La pieza musical busca crear conciencia sobre la crítica situación que enfrentan los ríos Marañón y Santiago en la Amazonía peruana, reflejando la profunda conexión de los kukamas con las fuentes de agua y vida, y su lucha por el reconocimiento de sus derechos.
Por: Radio La Voz de la Selva
Danna Gaviota Tello, artista y compositora kukama, presentó su nueva canción titulada "El río me llama". Compuesta por ella en colaboración con el colectivo Kukama Iya, la pieza musical tiene como objetivo generar conciencia sobre la grave amenaza que enfrentan los ríos Marañón y Santiago, en la Amazonía peruana, debido a la explotación minera y petrolera. La defensa de estos ríos se ha convertido en una cuestión de vida o muerte, sostuvo en LVSNoticias.
Gaviota señaló que la canción "El río me llama" es el resultado de una profunda conexión que todos lo kukamas sienten con el río Madre, considerada como la fuente de vida. La canción busca transmitir la esencia del pueblo kukama y reflejar su perspectiva sobre el mundo. Es un llamado a la unión para proteger y salvar los ríos, resaltando la fricción y el sufrimiento que atraviesan actualmente.
Para los kukamas, el río es su hogar, y allí se encuentran sus familias y seres queridos. El río tiene vida y acompaña la demanda de las mujeres del Marañón para ser reconocido como sujeto de derecho. El videoclip de la canción fue realizado en colaboración con Radio Ucamara, involucrando a personas que formaron parte de la creación musical, alumnos de la Escuela Iquari y compañeros del colectivo Kukama Iya. Incluso las generaciones más jóvenes se han sumado a este llamado.
La artista indicó que tiene un plan de lanzar un EP de tres canciones, cada una con dos versiones diferentes. "El río me llama" estará disponible en kukama e inglés, la segunda canción será en español y kukama, reflejando los sentimientos de la comunidad. La tercera canción será una versión más romántica y bailable en idioma kukama.
Danna Gaviota Tello debutó como cantante a los 13 años con la canción "Kumarikima", pero la canción "El río me llama" es su primer proyecto como compositora y productora. “Esta canción representa una oportunidad para expresar los sentimientos y sueños de su pueblo y resaltar la importancia de preservar su idioma y cultura. El lanzamiento de esta canción promete llegar a un amplio público a través de todas las redes sociales”, precisó.
La marcha, impulsada por el Comité de Defensa del Agua de Iquitos por la protección de la biodiversidad, se realizará el próximo jueves 21 de marzo en la Plaza 28 de Julio, en la capital loretana.
En el marco del Día Mundial del Agua, el Comité de Defensa del Agua de Iquitos y el Vicariato Apostólico de Iquitos convocaron a la ciudadanía a participar de una movilización a favor del cuidado de este recurso para el próximo jueves 21 de marzo. La concentración, que espera reunir a ciudadanos, movimientos, instituciones y colectivos preocupados por la defensa de los ríos y la vida, se realizará en la la Plaza 28 de Julio, en la capital de Loreto, a las 3:30 de la tarde.
En la Amazonía peruana, el río Nanay una cuenca habitada por alrededor de 20.000 personas. Sus aguas abastecen de vida a más de medio millón de ciudadanos, incluyendo a los que viven en Iquitos. A pesar de que desde 2020 se han presentado denuncias por la contaminación de esta fuente de agua con toneladas de mercurio, se continúan realizando actividades de minería ilegal en esta cuenca sin una intervención efectiva por parte de las autoridades del Estado.
En entrevista para Radio La Voz de la Selva, Carla Ludeña, joven activista del Comité de Defensa del Agua de Iquitos sostuvo que los loretanos continúan consumiendo esta agua que a la larga afectará su salud. Señaló que pese a las innumerables manifestaciones de protesta, el gobierno no ha respondido ni atendido esta problemática. En ese sentido, hizo un llamado a los jóvenes y adolescentes a sumarse a este plantón y asumir su rol con el futuro del país.
El Vicariato Apostólico de Iquitos, por su parte, expresó, a través de un pronunciamiento, que el río Nanay es fundamental para sus habitantes, en especial los pueblos ikito y kukama, hoy afectados por las actividades extractivas y por el mercurio utilizado para la extracción de oro ilegal en los ríos. «El mercurio utilizado en esta actividad es muy peligroso para la vida: Desde los peces y plantas, hasta los animales y personas», mencionaron.
Por: Mons. Miguel Ángel Cadenas, obispo del vicariato de Iquitos
Que nuestro paso por este mundo sea bueno para nosotros, para los demás y para la tierra. El fallecimiento del P. Joaquín García Sánchez, agustino, es una invitación a agradecer al Dios de la vida, pero también una responsabilidad para continuar el camino.
Conocí a Joaquín en los años 80 en mi etapa formativa. Unos días antes de la llegada de Joaquín para darnos clase, otro profesor nos había hablado de Emmanuel Lévinas. A mitad del curso con Joaquín, de nuevo apareció el nombre de Lévinas y la importancia del “otro”. Me sumergí en Totalidad e Infinito, el libro clásico de Lévinas. Me impresionó profundamente, me ocasionó un fuerte impacto. El “otro” no es el alter ego. La alteridad del rostro del otro nos conduce hacia la responsabilidad. Fascinante. Sin embargo, después de varias décadas en la Amazonía he aprendido que el rostro y los ojos no necesariamente reflejan lo que llevamos en el corazón. Que los ojos, en ocasiones, se ocultan y que las emociones no siempre se manifiestan en el rostro. Que la contención emocional es un antídoto para no ser acusado de brujería. No es infrecuente que un hermano de sangre no sepa lo que su hermano lleva en el corazón. La Amazonía. Y estamos ante otra pasión de Joaquín.
Cuando llegué a la Amazonía, a mitad de los 90, Joaquín era el superior de los agustinos. Otro compañero me había recomendado: “no te quedes en la ciudad, vete al río”. Le conté a Joaquín. Se rió y me destinó donde le propuse: Santa Rita de Castilla, en el río Marañón. Cuando bajaba a Iquitos y nos veíamos me preguntaba: “¿ya has pasado por la Biblioteca Amazónica?”. Me permitían llevar algunos libros al río que devolvía en mi siguiente viaje. Su oficina en el CETA era un trasiego de gente que iba a conversar con él: investigadores, misioneros, visitantes…
Su preocupación por la misión le llevó a organizar en 1971 un evento del Departamento de Misiones del CELAM en Iquitos. En dicho encuentro se propone un Consejo Regional del Alto Amazonas y una Conferencia Episcopal Amazónica. Fue importante también para poner al día la presencia de la Iglesia en medio de los pueblos indígenas. No todas aquellas intuiciones pudieron llevarse a cabo, pero no quedaron en el olvido. 50 años después se crea la CEAMA (Conferencia Eclesial de la Amazonía). Los pueblos indígenas siguen presentando desafíos a la Iglesia que debemos abordar. Evidentemente, en 50 años ha aumentado el conocimiento de los pueblos indígenas. Pero las presiones que ahora reciben en sus territorios son mucho más penetrantes y la intensificación del castellano y la pérdida de lenguas indígenas más intensa. Siguen siendo una asignatura pendiente los “indígenas urbanos”.
Somos seres en relación. Joaquín pertenece a una generación que “puso en práctica el concilio Vaticano II”. Cada personaje tiene sus matices. Joaquín apostó por el diálogo con el mundo. La creación del CETA, la Biblioteca Amazónica, Monumenta Amazónica, Kanatari, las ferias del libro, concursos de cuentos navideños, pastoradas, el coro polifónico… Son algunos frutos de sus afanes. Su acogida a investigadores le permitió crear una red de amigos intelectuales que le llevaron a estar en medio de los debates sobre la Amazonía. Nuestra responsabilidad como Iglesia sigue siendo estar en medio de estos debates. Lamentablemente ha decrecido el interés por estos temas en la Iglesia. La ausencia de Joaquín es ahora más intensa. Sirvan estas líneas para espolear nuestras conciencias.
El tema religioso también ha cambiado significativamente. Los años 60, cuando Joaquín comienza su andadura sacerdotal, son todavía años de cristiandad. La presencia cristiana sigue siendo importante incluso en Europa. Para entonces unos pocos intelectuales estaban secularizados. Hoy en día, en Europa, son las grandes masas las que permanecen al margen de la religión. La ontología naturalista ha impuesto su criterio: no hay nada más allá de la naturaleza. Otro amigo ya escribió hace unos años que la ciencia (y la ontología naturalista que la sostiene) tiene su campo de trabajo a partir del surgimiento del universo. Antes de este momento sólo hay metafísica: bien sea teísta, o ateísta, pero metafísica. Y en cuanto a metafísica se refiere ambas posturas son creencias, no pueden ser ciencia. Lo que les podemos pedir es que sean razonables. Cuando tiempo es mayor que cero hay ciencia. Cuando tiempo es igual o menor que cero hay metafísica: teísta o ateísta.
Regresamos a América Latina, un espacio que ha sido denominado como “tierra encantada”. Sin embargo, se está produciendo un desvinculamiento de las iglesias que merece la pena tenerse en cuenta. Una Iglesia atenta no puede dejar de pensar este fenómeno y de proponer una pastoral que vaya más allá de la cristiandad para pensar comunidades cristianas significativas en este mundo. Las visiones extranjeras (tengamos en cuenta que la universidad puede ser un factor de cambio de ontología) pueden producir una secularización en personas con ontologías animistas. ¿Cómo acompañar a estas personas? ¿Qué tipo de pastoral? ¿Qué propuesta de “comunidades cristianas”? Estas y otras preguntas siguen siendo fundamentales para los que venimos detrás de la generación de Joaquín, una generación que ya está partiendo de este mundo.
Joaquín pasó su vida en Iquitos y la ciudad no podía serle indiferente. La Amazonía, como el resto del planeta, se está urbanizando. Esto plantea retos y desafíos apasionantes. Conoció un Iquitos en plena efervescencia urbana. Se preocupó por el patrimonio histórico de la ciudad. La “memoria” era un tema recurrente para él. Vio cómo emergían asentamientos urbanos por todas partes, sin apoyo del Estado. Se interesó en la repercusión de los distintos booms amazónicos sobre la ciudad de Iquitos. Planeó “Amazonium”, un proyecto que no pudo concretar. Siempre con una mirada esperanzada en Dios y con pasión por lo que hacía.
A estas alturas del escrito me van a permitir una anécdota. En una ocasión, hace bastantes años, conversando en la sala de estar de la comunidad, nuestras posturas divergían. Así que me lanzó la siguiente expresión: “postmoderno”. Me reí. Durante mi etapa formativa nos sumergimos en los debates sobre la postmodernidad, eran los años 80. Es evidente que pertenecemos a generaciones diferentes. Qué lejos queda todo aquello.
En fin, tenemos que ir concluyendo. “Joaquín siempre miraba hacia adelante”. En su caso, y en el mío, mirar hacia adelante implica mirar hacia Dios que camina con nosotros. Son otras muchas las contribuciones de Joaquín. Estas pocas reflexiones fueron estimuladas anoche delante de su cadáver. Utilizo una feliz expresión amazónica: “que Dios te reciba en sus benditas manos”, Joaquín. Descansa en paz.
La formación no solo busca ampliar el horizonte de conocimiento de los docentes, sino también equiparlos con las herramientas necesarias para analizar las interrelaciones entre los procesos socioculturales y ecológicos que viven en sus territorios.
Conscientes de la necesidad de formarse más allá de las aulas tradicionales, más de 100 maestros de cinco colegios del Vicariato Apostólico de Iquitos iniciaron un curso multidisciplinario para aprender sobre la Amazonía peruana. Durante ocho sesiones que se desarrollarán todos los miércoles hasta el 13 de diciembre, esta formación busca profundizar en temas como las culturas amazónicas, interculturalidad, ciudadanía y derechos humanos.
El curso es organizado por el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM), la REPAM Perú y el Vicariato de Iquitos. Los objetivos, además de ahondar en las culturas amazónicas de la región desde un enfoque intercultural y del cuidado de la Casa Común, son descolonizar los saberes previos sobre la Amazonía, y dar una respuesta como Iglesia tras el Sínodo amazónico y la exhortación del Papa Francisco ‘Querida Amazonía”.
“Cuando decimos descolonizar nuestros saberes queremos respetar el sentido positivo, las diversas formas de conocimiento y de ver el mundo, porque los saberes de los pueblos indígenas no son inferiores. También conoceremos los aspectos económicos y culturales de la Amazonía y sus implicaciones en la vida de las personas”, mencionó Ismael Vega, coordinador de esta formación y docente de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.
En ese sentido, la formación no solo busca ampliar el horizonte de conocimiento de los docentes, sino también equiparlos con las herramientas necesarias para analizar las interrelaciones entre los procesos socioculturales y ecológicos que viven en sus territorios. Además, se espera que los maestros, al profundizar en los temas que abarca este curso, puedan reforzar su propia identidad regional como base para una práctica pastoral con una perspectiva en la ecología humana.
La metodología de este curso se basa en las sesiones virtuales, exposiciones y una lectura crítica de la bibliografía seleccionada. Se alienta la participación de los docentes, fomentando el análisis de la realidad y sus aspectos más relevantes. Asimismo, enfatiza la responsabilidad de los participantes para identificar posibles acciones que contribuyan a encontrar soluciones, partiendo de sus capacidades, sentires, saberes y prácticas.
Los facilitadores para esta capacitación son el P. Jaime Regan, investigador del CAAAP, Verónica Shibuya, abogada y coordinadora de la oficina del CAAAP en Iquitos; Lauren De Veau, docente de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, e Ismael Vega, miembro del consejo directivo del CAAAP y coordinador del Diplomado de Interculturalidad y Pueblos Indígenas Amazónicos de la UARM.
Los temas a desarrollar durante las ocho sesiones que se brindarán a través de la plataforma Zoom son: “Historia de la Amazonía”, “Culturas: Identidad étnica y cosmovisiones de los pueblos indígenas de Loreto”, “Ciudadanía, Interculturalidad y globalización; “Organización social y económica de los pueblos indígenas de Loreto”; “Ciudadanía frente a los nuevos desafíos: Ética, ecología y socio cultural”; “Relaciones entre el Estado y los pueblos indígenas amazónicos”; “Derechos de los pueblos indígenas: Territorio y gobernanza territorial”, y “Organización y movimiento indígena amazónico”.
A través de un pronunciamiento, Mons. Miguel Ángel Cadenas advirtió de las graves consecuencias para el medio ambiente y la seguridad alimentaria e hídrica de la población loretana, tras la entrega de una concesión minera en la cuenca del río Nanay.
En el marco de la publicación de la encíclica del Papa Francisco, "Laudate Deum", y en el Día de San Francisco de Asís, destacado amante de la naturaleza; Mons. Miguel Ángel Cadenas, obispo del Vicariato de Iquitos, emitió un pronunciamiento para expresar su profunda preocupación por la situación que enfrenta hoy una de las fuentes de agua más importantes de la Amazonía peruana, ubicada en la región de Loreto.
En el documento compartido este 4 de octubre, el obispo de Iquitos abogó por abordar de manera sistémica la problemática que enfrenta hoy el río Nanay por la minería ilegal, destacando la importancia de preservar las cabeceras de cuenca y mantener el pescado como base nutricional para las comunidades locales, que enfrentan niveles alarmantes de desnutrición y anemia.
Cadenas mencionó que el desarrollo de la región no puede lograrse sin garantizar una vida digna para sus habitantes, y que cualquier proyecto que no atienda las desigualdades existentes profundiza la brecha social. En ese sentido, criticó la entrega de una concesión minera como un factor perjudicial para el medio ambiente y la seguridad alimentaria e hídrica de los habitantes del Nanay y la ciudad de Iquitos.
Finalmente, el religioso hizo un llamado a los políticos a priorizar el "Bien Común" sobre los intereses individuales y a cumplir con la sentencia del Tribunal Constitucional del 25 de julio de 2023, que declara un "estado de cosas inconstitucional" en Loreto debido a la falta de acceso al agua y la contaminación ambiental; enfatizando la necesidad de servir a las comunidades en lugar de explotarlas.
A continuación, lee el pronunciamiento de forma íntegra:
Desde Iquitos, capital de la región Loreto, una religiosa de las Hermanas Catequistas de Jesús Crucificado narra los enormes desafíos de evangelizar una región geográficamente inhóspita, pero humanamente muy acogedora.
Soy Fátima Lay Martínez, religiosa de las Hermanas Catequistas de Jesús Crucificado, y quiero compartirles nuestra misión en la Amazonía Peruana que comenzó en 2017. En este rinconcito del mundo, que yo llamo "Regalo de Dios", las cosas no funcionan de la misma manera en que estábamos acostumbradas, lo que nos ha exigido mucha creatividad y tiempo para responder a lo que las personas necesitan, para conocerlas y amarlas.
Nosotras vivimos en Iquitos, la ciudad más grande de la Amazonia Peruana, rodeada de naturaleza y de grandes ríos. Pese a eso, aquí el agua potable está disponible solo unas cinco horas al día, la red eléctrica es inestable y el acceso a internet es lento. La gente llega desde lejanos caseríos y se instala a las orillas del río en situaciones muy precarias, trabajando en lo que se pueda y no siempre bien pagadas. Pero nada de esto evita que sean alegres y cercanas. Me encanta mirar a los niños que juegan y se mojan descalzos en las calles de tierra.
La forma más común para moverse en la Amazonia es en transporte fluvial. Salvo una carretera que une Iquitos con la ciudad de Nauta, distante a cien kilómetros, el resto de los desplazamientos se hace en lancha, ferry o con los llamados “bongueros”, cuyas travesías pueden durar incluso días. De hecho, acá las distancias se miden más por tiempo que por kilometraje. Lima está a ocho días de travesía en lancha, mientras que, con ese mismo medio de transporte, solo toma un día llegar a la frontera con Brasil o Colombia.
La Evangelización en nuestro Vicariato
La Amazonía Peruana es una tierra de misión que depende del Papa y, por ende, su territorio se organiza en diversos Vicariatos Apostólicos confiados a congregaciones religiosas. Pero el número de misioneros es bajo en relación a las enormes extensiones de la selva. Por ejemplo, en nuestro Vicariato de Iquitos solo hay 33 sacerdotes, y por eso las religiosas y animadores jugamos un rol importante.
A diferencia de los otros vicariatos de la Amazonia, aquí la mayoría de las parroquias está en la ciudad, donde hay cerca de medio millón de habitantes. Sin embargo, el trabajo de la Iglesia también alcanza hasta las lejanas comunidades de los caseríos, que se emplazan a lo largo de los ríos y hasta donde es difícil llegar dada la complejidad de la geografía y los altos costos del transporte. Cuando baja el nivel del agua de los ríos es imposible arribar a ciertos lugares o, al menos, es necesario caminar por el barro de la selva, protegiéndonos de animales e insectos.
Nuestra misión en una “tierra virgen”
En medio de este contexto nuestra labor es evangelizar y acompañar, sobre todo a quienes vienen desde los caseríos lejanos trayendo sueños, especialmente para sus hijos. Recuerdo un primer encuentro con la realidad pastoral que ocurrió durante una reunión para el sacramento del bautismo de unos niños. Para mí fue una gran sorpresa constatar que pocos de sus padres eran bautizados. Esto me desafió y debí cambiar la catequesis que había preparado. Así, me fui dando cuenta de que esta área es una “tierra virgen” para la evangelización, pues para muchos es la primera vez que toman una biblia en sus manos o que escuchan un pasaje de la Sagrada Escritura.
Viviendo nuestro carisma como congregación, en estos seis años hemos colaborado en diversos servicios de catequesis y formación en distintas parroquias, además de haber sido encargadas de las Obras Misionales Pontificias. Todo esto nos ha permitido ir desde la ciudad hacia las periferias, y llegar así hasta las comunidades asentadas en los sectores de los ríos. Allí también hemos tenido la ocasión de encontrarnos y servir a los crucificados de hoy.
El encuentro con el Crucificado
Los miércoles llevamos la comunión a los enfermos, los acompañamos y escuchamos. Recuerdo cómo una vez, pese al asco que sentí humanamente, pude contemplar a Cristo en la Cruz al atender a una persona cubierta de llagas. Entonces todo cobró sentido. Durante la pandemia de Covid me tocó sufrir junto a ellos y llorar de impotencia al ver morir a tantas personas, pues en Iquitos la primera ola resultó devastadora.
Este encuentro con tantos crucificados también nos compromete a darles voz a los sin voz. Acá son muchas las empresas ilegales de tala de árboles y minería, se producen derrames de petróleo que contaminan los ríos y dejan a poblaciones sin agua para beber y sin poder pescar para comer. Ante estas situaciones el amor por el pueblo no nos deja indiferentes y nos impulsa a aportar nuestro granito de arena para transformar la situación. Esto fue lo que nos impulsó a crear la Cáritas en nuestra parroquia.
Estar en la selva es un regalo de Dios y, aunque el mundo no se dé cuenta de lo que hacemos, cada esfuerzo por caminar al lado de este pueblo, por ayudarlo a recuperar su dignidad, es ya un comienzo del Reino de Dios. Especialmente, el hacerlo caminando junto a mis hermanas de comunidad en estas búsquedas hacia lo que Dios quiere.
A propósito del derrame en Urarinas - Cuninico, que agudiza la inseguridad alimentaria de decenas de comunidades indígenas de Loreto, Mons. Miguel Ángel Cadenas hace un llamado contra la violencia e invisibilización del Estado.
Por: Mons. Miguel Ángel Cadenas, obispo del Vicariato Apostólico de Iquitos.
El derrame en Cuninico no es el único, pero sí emblemático. Todas las comunidades en las cuencas petroleras padecen la contaminación por 50 años, en distintos grados. Llueve sobre mojado: Cuninico ya sufrió otro derrame el 2014. Llegaron hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En Perú ganaron varios juicios. Agotaron los mecanismos institucionales del Estado, pero persiste aún un problema de ejecución de las sentencias ganadas.
Es necesario mejorar el sistema de prevención. Hoy en día sería posible con inteligencia artificial y vigilancia satelital. El actual sistema genera impactos económicos, sociales y medioambientales insostenibles, además de un sufrimiento atroz.
Conviene preguntarse sobre la gestión del Oleoducto. Por un lado, se impuso sin consulta a las comunidades; por otro, ha habido diversas formas de administrarlo. Es evidente que no lo podemos pensar al margen de las comunidades indígenas que atraviesa. Ha habido diversas etapas de gestión, algunas han obtenido mejores resultados que otras. Después de una etapa de derrames (2014-2017) ha venido otra de relativa calma que de nuevo se interrumpe.
Con la interrupción vuelve a aparecer el tema de la intencionalidad. Sin embargo, no podemos olvidar que el Oleoducto no recibe el mantenimiento adecuado. Por otro lado, no se aplica la ley y la impunidad alienta estos actos delictivos. Es necesario pensar el Oleoducto y la urgencia de obtener dinero en las comunidades. Culpar “exclusivamente” a quienes lo hayan podido cortar dejaría en la sombra a los verdaderos auspiciadores de este tipo de comportamientos.
Añado a la monetarización el postergamiento que sufren las comunidades. Esto genera mucha rabia. Carecen de agua potable y les contaminan la única fuente existente: el río. Se quedan sin pesca. ¿Cómo está afectando al mijano [cardumen]? Se agudiza la inseguridad alimentaria y se daña su economía. En tercer lugar, y fundamental para el pueblo kukama, debajo del agua habitan espíritus y gente. Este aspecto cosmológico kukama suele quedar al margen. Cuando el Estado apela a la interculturalidad lo hace como un pasatiempo.
Acudo a la tradición cristiana donde los humanos somos co-creadores: ayudamos a Dios en su creación a través de nuestra inteligencia y trabajo. Pero no es automático, de hecho, también nos apartamos de la gracia de Dios, causando dolor a la naturaleza, a nuestros semejantes y a Dios. Ahí están los derrames para graficarlo.
En otro lugar he propuesto el concepto de “zona de sacrificio”. El Estado decidió imponer a estos territorios el Oleoducto, sin importar su impacto. Un gravamen a estas comunidades al servicio del país. El problema reside en que estas comunidades hacen sacrificios, pero no gozan de los beneficios. De hecho, la desconfianza de estas comunidades en el Estado es muy alta, porque suele generar problemas en lugar de resolverlos.
Es tiempo que el Estado responda a sus ciudadanos. No es posible que en 50 años de actividad petrolera, con unos beneficios superiores a $ 35,000 millones, prácticamente la mitad de los loretanos carezcan de agua potable y saneamiento básico. Es evidente que podemos, y debemos, hacer las cosas mucho mejor. Contaminar el agua es un gravísimo error, pecado diríamos los cristianos. El agua es esencial para la vida humana, es un “derecho eje” que sustenta los derechos “a un ambiente sano, la salud, la alimentación, el territorio y la cultura”.
Más allá de la emergencia, se produce una “violencia lenta” que perdura en el tiempo hiriendo y dañando en profundidad los cuerpos que esperan el agua de lluvia para poder cocinar… Esta alteración del paisaje afectivo produce una “nostalgia y pérdida ecológica” de valor incalculable. Las mujeres sufren más todo este impacto que habitualmente queda relegado e invisibilizado.
Se supone que estamos saliendo de la epidemia de Covid-19, particularmente dura en Loreto. Pues bien, las comunidades indígenas fueron las últimas en ser atendidas, mucho después de haber sido contagiadas. El caso de Cuninico es terrible porque la pandemia vino después del derrame de 2014. Mientras un grupo de investigadoras encontró los medios para acompañar a estas comunidades, en medio de la distancia, no sucedió lo mismo con el Estado, para quien estas comunidades permanecieron invisibilizadas.
Resuenan en mí las palabras de Galo Vásquez, presidente de FEDEPCUM (Federación de Pueblos Unidos Cocamas del Marañón), a uno de los representantes que llegaron por Cuninico: “porque no se trata de animales, se trata de gente como usted, de eso se trata”. El dirigente enfatiza su posición como “gente”, no como animales. Toda una lección para quien sepa escuchar.
Concluyo haciéndome eco de las lecturas bíblicas de ayer. El profeta Amós insiste: “escuchen esto los que oprimen al pobre…, disminuyen la medida, aumentan el precio, usan balanzas con trampa” (Am 8,4-7). Y Jesús, en el evangelio, nos indica que no se puede “servir a Dios y al dinero” (Lc 16,1-13). Que Nuestra Señora de la Esperanza nos acompañe a todos.
1. URTEAGA, Patricia, SEGURA, Frida y SÁNCHEZ, Mayra (2019), El derecho humano al agua, los pueblos indígenas y el petróleo, PUCP, Lima.
2.DELGADO, Deborah y MARTINEZ, Vania (2020), “En un ambiente tóxico”. Ser madres después de un derrame de petróleo, Oxfam – CLACSO, Lima.
3. ULFE, María Eugenia, VERGARA, Roxana y ROMO, Vanessa (2021), “Nuestras historias desde Cuninico”: podcasts, pandemia e investigación antropológica, en LASA FORMUM, Vol. 52, N° 1, pp. 13-18.
Con el fin de concientizar a la población sobre el cuidado del medio ambiente y la Casa Común, se repartió en las parroquias las semillas que serán sembradas a partir del próximo 4 de septiembre. Una iniciativa que nace a raíz de la creciente deforestación que sufre la capital de Loreto.
El Vicariato Apostólico de Iquitos, a través de su Equipo Vicarial de Animación Pastoral (EVAP), lanzó la campaña "Sembrando juntos", una actividad que busca que la población contribuya con el sembrado de 5000 plantones en la capital de la región Loreto. Para ello, la Iglesia ha entregado a distintas parroquias y grupos de personas las semillas y el abono que deberán utilizar para hacerlas germinar y, porsteriormente, poder sembrar los plantones el próximo 4 de septiembre.
El objetivo es sensibilizar a la ciudadanía para que se puedan sumar a esta iniciativa para el cuidado del medio ambiente, independientemente de sus creencias religiosas, y participar también a través de las redes sociales, compartiendo imágenes del sembrado de cada planta con el hashtag #SembremosJuntosEnLoreto. "Nuestra Casa Común nos está pidendo que intervengamos. En este caso, la Iglesia Católica está planteándoles a todos a sembrar con nosotros", señaló la bióloga Tania Lay, integrante del EVAP.
Esta iniciativa responde a la creciente deforestación que se vive en la ciudades amazónicas como Iquitos. Problema que viene agravando la situación del planeta debido al cambio climático. "Esta planta, al crecer, va a hacer posible que tengamos flores que serán polinizadas por las abejas, aparecerán aves cuando lleguen los frutos, van a tener un lugar y un ecosistema agradable. Y por supuesto nosotros nos beneficiamos con la sombra y el oxígeno", resaltó la representante del Equipo Vicarial de Animación Pastoral.
Finalmente, Lay invitó a la población a sumarse a esta actividad, señalando que todas y todos tienen las puertas abiebrtas. Los que tengan una semilla pueden sumarse, no es necesario tener una huerta para participar, pues con envases de plástico también se pueden germinar estos plantones. "La intención es de que todos a nivel mundial sepan que estamos en la Amazonía sembrando juntos, sembrando vida", puntualizó.
Un espacio que nace a partir de una autocrítica de la propia Iglesia, que reconoce que existe violencia en su comunidad y que no solo se trata de un grave pecado, sino de un delito que puede derivar en una sanción penal por parte de las autoridades.
Por: Radio La Voz de la Selva / Querida Amazonía
"Lo que se pretende es hacer lo que viene indicando la Iglesia. En todo el mundo nos invita a escuchar a las víctimas de posibles abusos tanto de poder, de conciencia, física y sexual. Y, en segundo lugar, prevenir para que este tipo de situaciones no suceda. Por lo tanto, lo que se busca es una Iglesia más segura". Son las palabras de Mons. Miguel Ángel Cadenas, obispo del Vicariato Apostólico de Iquitos, tras la inauguración del centro de escucha, realizada en la capital de la región Loreto, para prevenir y acompañar casos de violencia dentro de las instancias de la Iglesia católica y otros rubros de la sociedad.
Este ambiente pretende ser un espacio para escuchar pero también prevenir, dado a que nace de una autocrítica de la Iglesia en reconocer que existe violencia en su comunidad y que no solo es un grave pecado, sino un delito que puede derivar en una sanción penal por parte de las autoridades. “Es conveniente, necesario e imprescindible escuchar a las víctimas. Hay abusos y es muy grave y lamentable. Lo que haya de pecado hay que corregir lo, y lo que haya de delito, pasarlo a las autoridades para que sean ellas quienes decidan la gravedad e impongan las penas oportunas”, declaró el obispo de Iquitos.
De acuerdo a Silvia Quispe, coordinadora de este centro, de encontrarse indicios de delito en la denuncia, inmediatamente se activará el protocolo respectivo para atender de manera adecuada a la víctima con lo que requiera, como puede ser terapia, patrocinio legal y atención médica. En paralelo, estos casos serán derivados a las instituciones correspondientes, señaló.
Monseñor Cadenas indicó que esta iniciativa responde a un planteamiento global de la Iglesia Católica, el mismo que ha tenido buenos resultados en países de Europa y en Estados Unidos. Asimismo, comentó una de las cartas del papa Francisco, donde menciona sobre la importancia de prevenir el abuso accionando desde los primeros indicios, es decir, trabajando desde la base para reestructurar aquello que está mal.
Por último, el obispo de Iquitos recordó que toda denuncia es de carácter privado y se debe accionar de forma rigurosa para no exponer a la víctima y proteger su integridad física y mental. En ese sentido, resaltó que el proyecto llegará a todas las parroquias y colegios parroquiales, desde donde se espera ejecutar talleres de concientización y prevención de la violencia.
Esta es la tercera entrega de gran magnitud que realiza la Iglesia de Iquitos, con el fin de que niños y niñas de las comunidades indígenas y ribereñas de Loreto puedan fortalecer sus competencias educativas.
La meta que la Iglesia de Iquitos se planteó hace un año, junto a decenas de personas, para fabricar y regalar 7000 radios ecológicas continúa su rumbo y ya se encuentra en más de la mitad del camino, con un total de 4500 equipos entregados desde entonces. La última de gran magnitud, de 1052 aparatos, beneficiará a más de dos mil estudiantes de la red educativa rural de Indiana, la cual comprende zonas como Mazán y Las Amazonas, en la provincia de Maynas, en la región Loreto.
Estas radios receptoras solares serán utilizadas para la difusión de programas de reforzamiento y orientaciones pedagógicas, como es el caso de "La Escuela del Aire" del Ministerio de Educación, lo que permitirá aportar a la educación de los estudiantes de esta parte de la región. “Vamos a poder fortalecer las competencias del niño. Y no solo de él, sino también de la familia en estos dos años que hemos perdido”, expresó Ruby Vásquez, especialista de la Unidad de Gestión Educativa Local Maynas.
Las radios funcionan están adaptadas a la realidad de la región y funcionan con luz solar, pues son múltiples comunidades nativas las que no cuentan con el servicio de energía eléctrica. Estos equipos también se pueden recargar con luz porque tiene entrada USB y son ecológicos porque sus carcasas son una especie de cartón prensado que, cuando se boten, se irán degradando y no contaminará la Amazonía.
El proyecto es impulsado por el Vicariato Apostólico de Iquitos y el Instituto de Promoción Social Amazónica, y en esta ocasión, se realizó en colaboración con el Vicariato San José del Amazonas. “Es un esfuerzo importante que la Iglesia en Iquitos continúa realizando para que los niños y niñas accedan a información valiosa el Estado proporciona (…) Por lo que nos mencionan las familias, es que les está haciendo útil a ellos mismos porque están constantemente informadas”, indicó Emilio Agnini, director de Instituto de Promoción Social Amazónica - Radio La Voz de la Selva.
Si bien esta iniciativa surgió en medio la pandemia, principalmente, para que los alumnos y alumnas puedan acceder a su derecho a la educación, a través de la emisión de contenidos educativos que les permitieran continuar con sus estudios, el proyecto también permite llevar información de la actualidad local, regional y nacional a todas las familias beneficiadas. “Creemos que la presencia de la radio en las comunidades rurales tiene un impacto en los niños, en su educación, pero también en las familias para mantenerse informados”, añadió el director de Radio La Voz de la Selva.