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11 Abr 2024

«Estaba disponible para quedarme toda la vida»: Dominik Szkatula, una vida de entrega a la Amazonía

La misionera polaca ha dedicado más de cuatro décadas de su vida al servicio de las comunidades más necesitadas en la Amazonía peruana. Desde su llegada al país en 1982, su trayectoria se ha convertido en un testimonio inspirador de amor, servicio y dedicación.

Han pasado más de 40 años desde que Dominik Szkatula llegó al Perú. Con solo 24 años dejó su natal Cracovia y se aventuró a seguir su vocación misionera para empezar una vida de entrega en la Amazonía. Conocida como «Pishcu Chaqui» (pájaro que anda) por su constante movimiento entre las comunidades del Napo, en la frontera entre Perú y Ecuador, Dominik ha dedicado su vida al acompañamiento de los pueblos amazónicos, siendo testigo de las necesidades y desafíos que enfrenta la región.

Su primera misión en Tamshiyacu, cuenta, fue su «primera universidad» al ingresar a la selva. Una experiencia transformadora que marcó el inicio de su compromiso con las comunidades en la Amazonía. Tras tres años de intenso trabajo, el obispo le asignó un nuevo destino en San Pablo, una parroquia con enfermos de lepra. A pesar de los desafíos, Dominik nunca dudó de su labor pastoral. «No sé como explicarlo, pero nunca tenía miedo. No me siento una heroína. Estaba disponible para quedarme toda la vida», sostiene.

Foto: Bea Prusinowska

A lo largo de los años, Dominik ha caminado incansablemente por comunidades remotas, comprometida con llegar a cada rincón del Vicariato San José del Amazonas. Su enfoque en trabajar junto a los pueblos ribereños ha sido esencial para fortalecer los lazos y avanzar en esta labor pastoral. «Estoy sola, pero esto también era una oportunidad para fortalecer un equipo con la gente local: animadores y líderes de federaciones. Es mas fácil estar al encuentro y tender la mano. No hay mal que por bien no venga», dice.

Este compromiso con los más vulnerables es el que le ha valido el reconocimiento de la Iglesia católica, con la entrega del premio nacional «Voz profética de la Iglesia en Pastoral Social, Derechos Humanos y Servicio a los Pobres» 2024 de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS). El galardón lo recibió en marzo pasado, acompañada de su obispo, Mons. Javier Travieso, y los misioneros con los que hace equipo en el Vicariato San José del Amazonas.

Mujeres al frente

Para Dominik, el papel que tienen las mujeres en la Iglesia ha sido fundamental desde siempre. Y más si se tiene en cuenta que, en San José del Amazonas, el 90 % de los misioneros son mujeres. Mujeres con voces que necesitan ser escuchadas. «Las mujeres del lugar no siempre fueron apreciadas y reconocidas por todo el trabajo que cargan desde hace años. Sin aferramos tanto al título o al cargo, porque era un servicio a la comunidad, a la gente. Sin ellas este vicariato no podría continuar», comenta.

Foto: Vicariato San José del Amazonas.

En ese sentido, reiteró que para una Iglesia más sinodal y en salida, se deben escuchar y considerar en las decisiones los aportes de las mujeres. «Nos felicitan por el trabajo, nos invitan a colaborar, pero después nuestras decisiones no son respetadas hasta el final. Por eso, hace un llamado a la acción, fuerte y claro: «Juntos trabajamos, juntos soñamos, y juntos también decidimos. Debemos ponernos fuertes para que los hombres entiendan que las decisiones son comunes si hablamos de una verdadera iglesia de Jesucristo».

Junto a los pueblos amazónicos

Mirando hacia adelante, luego de ocho años en Angoteros, Dominik se muestra optimista sobre el camino que aún queda por recorrer en el acompañamiento de los pueblos indígenas. Allí, aunque existen varias comunidades evangélicas, igual se les atiende con formaciones en temas como derechos humanos, violencia intrafamiliar, el cuidado de la Casa Común, la ecología integral y el empoderamiento de la mujer indígena. «Ellos nos acogen y con gusto, entonces respondemos como aliados», menciona.

Foto: Vicariato San José del Amazonas.

Ahora, con una visión clara del futuro, Dominik invita a las personas que quieran sumarse al vicariato para continuar con esta labor pastoral. «Queremos aportar a una pastoral indígena más específica, reconociendo todos los esfuerzos que hay y creando una propuesta que responda a esta realidad. Y comenzamos este sueño con una Asamblea de pueblos, donde van a estar presentes nueve etnias en Angoteros. Otra buena noticia es que ya tenemos en lista ya planificado el Congreso de mujeres kichwas», explica.

El viaje de Dominik de más de cuatro décadas por el Amazonas aún continúa. Su dedicación y compromiso con las comunidades más remotas y vulnerables es un ejemplo inspirador de servicio misionero de una laica que llegó al Perú para romper esquemas. Toda una vida de leyenda escrita con sonrisas, creatividad y fuerza.

12 Mar 2024

«Pishcu Chaqui», misionera polaca con corazón amazónico es reconocida por la Iglesia católica

Con el premio "Voz profética de la Iglesia en Pastoral Social, Derechos Humanos y Servicio a los Pobres" en sus manos, Dominik Szkatula, misionera laica con más de 40 años de entrega a la Amazonía peruana, se convierte en un símbolo de compromiso por una Iglesia más sinodal, menos clerical, y con mayor participación de las mujeres.

Toda una vida de leyenda escrita con sonrisas, creatividad y fuerza. Esa es Dominik Szkatula, misionera del Vicariato Apostólico San José del Amazonas, una mujer de espíritu incansable que ha dedicado su vida a la misión en la selva peruana. Su compromiso con los más vulnerables le ha valido el reconocimiento de la Iglesia católica, con la entrega del premio nacional "Voz profética de la Iglesia en Pastoral Social, Derechos Humanos y Servicio a los Pobres" de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS).

Ya lo dice así su apodo, en lengua kichwa, "Pishcu Chaqui" (pájaro que anda), por su constante movimiento entre las comunidades del Napo, en la frontera entre Perú y Ecuador. Y es que Dominik lleva más de 40 años viviendo y trabajando junto a los pueblos amazónicos, acompañándolos en la defensa de sus derechos, promoviendo el Buen Vivir y el cuidado de la Casa Común, buscando el desarrollo sostenible de las comunidades nativas y ribereñas, así como el fortalecimiento del liderazgo y las capacidades de las mujeres.

Foto: REPAM Perú

Son esas mujeres a quienes agradece y dedica este premio. "Esta noche me siento a representar a otras mujeres lideresas de otras federaciones, organizaciones indígenas y ribereñas. Mujeres fuertes, decididas, emprendedoras, mujeres muy comprometidas en la Iglesia. Mujeres que tienen mucha trayectoria, mucha experiencia, que también son defensoras de la vida en otros ámbitos y de los derechos humanos, la dignidad en sí, el Buen Vivir. De esas mujeres hay muchas", mencionó durante su discurso.

En su lucha incansable contra el clericalismo y la inclusión de la mujer en la Iglesia, Dominik recordó con orgullo que, en su vicariato, el 90 % de los misioneros son mujeres. En ese sentido, resaltó la perseverancia, la entrega y el rol de las mujeres en la labor pastoral. En su jurisdicción eclesial, mencionó, a muchas de ellas se les ha confiado la tarea de liderar parroquias y puestos de misión, la coordinación de áreas pastorales o coordinación vicarial, incluso el rol de ser ecónomas.

Foto: Vicariato San José del Amazonas

"No es poca cosa la que hacen las mujeres. Y hoy que estamos en el tiempo del Sínodo sobre la sinodalidad sabemos que se quiere recuperar lo perdido, y entonces esperamos que volvamos a la Iglesia de Jesús donde las mujeres trabajan con los varones en igualdad de derechos y condiciones, de poderes y decisiones. Adiós clericalismo que tanto daño nos hace", expresó.

Una vida de entrega

La esencia de Dominik se refleja en cada aspecto de su labor. Recorrer los rincones más remotos del distrito, llegar a cada comunidad, sea católica o no, es solo el comienzo de su misión. Pero su impacto va más allá de su presencia. La misionera polaca ha logrado organizar y fortalecer comunidades enteras, trascendiendo las fronteras de lo posible con su determinación inquebrantable. Su testimonio es un reflejo vivo de la verdadera esencia de la fe cristiana: un compromiso con los más necesitados.

Foto: REPAM Perú

"Quiero agradecer a la Iglesia peruana por acogerme aquí en el Vicariato San José del Amazonas por mas de 40 años, y también gracias a Dios por mi vocación misionera en mi posición de laica. No me arrepiento de esta labor por tantos años en la selva.  Me siento muy privilegiada y honrada de trabajar entre los pobres porque Dios toca mi corazón, y en ellos yo toco al Dios viviente", manifestó.