camino por la defensa de su vida y su dignidad.
La hermana Marianella, en el centro, durante el último encuentro de la Pastoral Indígena en enero de 2020. Foto: P. Dinos
“Hay sectores en nuestro vicariato en que la buena noticia es el acompañamiento en la lucha por la defensa de su territorio, de las aguas, evitando la contaminación ambiental”, enfatiza, “todo ello junto con la Palabra de Dios”. Desde su experiencia enumera los múltiples retos que ha constatado en la convivencia con el pueblo shawi. Retos similares a los que han afrontado cientos de misioneros a lo largo y ancho de la Amazonía, siempre con la fe y la ilusión como bandera.
“Cuando el Gobierno no les atendía en salud el misionero tenía que ser enfermero, profesor y todo a la ve. En mi caso he pasado de ser directora de una escuela a enfermera de una comunidad. Sin embargo, con alegría veo que el Gobierno va asumiendo estos servicios y nosotros seguimos ahí, acompañando. Por ejemplo, no dejamos la educación porque sabemos que cuanto más vigilemos vamos a hacer que nuestros hermanos sean protagonistas de su propio desarrollo en el campo de la fe, de la salud, de la educación y todo ello para una mejor calidad de vida”, explica. Al plano educativo centra ella, en la actualidad, la mayor parte de sus esfuerzos en la formación y acompañamiento de profesores bilingües de las escuelas en comunidades del río Paranapura.
Bicentenario del Perú: tiempo de reflexión
Es momento de hacer balance. A pesar de que el contexto social y político está, en cierto modo, empañando la celebración del Bicentenario de la Independencia del Perú, son varios los foros que se desarrollan en diferentes espacios, mayoritariamente virtuales, para abordar y analizar esta señalada fecha. En uno de ellos participó recientemente la hermana Marianella. Allí indicó que las poblaciones indígenas asentadas en la geografía del Vicariato de Yurimaguas, casi todas en la región Loreto, también han experimentado un positivo proceso de independencia al lograr salir, ya en el pasado siglo XX, de los momentos más duros de su historia marcados por las correrías y la explotación del caucho, así como de las reducciones jesuitas cuyo trato hacia el indígena era esencialmente paternalista y aculturador.
“Han logrado pasar a la autodeterminación, a su propia organización y autonomía, a exigir educación en su propia lengua y a contar con profesionales sanitarios de su propio pueblo”, enumera Huapaya, “en ese sentido ya no se sienten la vergüenza del país, algo que celebramos y con mucho orgullo ahora decimos que el Perú es un país plurilingüe y multicultural”.
Para la hermana Marianella hablar de misión en el contexto del bicentenario es reconocer los retos que aún existen y, especialmente, enfatiza, la cuestión de “la presencia”. Una presencia y cercanía sincera y desinteresada de la Iglesia con los pueblos que les “da fortaleza e impulsa a buscar su camino, a tomar sus propias decisiones y, sobre todo, a ir insertándose con su identidad cultural en nuestra cultura, en nuestro país”.
Huapaya lleva 36 años de servicio a la Amazonía. Foto: Cedida
El misionero y la misionera significa, para las poblaciones más alejadas, un soporte y aliado de gran importancia. Históricamente, en la mayor parte de la Amazonía, ha sido así: “Te ven como la persona que les va a ayudar económicamente, en la educación, que les va apoyar, que les va a salvar en los conflictos”. Mientras tanto, indica, la Iglesia intenta ir desde abajo, buscando que sean ellos los protagonistas, formándolos para que busquen lo que necesitan y logren su desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida.
Esto no significa una Amazonía idílica, sino que, a doscientos años de la independencia, queda muchísimo por hacer y los problemas e injusticias del pasado toman hoy nuevas formas y matices: “No podemos negar que estamos enfrentando grandes problemas, sobre todo tenemos que el gran problema territorial que, desde la sociedad de Lima, desde el Gobierno, se vea la Amazonía como el mercado, como la tierra de nadie. Y se olvidan que dentro hay poblaciones que tienen una historia. Poblaciones que buscan su desarrollo y que, desde sus valores, desde su cultura, ellos tienen también un proyecto que tal vez no se parezca tanto al del mundo occidental. Cuando un occidental ve un árbol, ve dólares, ve dinero, ve desarrollo económico. Un indígena cuando ve un árbol ve su historia, su vida, y se ve reflejado en el árbol”.
Reconocimiento e inclusión, dos aspectos clave para el Perú en el año del Bicentenario de su independencia.
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*Nota elaborada con la intervención de la hermana Marianella Huapaya en el conversatorio ‘Amazonía y Bicentenario: Memoria, transformación y compromiso’ el último 16 de junio organizado por la UARM, el CCJPA y el Museo Etnográfico Amazónico.