Una de las grandes ocupaciones del SÍNODO PANAMAZÓNICO es DESCOLONIZAR. Una tarea imprescindible, ineludible y delicada que no se puede postergar. Todo indica que el Sínodo ha ponderado los tiempos. La iglesia no debe apurarse, debe vivir en el tiempo de Dios. No pasa nada porque no lo veamos. Llevamos predicando dos milenios el Reino de Dios. El Sínodo se plantea la posibilidad que personas casadas, especialmente indígenas, puedan ser sacerdotes. Esto es una apuesta de largo aliento. Si se aprobara esta propuesta, en una década tendríamos muchos más sacerdotes indígenas y se modificaría la composición de los presbiterios en los Vicariatos. Por tanto, la predicación cambiaría, la forma de mirar la iglesia y el mundo cambiaría, el acompañamiento a pueblos indígenas cambiaría, los cantos cambiarían... y el corazón de la iglesia latiría con ritmos indígenas.
Pero no todo es lineal y tan sencillo. No se trata únicamente de cambiar de “rostro”, que por supuesto hay que cambiar. Lo que se precisa cambiar es el corazón. De otro modo, ¿Cómo será la formación de estos candidatos?, si se van a preparar con esquemas occidentales, tal como se exige ahora desde Roma en los seminarios, no hemos avanzado mucho. Es preciso descolonizar la teología y el lenguaje. Un ejemplo: un dirigente eclesial importante, a quien admiro y respeto, y con seguridad ha hecho más por pueblos indígenas que yo, ha realizado un gran esfuerzo por publicar un librito sobre la Biblia y traducirlo a tres idiomas indígenas, ¿Es esto lo que hay que hacer?, pues depende a quién se pregunte. Este dirigente eclesial cree que sí. En mi opinión no es suficiente porque se parte de lo que es la Biblia para los occidentales y se traduce a tres idiomas indígenas. Creo que hubiera sido mucho más productivo preguntarse qué están haciendo ya los indígenas con la Biblia. En la postura de este eclesiástico ya sabemos lo que es la Biblia y los indígenas tienen que aprender lo que ya es. Lo que yo defiendo es preguntarnos qué utilización hacen los indígenas de ella y por qué es importante para ellos. Simplificando bastante: en la primera visión, occidente dicta y los indígenas aprenden. En la segunda visión los indígenas conversan y occidente aprende.
No faltará quien se pregunte: ¿es necesario traducir la Biblia? De hecho, ya está traducida, y no lo hemos hecho los católicos, sino el ILV. Pero veamos lo difícil que es traducir. Los wari (Brasil) no tienen palabra para expresar ‘amor’, un concepto cristiano clave. Cuando han traducido la Biblia no encontraban palabra para traducirla, así que la palabra que utilizan significa literalmente ‘no me disgusta’. Los kukama traducen amor como ‘hacer doler’. Para los kanamari, las personas que no pueden producir comida (ancianos y niños) no reciben propiamente amor. Un niño es alimentado con normalidad por su madre, pero comenzará a recibir amor cuando el niño colabore un poco con la obtención de comida. Por ejemplo, cuando trae de la chacra un trozo de yuca pequeño. ¿Cómo traducir entonces amor? ¿Cómo comprenderlo?
Todo esto no es objeto del Sínodo Panamazónico, no lo puede ser, pero está en el fondo de las conversaciones. Será después del Sínodo, los especialistas quienes vayan afinando las propuestas del Sínodo. Lo cierto es que este tema de “descolonizar las mentes” va más allá del “rostro amazónico”. [Señalo una trampa, para que se perciban las contradicciones: la división entre mente y cuerpo es occidental. Los achuar dicen que el alma (esas que vagan por el aire) también tiene cuerpo, que es diferente del cuerpo con hueso y carne de la tierra. Los occidentales hace tiempo que dejaron de utilizar la palabra ‘alma’, prefieren ‘mente’ que es más neutra]. Descolonizar, siendo una tarea ineludible, será la tarea de las próximas décadas. Aprender idiomas indígenas, no siendo suficiente, es una buena base para descolonizar nuestras vidas.
El obispo de Iquitos, Mons. Miguel Ángel Cadenas, recuerda que el modelo extractivista está fracasando a nivel mundial, pues “las grandes petroleras están invirtiendo en energías limpias” y, como señala el Papa Francisco, es urgente afrontar una transición energética. También pide que, desde las urbes, se busque la dignidad de todos y todas porque “los indígenas tienen los mismos derechos y necesidades que el resto de la población”.
Por: CAAAP / Rubén Meza (LVS)
“En primer lugar hay que decir que las poblaciones indígenas son ciudadanos y ciudadanas de primera clase, exactamente igual que aquellos que vivimos en la ciudad. Y tienen los mismos derechos y las mismas necesidades que el resto de la población. Mientras no entendamos esto no habrá solución a los problemas”. En entrevista realizada por el periodista Rubén Meza en La Voz de la Selva, emisora radial del Vicariato Apostólico de Iquitos, su obispo, Miguel Ángel Cadenas, se pronunció en referencia a los diferentes conflictos sociales y problemáticas medioambientales que enfrenta la región Loreto, la más grande de la Amazonía Peruana, que continúa siendo asediada desde diferentes frentes.
Y es que, a los reclamos desde diferentes distritos de los pueblos afectados por la actividad petrolera, que lleva décadas causando derrames y afectando directamente a las fuentes de alimento, a la salud y a la cultura de las poblaciones indígenas y ribereñas, se suma ahora la problemática minera en el río Nanay y otras cuencas fluviales. Todo ello mientras persiste y aumenta también el tráfico de madera ilegal, así como las problemáticas sociales (desnutrición, anemia, falta de oportunidades, alcoholismo, violencia…) que vienen de la mano. Un modelo extractivista sobre el que el obispo de Iquitos no tiene ninguna duda.
“En Loreto se sigue insistiendo en el tema extractivo. Creo que ese modelo está fracasando en todo el mundo. Las grandes petroleras en todo el mundo están invirtiendo en energías limpias. El Papa Francisco nos habla continuamente de la necesidad de una transición energética. Los cristianos tenemos que ponernos en esa situación. Me parece que ahora sería la oportunidad para exigir al Estado, y con él a las empresas, que inviertan mucho dinero en descontaminar. Y eso podría generar mucho trabajo también incluso en la ciudad”, afirmó Mons. Cadenas en la mencionada entrevista “por lo tanto, lo que pido es que la ciudad entienda los problemas que están sucediendo en el río. Busquemos el bien común, y en tiempos de cambio climático no es conveniente que contaminemos todo. Al contrario, lo que tenemos que hacer es exigir dinero para descontaminar lo que ya se ha contaminado en todas estas décadas pasadas”.
Asegurando, en coincidencia con los mensajes del Papa Francisco, que la política es necesaria, el obispo sí considera que “la política está fallando porque, muchas veces, los políticos se venden a intereses económicos y no buscan el bien común”. Recuerda que los problemas que sufre la región Loreto no son nuevos, sino que vienen de tiempo atrás: “No se resuelven, pero se prometen resolver y, por ello, cuando el tiempo pasa los niveles de crispación son más altos”. En esa línea invocó a las autoridades a actuar en base al bien común y a rebajar las tensiones “no de cualquier manera, como ha pasado hasta ahora, sino resolviendo los problemas de fondo”. En su opinión, además, la conflictividad social está en aumento porque las reglas de la industria extractiva no están claras y, además, a menudo no se cumplen.
Río Marañón, ¿sujeto de derechos?
Interrogado sobre la demanda contra el Estado interpuesta semanas atrás por la federación de mujeres kukamas ‘Huaynakana Kamatahuara Kana’, donde se pide que el río Marañón sea considerado como un Ser Vivo y tenga personalidad jurídica en base a la importancia que tiene para los pueblos indígenas que habitan sus riberas, Mons. Miguel Ángel Cadenas consideró que es un reclamo viable. También recordó que la Organización Mundial de la Salud incluye, al hablar sobre la definición de salud, el derecho a un medioambiente sano. “Necesitamos, por lo tanto, vivir en un ambiente que sea adecuado”, indicó. Ligando su postura a los lineamientos de toda la Iglesia Amazónica, amparados recientemente en el Sínodo de la Amazonía del año 2019, explicó que en dicho evento también se habló, y mucho, sobre los derechos de la naturaleza y la necesidad de defenderlos. “Defender el río Marañón como un ser vivo es la posibilidad de incluir la visión indígena y que tengan los derechos que merecen. Por lo tanto, es absolutamente necesario”, aseveró.
Durante su intervención el obispo de Iquitos abogó por incentivar una mayor reflexión y conciencia ciudadana para “buscar las mejores condiciones de vida para todos, no solo para nosotros”. Por ello consideró que es completamente inexplicable que desde las ciudades se impulse y abogue por actitudes que van en contra de los datos que demuestran que el calentamiento global y el cambio climático es, de facto, una realidad que nos afecta a todos.
Por último, con pesar, el obispo de Iquitos recordó públicamente le dolorosa época del caucho que llenó de sangre los ríos de la Amazonía y, en particular, de la región Loreto. “En aquellos años la ciudad de Iquitos fue ciega por no ver lo que estaba pasando”, lamentó, “décadas después nos dimos cuenta que fue una salvajada el asesinato de indígenas. Ahora tal vez todavía hay personas que se niegan a ver la realidad, pero dentro de varias décadas todo el mundo comprenderá que no hemos estado a la altura de las circunstancias porque hemos estado propiciando un extractivismo que nos ha llevado a nada”.
Ahora ya son siete los diáconos permanentes nativos que brindan su acompañamiento y servicio a la población Achuar, ubicada en una de las zonas más alejadas del Vicariato Apostólico de Yurimaguas. Los dos nuevos miembros, incorporados tras la ceremonia del 7 de octubre en la misión de Kuyuntsa, se suman a los cinco ordenados, años atrás, por Mons. José Luis Astigarraga. El misionero salesiano Diego Clavijo nos comparte cómo se vivió este evento de gran trascendencia para la Iglesia amazónica.
Por: Querida Amazonía – REPAM Perú
“Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos.” (QA n.7)
Mashinkiash Shirap Chau y Timias Timias Uwiti. Ellos son los dos nuevos diáconos permanentes del pueblo Achuar que, el pasado 7 de octubre, fueron ordenados en la Misión de Kuyuntsa por el obispo del Vicariato Apostólico de Yurimaguas, Monseñor Jesús María Aristín. Dos días demoró el obispo, y el resto de invitados a tan especial celebración, en llegar hasta el lugar. Es uno de los más alejados de su jurisdicción, ya en la frontera con el Ecuador. Es el mismo en el que el misionero salesiano Luis Bolla, hoy en proceso de beatificación, regaló más de tres décadas de su inspiradora existencia.
Sabiéndose acompañados y guiados por él, es que el pueblo Achuar continúa despertando vocaciones. Aparte de los dos mencionados diáconos, que se suman a los cuatro ordenados años atrás por el anterior obispo, Mons. José Luis Artigarraga, la ceremonia mencionada también fue motivo para la institución de los ministerios a dos nuevos exorcistas y siete ministros de la eucaristía.
Luego de recibir las imágenes, que muestran una celebración completamente inculturada según las tradiciones del pueblo Achuar, recogimos las impresiones del padre Diego Clavijo, misionero salesiano que, desde la zona, nos comentó los detalles de la ceremonia de recibimiento a estos nuevos hermanos cuya presencia y acompañamiento será muy importante en los ríos y comunidades de la frontera achuar entre Perú y Ecuador. Sus palabras brindan esperanza, pues comenta que el seminario intervicarial con los vecinos hermanos del Ecuador comienza a dar sus frutos.
Padre Diego, ¿cómo se vivió el acontecimiento del último jueves 7 de octubre?
En este mes misionero hemos tenido una gran bendición de Dios y del padre Bolla, un milagro grande que fue la ordenación de dos diáconos permanentes Achuar. La ceremonia fue presidida por monseñor Jesús María Aristín, previo a este acontecimiento tuvimos la institución de siete ministros de la eucaristía, que van a seguir trabajando en sus comunidades. En ese día llevaron su canasta con las hostias consagradas para que puedan empezar su trabajo en las diferentes comunidades a donde pertenecen. Como son muchos días de camino, entre cuatro a seis días, lo llevan muy protegido para que puedan llegar hasta sus comunidades. También hemos tenido una gran bendición, la institución ministerial exorcista. Para nosotros acá, en el pueblo Achuar, la atención a los enfermos es un proceso, una acción misionera de caridad fundamental, ya que son los más aislados y sufren la poca atención médica del Ministerio de Salud. Entonces, tanto estos dos ministerios como la ordenación diaconal, han sido acontecimientos importantes para nuestra Iglesia. Se vivieron momentos de mucha alegría, entusiasmo y también de agradecimiento a Dios y al padre Bolla por estos dones, estos ministerios que son un servicio más para su Iglesia, que va creciendo con mucha intensidad y fuerza.
¿Cómo se desarrolló la ceremonia? ¿Quiénes estaban presentes?
Nosotros tenemos una liturgia especial, de manera particular inculturada, la Eucaristía tiene un proceso especial dentro de la celebración eucarística. Después de la homilía se inició con el rito propio de la institución de los ministros de la eucaristía, llamados también ‘ayurcantin’. Ellos participaron renovando su compromiso de fidelidad a la Iglesia, a sus comunidades y al obispo. Luego vino la institución de los ministros de los enfermos, llamados también exorcistas. Ellos han renovado su compromiso de fe, de vida cristiana y, finalmente, se realizó la ordenación diaconal de los hermanos Mashinkiash Shirap Chau y Timias Timias Uwiti. Además, estuvo presente todo el alumnado del colegio secundario Achuar Mashuta, así como estudiantes de la Primaria y los niños de Inicial con sus padres, quienes tuvieron una gran representación. También hubo pobladores de la zona, llegados muchos de diferentes comunidades y una delegación de la Parroquia Achuar del Ecuador “Cristo Resucitado”, padres agustinos con el párroco, dos hermanas y un hermano salesiano misionero. Los cuatro fueron participantes y testigos de esa celebración. Asimismo, participaron el padre José Kamza, párroco y delegado de misiones de la inspectoría salesiana del Perú, así como el hermano José Gallego, miembro salesiano de la misión de San Lorenzo, algunos medios de comunicación salesiana de Lima, la fundación Don Bosco con la hermana Lourdes Liendo… creo que más de 300 personas estábamos en la iglesia en esta celebración.
¿Qué papel tendrán los nuevos diáconos? ¿Cuáles serán sus funciones?
Nuestros cinco primeros diáconos ordenados por monseñor José Luis Astigarraga trabajan en la zona norte del territorio Achuar, en frontera con el Ecuador. Estos dos nuevos diáconos, en cambio, tendrán dos jurisdicciones diversas al sur del territorio en frontera con el pueblo Kandozi y pueblo Kichwa. Tienen la animación de sus jurisdicciones, donde se encuentran animadores de la palabra de Dios, catequistas, cristianos, aquellos que están involucrados dentro de la pastoral y hermanos no católicos que pertenecen a iglesias evangélicas, con quienes también llevamos proyectos en conjunto sobre cooperativa, formación técnica, secundaria tanto para evangélicos como no católicos… hay bastante unidad entre nosotros. Una de las funciones fundamentales será programar el bautismo para los catecúmenos que ya estén en proceso de formación, la fecha se acordará dentro de la reunión de las dos jurisdicciones; también se realizarán los matrimonios en el momento del bautismo o también fuera, para las parejas que han sido bautizadas. Algo importante también es que los enfermos siempre acuden a los diáconos permanentes para pedir oración, que Dios les cure y, más aú,n con la intervención del padre Luis Bolla, ya que se ha abierto su proceso de beatificación y canonización. Creo que es un momento importante en el cual los diáconos van a promover esa devoción hacia el padre Bolla. Ellos lo han vivido en carne propia porque han conocido, compartido y saben la gran espiritualidad del padre Luis Bolla, llamado ‘Yankuam Jintia’ o, en castellano, ‘Lucero del camino’.
Las vocaciones en el pueblo Achuar siguen adelante… ¿a buen ritmo?
Las vocaciones en este camino ministerial hacia el diaconado permanente y los diferentes ministerios está creciendo a su ritmo, como es en la Amazonía. Hay jóvenes con mucha vitalidad. Incluso dentro de este grupo de jóvenes también hay algunos solteros que avanzan en el proceso de formación. Tenemos el seminario intervicarial, entre el Vicariato Apostólico de Méndez en Ecuador, con Mons. Néstor Montesdeoca Becerra, y con el Vicariato de Yurimaguas con Mons. Jesús María Aristín. Se hizo un convenio para la creación del centro de formación ministerial que lleva hasta el diaconado permanente y, Dios quiera, que pronto forme también a los sacerdotes achuar. El convenio se encuentra en acción desde hace tres años. En este momento en mi persona ha caído la responsabilidad de la coordinación. Estamos allí con tres misioneros más, tenemos una estructura simple, pero con la ayuda de los obispos y de la Iglesia podemos salir adelante en la formación con sus propios ministros Achuar.
¿Qué hay que agradecer al padre Bolla?
Creo que sentimos una actitud de profundo agradecimiento hacia el padre Bolla por su constancia, esfuerzo, lucha y entusiasmo por llevar adelante todo el proceso de nacimiento y crecimiento de la iglesia autóctona achuar, con un estilo muy especial de inculturación. Los mismos ritos del diaconado permanente, del exorcismo y ministros de la eucaristía tienen muchos signos que son importantes, ciertamente tienen una base del rito romano que esta matizada y profundizada con elementos achuar. Hace unos días pensaba que, realmente, este es un baño de inculturación del evangelio de la Iglesia, de la liturgia y sacramentos de la misma espiritualidad cristiana dentro del pueblo Achuar. De hecho, para los jóvenes que participaron, realmente ha sido un signo de mucha trascendencia, ya que han visto valores espirituales fundamentales, y creo que para los jóvenes marca un estilo de vida diverso. Veía cómo ellos no se perdían ningún detalle o palabra. Más bien, se ponían de pie para participar y ver cuáles son los ritos con los cuales se realizaba esta jornada. Esta semilla sembrada realmente ha crecido, ha dado fruto y tenemos la responsabilidad de seguir acompañando y avanzar también en el proceso de formación a través del centro de formación ministerial e intervicarial que tenemos.
¿Cómo marchan los procesos de formación en alianza con los hermanos del Ecuador?
Este proceso de formación va por buen camino, como otras experiencias en varios países para grupos originarios que están de un lado y del otro del territorio, que llevan también cursos de catequistas y de formación conjunta en la frontera Perú, Colombia y Brasil. Son pueblos numerosos que están en diferentes lados de la frontera y los agentes pastorales se unen para la catequesis, evangelización y formación. Para nosotros en el pueblo achuar es fundamental tener lineamientos claros y comunes que lleven a la comunión y la unidad de la Iglesia en los diferentes países. Realmente la fe no tiene fronteras, va más allá de los límites humanos y este encuentro de ayuda mutua en la formación con misioneros de mucha experiencia de trabajo con el pueblo achuar, territorio de ambos países, es una luz grande que se está presentando para toda la experiencia de evangelización y formación a los ministerios sacerdotal y diagonal que se viven en América Latina, sobre todo en la Amazonía. Creo que se debe avanzar mucho más en este proceso a nivel teológico, litúrgico y bíblico. Tenemos muchos retos por delante, pero estamos empeñados en que se consolide con mayor fuerza el proceso de formación.
Desde el Vicariato Apostólico de Iquitos se reafirma el compromiso con las poblaciones indígenas en su defensa del río y del bosque y, por tanto, se acompaña en esta iniciativa junto a otras instituciones aliadas: “Sigamos caminando por la trocha de nuestra selva y haciendo eco de la voz profética de anuncia y denuncia de nuestra iglesia”.
Por: Querida Amazonía - Foto: IDL
A través de una reseña en sus redes sociales y, lo que es más importante, mediante el acompañamiento permanente, desde su creación, a la Federación de Mujeres Kukamas Huaynakana Kamatahuara Kana, el Vicariato Apostólico de Iquitos viene manifestando su apoyo a la iniciativa que ha llevado a dicha asociación a demandar a diferentes instituciones del Estado Peruano para el reconocimiento del río Marañón como sujeto de derechos. Piden, por tanto, que sea reconocido como un Ser Vivo.
Este grupo de mujeres, liderado por su presidenta Mariluz Canaquiri, “pide que respeten al río Marañón porque para el pueblo Kukama el río tiene vida, además de ser proveedor de alimentos y de agua para las comunidades ribereñas. Ellas exigen, además, la creación de los Consejos Regionales de Cuenca para que los pueblos indígenas participen en la gestión integral de los recursos naturales, así como el reconocimiento de su federación y otras asociaciones como "guardianes del río”. También exigen que la empresa Petroperú realice un mantenimiento constante del Oleoducto para evitar futuros derrames de petróleo”, se indica desde el Vicariato Apostólico de Iquitos.
La federación ha recibido siempre el apoyo de la Parroquia Santa Rita de Castilla, de Radio Ucamara de Nauta (integrada dentro del Vicariato) y, en general, de todas las instituciones vinculadas a dicha jurisdicción eclesial. Asimismo, para este proceso, viene siendo acompañada por otras instituciones y especialistas legales, sobre todo del Instituto de Defensa Legal.
En el caminar junto a los pueblos indígenas amazónicos, la Iglesia de Iquitos nos pide que “sigamos caminando por la trocha de nuestra selva y haciendo eco de la voz profética de anuncia y denuncia de nuestra iglesia”.
El Colegio de Periodistas del Perú reconoció la labor de casi medio siglo de la emisora del Vicariato Apostólico de Iquitos con el ‘Willah Kamayuc’ (persona que informa). Con Oraldo Reátegui, su director fallecido el 1 de julio en el recuerdo, se resalta así el compromiso de quienes aportan con voz alta y clara en la búsqueda de la verdad, y transmiten en sus micrófonos el sentir de los hombres y mujeres del campo, los niños, jóvenes y ancianos, y de los pueblos indígenas u originarios.
“Estamos felices, pero al mismo tiempo nos sentimos tremendamente comprometidos para seguir en la misma línea y honrar este reconocimiento y, por supuesto, al gestor de todo este equipo de prensa. Nos referimos al compañero Oraldo Reátegui”. Con estas palabras, Rubén Meza, jefe de programación de Radio La Voz de la Selva, recibía la noticia sobre el premio otorgado a la emisora de la que forma parte desde hace muchos años.
Y es que, con motivo del Bicentenario nacional, el Colegio de Periodistas del Perú otorgó un reconocimiento a cuatro radios peruanas el pasado 1 de octubre, en el Día del Periodista. Junto a Radio Cutivalú de Piura, Radio Onda Azul de Puno y Radio Nacional del Perú; la emisora amazónica perteneciente al Vicariato Apostólico de Iquitos, Radio La Voz de la Selva, recibió la distinción Willah Kamayuc (del quechua, “persona que informa”) por la práctica de los valores periodísticos en su labor informativa.
De acuerdo a la decana del Colegio de Periodistas del Perú, Ligia López, el galardón busca distinguir el manejo de la información llevada a cabo de forma transparente y sin tintes políticos, así como la llegada a los sectores más alejados y vulnerables de sus respectivas regiones. “Nos enfocamos en esas cuatro emisoras porque forman ciudadanos, cumplen una misión de apoyo, en el sentido que dan la información y no van por otros intereses. Creo que se ha escogido bien”, manifestó a los micrófonos de LVS Noticias.
El equipo de Radio La Voz de la Selva recibió la noticia con alegría, pero también con una mezcla de sentimientos de nostalgia y agradecimiento hacia su amigo, director, conductor, y jefe de prensa, Oraldo Reátegui, quien falleció producto de la COVID-19 el pasado 1 julio de este año. Este reconocimiento, consideran, es un homenaje póstumo y merecido a su memoria y al arduo trabajo periodístico realizado junto a todos los compañeros, pues en mayo del 2020, en pleno pico de la pandemia en Loreto, ellos trabajaban más de 12 horas seguidas desde casa.
El Ministerio de Salud contabilizaba entonces que Iquitos era la ciudad con más muertos por cantidad de habitantes en todo el Perú. “Es una situación estresante y complicada, pero hay que seguir, estamos mucho mejor que otros sectores como los médicos, que lo pagan con su vida incluso”, decía Oraldo Reátegui. En ese contexto es que, más que nunca, el periodismo responsable era vital para mantener informados y explicarle a la población no solo las cifras, sino lo que se sabía de la enfermedad y sus síntomas.
El enfoque social de la radio también jugó un rol importante. Desde La Voz de la Selva se impulsó la campaña solidaria del Vicariato Apostólico de Iquitos para recaudar fondos con los que, al final, se logró comprar cuatro plantas de oxígeno medicinal para ayudar a enfrentar la pandemia del coronavirus a quienes más lo necesitaba. Un esfuerzo multidisciplinario y grupal que hoy es reconocido por el Colegio de Periodistas del Perú.
Siendo La Voz de la Selva
Radio La Voz de la Selva está a puertas de cumplir 50 años trabajando en búsqueda de la verdad, la justicia y el esfuerzo: los pilares en los que se sustenta el equipo. “Reconocemos que el nombre de esta emisora de por sí es su lema, su grito de batalla, porque es el hombre y la mujer de la Amazonía que se identifica con su emisora y se sabe representada. Y sabe que estos micrófonos están para escuchar su voz, su clamor, su demanda, su denuncia, pero también su esperanza y su motivo de felicidad”, comenta Rubén Meza, el jefe de programación de la radio.
Y es que, tantos años de labor dedicada han logrado que lo que se dice en sus micrófonos se escuche fuerte y claro en todos los niveles de decisión del gobierno, y se ejerza incidencia en las autoridades. Los hechos y las respuestas de los tomadores de decisión ante una denuncia así lo demuestran, señala Rubén Meza. “Con ese empoderamiento de la ciudad es posible que se sienta con más fuerza ahora la voz de los que no tienen voz: del hombre y la mujer del campo, los niños, los jóvenes, los ancianos, de las comunidades originarias, de los pueblos indígenas (…) del ciudadano de a pie de cualquier lugar, distrito o provincia de la región Loreto”.
El reto que enfrenta hoy la radio emblema del Vicariato Apostólico de Iquitos es la crisis de reputación en los medios de comunicación y el periodismo nacional, por toda la coyuntura política que se ha vivido, que también ha salpicado a las radios de provincia y ha causado la indignación de la ciudadanía, menciona el jefe de programación de LVS. “El reto está en seguir demostrando que somos diferentes, que somos las radios ciudadanas, las radios educativas… Una radio de la Iglesia Católica, que como bien nos indica monseñor Miguel Ángel Cadenas, somos la voz social de la Iglesia”.
Aunque se muestra preocupado por el futuro, también lo inunda el ánimo, el entusiasmo y las ganas de hacer que La Voz de la Selva tenga el sitio que se merece. “Todos los periodistas, compañeros locutores, desde la dirección, la parte administrativa y el personal nos sentimos comprometidos con ese legado de los que ya no están con nosotros. Y de los que han pasado por esta emisora y han dejado su huella. Queremos seguir siendo la radio en la que confía y cree la ciudadanía, porque nuestra historia, nuestra forma de hacer el periodismo así lo demuestra”, resalta Rubén.
50 años de labor social
El 14 de abril del 2022, La Voz de la Selva cumplirá 50 años de creación. La emisora amazónica fue fundada en 1972 con la fusión de dos radios que pertenecían a la Iglesia Católica: la del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas, con sede en Indiana, y la que funcionaba en la ciudad de Iquitos, perteneciente al Vicariato Apostólico de Iquitos.
En esa época, Monseñor Lorenzo Guibord y Monseñor Gabino Peral de la Torre se pusieron de acuerdo para unirse y crear una radio que represente a la iglesia católica en esta parte de la Amazonía del país. La emisora transmitía entonces una programación con un contenido influenciado por la realidad amazónica, con mirada de campo, mensajes de evangelización y contenido noticioso que iba más allá de simples e informativos. Eso marcaba la diferencia.
Al comienzo, se transmitía a través de la amplitud modulada y de onda corta, que permitía llegar a gran parte de la región, así como las regiones vecinas, incluso fuera de las fronteras. Con los años, la emisora se convirtió en la primera en todo Loreto en adquirir un transmisor de frecuencia modulada. Posteriormente, se buscó conquistar también la ciudad con una programación con música y que estuviera acorde con la tecnología de ese tiempo.
Por Radio La Voz de la Selva han pasado muchos profesionales reconocidos de todas las partes del país. Su labor educativa les ha brindado la oportunidad de formar, capacitar, y orientar a muchas personas. “Todos reconocen que esta es una emisora que desde sus inicios ha sido una escuela (…) Esto ha sido posible gracias a que Radio La Voz de la selva ha pertenecido a la Coordinadora Nacional de Radio, a la Asociación Latinoamericana de Radios Educativas (ALER), y la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMAR)”, cuenta Rubén Meza.
El próximo paso para la emisora del Vicariato Apostólico de Iquitos es volver a la amplitud modulada. Hoy solo llegan con onda corta, pero ya se están haciendo los esfuerzos para que este anhelado proyecto para llegar a más personas se haga realidad. Mientras tanto, La Voz de La Selva continuará transmitiendo y enriqueciéndose con los grandes momentos de la historia de Loreto: las luchas sociales, contra la deforestación, la contaminación de los ríos, y las reivindicaciones indígenas, así como los momentos culturales, recreativos, y las fiestas tradicionales y representativas de la ciudadanía.
El obispo Mons. José Javier Travieso y el vicario general, P. César Caro, aprovechan su paso por Europa para afianzar relaciones con instituciones aliadas y viajar al Vaticano, donde han sido recibidos por el cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. También se han entrevistado con el padre Tadeusz J. Nowak, OMI, Secretario General de la Pontificia Obra de la Propagación de la Fe, y la Hna. Roberta Tremarelli, secretaria general de la Obra de la Santa Infancia, entre otros representantes eclesiales
Aunque la tecnología y la comunicación virtual acorta las distancias, esta nunca logra suplir a la cercanía de un diálogo cara a cara, de una conversación personal y una reunión presencial. Bajo esta premisa es que la semana pasada el obispo del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas, Mons. José Javier Travieso, y el vicario general, P. César Caro, visitaron el Vaticano luego de lograr coordinar varios encuentros con responsables de la Santa Sede y, más concretamente, de las Obras Misionales Pontificias que apoyan varios de los proyectos y acciones pastorales del vicariato en la Amazonía peruana.
Siendo, con más de 155.000 km2, el vicariato apostólico más extenso de toda la Amazonía Peruana, su administración es, cuanto menos, compleja. A ello se suma que se trata de una jurisdicción eminentemente rural, pues no cuenta con ninguna gran ciudad como centro logístico de su territorio y el abastecimiento debe hacerse desde la ciudad de Lima e Iquitos, y que, además, se enmarca en una encrucijada de fronteras: con Brasil y Colombia por el río Amazonas, con Ecuador a través del río Napo y, de nuevo, con Colombia a través del Putumayo.
Estos y muchos detalles más, como la situación económica, la escasez de misioneros/as y la necesidad de más sacerdotes fueron conversados, entre otros, con el cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (Propaganda Fide), quien recalcó la necesidad que, desde Roma, se tiene por conocer la realidad específica de cada territorio de misión a fin de tener una mejor perspectiva al momento de planificar y brindar ayuda.
Posterior a ello, hubo otros encuentros y conversaciones. Uno de ellos fue con el padre Tadeusz J. Nowak, OMI, Secretario General de la Pontificia Obra de la Propagación de la Fe, y la Hna. Roberta Tremarelli, secretaria general de la Obra de la Santa Infancia, con quienes se aprovechó para evaluar los proyectos que están en ejecución, resolver ciertas dudas y presentar nuevas propuestas de trabajo para el fortalecimiento y presencia del vicariato entre las poblaciones amazónicas.
Estas reuniones en Roma son solo algunas de las que Mons. José Javier Travieso y el P. César Caro vienen manteniendo con aquellas organizaciones e instituciones aliadas que, sensibilizadas con el caminar de la Iglesia en la Amazonía, están prestas a apoyar y colaborar siempre que la situación lo requiere.
Yankuam’Jintia o, en lengua Achuar, ‘Estrella que ilumina el camino’ ya está oficialmente en ruta a la santidad luego de que este lunes 27 de septiembre se realizase en Lima el acto protocolar, presidido por Mons. Carlos Castillo, para dar inicio al proceso correspondiente. Una santidad que cuenta con multitud de testigos entre quienes tuvieron el privilegio de conocer y compartir parte de la vida con el misionero salesiano de origen italiano y corazón Achuar.
“Yo vengo desde el pueblo Achuar y les digo que él siempre me acompañaba y me enseñaba. Él ha sido nuestro primer maestro achuar. Nos enseñaba educación y ha sido el más comprometido de todos. Doy gracias por la voluntad de Dios de ponerle entre nosotros. Agradezco en nombre del pueblo achuar del Perú”. Son las palabras de Ankuash Mitiap Kapuchak durante la ceremonia de apertura del proceso de Canonización y Beatificación del Siervo de Dios Luis Bolla (1932 – 2013) realizada este último 27 de septiembre en Lima. Con ellas, luego de viajar desde la frontera entre Perú y Ecuador, al norte del país, hace presente al pueblo indígena Achuar. Representa a las comunidades y familias con quienes quizás el misionero más admirado de las últimas décadas en la Amazonía Peruana compartió su vida. La compartió y entregó al servicio de quienes se adueñaron de su corazón a base de sencillez y la pureza cultural que jamás se planteó violentar. Al contrario, pasaron muchos años hasta que, por iniciativa de los propios indígenas, Yankuam’Jintia les habló de Jesús.
“Así le debemos llamar, Yankuam’Jintia, es decir, “estrella en el camino” porque realmente nos marcó un camino a los que venimos después. Y por eso ahora está en este proceso a la santidad, porque los santos siempre han marcado un momento importante para la Iglesia como fuente de una transformación. Creo que su vida motiva a transformar nuestra Iglesia”, comenta Mons. Martín Quijano, misionero salesiano y obispo del Vicariato Apostólico de Pucallpa, al término de la ceremonia. Ha sido un evento sencillo presidido por el Arzobispo de Lima, Mons. Carlos Castillo y que también ha contado con la presencia de Mons. Jesús María Aristín, actual obispo del Vicariato de Yurimaguas donde el Padre Luigi Bolla desempeñó su labor, así como con otras autoridades y representantes eclesiales como la Reveranda Madre María Elena Camones More, Canciller del Arzobispado de Lima; el R.P. Sandro Gabriele Carbone Carbone, Delegado Episcopal; el R.P. Edwin Limas Falcón , OSJ, Promotor de Justicia; el R.P. Manuel Ernesto Zegarra Basurco, Notario Actuario; y el P. Jesús Adrián Jurado Alarcón SDB, Vice Postulador.
Cabe mencionar que tanto la ceremonia realizada en horas de la mañana como la celebración eucarística que tuvo lugar en la noche fueron transmitidas a través de las redes sociales de ‘Salesianos Perú’ y que, por tanto, puede visualizarse a través de estos medios.
“Quiero brindar unas primeras palabras de agradecimiento a los padres salesianos y al pueblo Achuar por su entrega al camino de Dios. Leía que, en la historia, ha habido contradicciones en el pueblo y que se han vivido momentos de violencia en el pueblo Achuar, y sin embargo si alguien no se hubiera metido como el padre Bolla a entender y comprender desde adentro, no se hubiera podido ayudar a superar la violencia. Por eso ahora, gracias a él, gran parte del evangelio está diseminado en los corazones de las personas”, inició el arzobispo de Lima su comentario sobre la figura de Yamkuam’Jintia. Además, también recordó que, cuando un misionero logra adentrarse en las entrañas misericordiosas de los pueblos y es capaz de comprender sus raíces, más que evangelizar lo que ocurre es que “salimos evangelizados”.
Y es que, reconoció Carlos Castillo, lo más importante de vidas como las del Padre Luigi Bolla es que el mundo quedará finalmente en manos de las personas más sencillas, de los pueblos más humildes. “Al comprender toda esa complejidad desde su propia cultura y tradición, se están construyendo los nuevos relatos con los que la humanidad va a renacer. Y para eso hay que estar atentos y escuchar ese lenguaje”, solicitó. Y es que, destacó, el padre Bolla supo entender como pocos la sintonía que hay entre el Evangelio y los valores del pueblo Achuar.
Una “gran alegría” para la familia salesiana
El Padre Hugo Orozco, Consejero Regional de Interamérica de la Congregación Salesiana, quien se encuentra de visita pastoral en el Perú, fue quien representó a los hijos de Don Bosco en esta ceremonia. En su intervención agradeció el trabajo que recién se inicia para la canonización y santidad del padre Luigi Bolla y, a la vez, reconoció que “para nosotros es un gran alegría ver que estamos iniciando un proceso donde se dará testimonio que un hijo de Don Bosco puede aspirar a la invitación a la santidad a donde estamos llamados todos los bautizados”.
En esa línea indicó que desde la congregación se tiene plena certeza de que la vida de Yamkuam’Jintia cuenta con una mística única a la vez que hunde “sus raíces en San Francisco de Sales, en una fraternidad aprendida en la casa de Don Bosco y una pasión pastoral por hacer vida el Evangelio de Jesús junto a nuestros hermanos Achuar”. Por último aseguró: “Nos da mucho gusto que podamos aportar a la iglesia la vida y el testimonio de un hermano que lo ha vivido con esta profundidad”.
Una vida grande desde la mayor sencillez
Rescatando nuevamente la reflexión del obispo de Pucallpa, Mons. Martín Quijano, quien comentó qué supone este proceso para la Iglesia amazónica cabe mencionar que en su opinión la figura y vida de Yamkuam’Jintia es clave en el camino de sinodalidad que el Papa Francisco viene impulsando con fuerza. “Es un camino en el que todos tenemos que estar juntos y en que el protagonista tiene que ser el pueblo. En esa línea, creo que este mensaje es muy fuerte y está muy presente en la vida de Jankuam, ese es el significado para nuestra Amazonía. Nuestro pueblo tiene que tener el protagonismo y nosotros, como Iglesia, tenemos que ponernos al servicio de este pueblo. Ojalá que sigamos trabajando para proponer la vocación de los ministerios en todos nuestros vicariatos. Ministerios que sean reconocidos, que todos nos pongamos al servicio del pueblo para llevar el Evangelio a cada lugar, que seamos cada vez más arriesgados en nuestras propuestas, que seamos más comprometidos”.
Por último Mons. Quijano aseguró: “La vida de Jankuam es muy rica. He estado releyendo sobre su vida, lo conocía, pero recordarlo, recoger todos los datos y testimonios de nuevo nos hacen vivir nuevamente estas propuestas arriesgadas del evangelio que se notan en las propuestas de Yankuam. Es un momento emocionante por esta propuesta de santidad, porque le hemos conocido y nos quedamos sorprendidos con su vida tan sencilla, tan pequeña pero que es una muestra también tan grande”.
Cabe mencionar que luego de la ceremonia de apertura del proceso de canonización y santidad, también se desarrolló ya en horas de la noche una celebración eucarística como cierre de las actividades de este 27 de septiembre en honor y recuerdo al padre Luigi Bolla o, mejor dicho, ‘La Estrella en el camino”.
Por: Fray Luis Fernández García. O.S.A Párroco de Santa Rita de Castilla, Río Marañón (Loreto-Perú)
Nunca olvidaré el viaje que realicé por los pirineos aragoneses. El paisaje era muy hermoso, imponente. El profesor Carlos Sebastián, muy querido en el colegio “San Agustín” de Zaragoza (España), iba conduciendo. Llevábamos a los niños a disfrutar de la nieve. Por circunstancias, el autobús se completó; el profesor Carlos fue en su carro y tuve la alegría de acompañarlo. Siendo ya la tarde, después de disfrutar de la nieve, volvíamos para casa. Me fijé por la ventana y le dije lo bonito que era el paisaje. La respuesta que dio ha quedado muy grabada en mi vida: “Cuando algo te aflige no lo ves de la misma manera”.
Ahora estoy en la selva amazónica. Tiene unos paisajes y animales en los que uno se debería quedar maravillado. Qué razón tenía el profesor Carlos, cuando no hay armonía es muy difícil contemplar la belleza. El Papa Francisco en la encíclica “Laudato Sì” habla de la ecología integral. Ella abarca toda la dimensión de la persona y su entorno. Cuando la tierra se contamina, el hombre, los animales y las plantas sufren. Todo está interconectado. Si se rompe esta conexión surge la aflicción.
¿Qué aflicciones hay en la cuenca del Marañón y el Urituyacu? Ojalá pudiera decir que ninguna y poder contemplar las maravillas de Dios. Mis vivencias de siete años en estas tierras se unen a las de mis hermanos Agustinos. En ellas, estos dos ríos, a lo largo del tiempo, han sido violentados: la avaricia humana materializada en la extracción del petróleo, donde las comunidades nativas poco se benefician y cuando suceden los derrames se les considera culpables y usurpadores.
La primera vez que oí la palabra Cuninico, que está en la cuenca del Marañón, fue de la boca de los hermanos Agustinos, y relacionada a una aflicción: la contaminación. El contacto con la comunidad me enseñó la dureza de la realidad: Personas enfermas, peces y animales contaminados, agua que no servía para el consumo humano, tierra que con presionarla salía líquido negro y, sobre todo, un anciano que en sus lágrimas mostraba el sufrimiento de una tierra que gime.
Por su parte la cuenca del río Urituyacu tiene la forma de una serpiente cuando zigzaguea. Es la zona más abandonada por parte del Estado que he encontrado en la parroquia. Una aflicción que se añade cuando uno descubre que el centro de salud más decente está a dos e incluso tres días de viaje por río. El ausentismo de los profesores en los colegios, con las excusas más disparatadas, desde salir a hacer supuestos trámites hasta decir que no hay alumnos. Encontrarse comunidades que siguen viviendo sin agua potable ni infraestructura eléctrica. Jóvenes condenados a no tener una educación de calidad que se ve reflejada en los pocos que acceden a unos estudios superiores…
Y, a todas estas aflicciones, se unen los paros. En estos siete años veo como cada vez son más frecuentes. En el 2016 fue el famoso paro de Saramurillo. En el año 2020 ha habido más de cinco. Los intereses de las organizaciones indígenas, del Estado y de las comunidades nativas que son las más manipuladas y afectadas hace que muchas veces estos reclamos pierdan el tema principal de por qué se realizaron.
Son situaciones reales que nos hacen pisar tierra y nos llevan a ser conscientes de la realidad y las luchas que hay que combatir. No es tiempo para contemplar la belleza en la selva mientras esta siga gimiendo por una restauración integral. Jesús asciende a los cielos, sus discípulos se quedan maravillados y no son capaces de apartar la vista ante tal maravilla. Pedro queda extasiado al ver la transfiguración del Señor. Quiere quedarse siempre en esa visión. Pero el ángel devuelve a los discípulos a la realidad y les hace ser conscientes de su misión. Jesús baja con Pedro, Santiago y Juan de la montaña y sigue su labor.
Por eso nuestra misión y labor continuará sin descanso ni contemplación mientras no haya una restauración integral de esta tierra que ha sido manchada de sangre, petróleo e injusticias a lo largo de los siglos.
Un siglo de historia no se celebra todos los días y, conscientes de ello, desde el Vicariato de Yurimaguas continúan difundiendo en este 2021 las diferentes etapas y procesos que la Iglesia de Alto Amazonas ha atravesado en los últimos 100 años. Si hace unos meses se terminaba de imprimir y se presentaba el libro “Historia del Vicariato de Yurimaguas”, un libro de 420 páginas trabajado por el propio obispo, Mons. Jesús María Aristín; ahora nos acercan esta historia en forma audiovisual.
“Estamos tratando de dar a conocer nuestro Centenario lo mejor posible”, asegura el obispo, “por ello, conscientes de que algunos no tienen mucho tiempo de leer y también para llegar a través de Internet más allá de nuestras fronteras, hemos optado ahora por presentarles la Historia de nuestro vicariato de forma audiovisual”. Se trata de 25 videos de unos 30 minutos que ya están disponibles a través del perfil de Youtube del Vicariato Apostólico de Yurimaguas.
Los videos se pueden consultar a través del siguiente enlace de Youtube.
Este canal de Youtube, según explicó el obispo a todos los misioneros/as, religiosos/as y laicos pretende mirar más allá, buscando ser una nueva ventana del Vicariato hacia el mundo. Por ello, les invita ahora a compartir todo el material audiovisual que consideren interesante a fin de continuar alimentando, enriqueciendo y difundiendo el trabajo social, educativo y pastoral que todos ellos han desde sus diferentes lugares y ámbitos de misión.
“Esperamos que esto nos ayude a vivir con más intensidad nuestro Centenario y encienda nuestra “luz misionera”. No se olviden que somos sal y luz y que desde el día de nuestro Bautismo, estamos llamados a ser misioneros y testigos de Cristo vivo y Resucitado. ¡Feliz Centenario del Vicariato!”, concluye Mons. Aristín.
Texto: Roberto Ábalos, misionero dominico del Alto y Bajo Urubamba (Vicariato de Puerto Maldonado).
Foto de portada: Rodrigo Rodrich
Son muchas las leyendas y mitos que existen alrededor del Pongo de Mainique. Para el pueblo matsigenka, el Pongo es su Génesis, su santuario, su “Tonkini” (el cerro más alto en la margen izquierda, que encajona al Urubamba), el “omogito inkite” (ombligo del universo), allá donde Tasorintsi sopló con fuerza y levantó torbellinos de viento y remolinos de agua, como un efluvio seminal de su magnificencia.
Las historias cuentan que Tasorintsi hizo brotar al matsigenka que se extendió río arriba y abajo, siempre caminando para que no caiga el cielo, y forjando una escalera que lo una con la tierra en cercanía. Para eso, previamente había herido con su rayo poderoso a la cordillera andina. Al igual que Moisés con su vara, separó el Alto del Bajo Urubamba para que la transición sea de las encrespadas cumbres a la planicie amazónica.
En este sagrado lugar se encuentran dos grandes corrientes de agua que originan los remolinos profundos del “Meshiareni”, lugar al que van los espíritus de la buena gente matsigenka; y el “kamaviría”, donde claman los muertos de mala vida y con sus lamentos rasgan el ambiente e incrementan el caudal de las aguas.
Como lo dice la palabra, tanto en quechua como matsigenka, pongo significa ‘puerta’. En este caso, la puerta del oso (Maeni). El formidable caudal de agua, que fluye con fuerte gradiente de inclinación, hace que su lecho se estreche en forma de cañón y pase de los 90-80 metros a los 40-30 de ancho. Alguna falla geológica y la fuerte erosión han hecho posible la factura del Ande y la entrada a la placidez meándrica de la selva del Bajo Urubamba.
A lo largo de este cañón discurren cantidad de cascadas y el roquerío amurallado y pulido en forma de sierra que destroza la lancha que se arrima a él. Por eso, el Pongo del Mainique se cobra con frecuencia la pérdida de vidas humanas. No hay año en el que su cañón no provoque el naufragio de las embarcaciones que intentan surcar sus aguas.
A lo largo de este siglo se cuenta con datos y testimonios que hablan de lo difícil que es navegar por las turbulentas aguas de este cañón, que tiene una extensión de 37 a 52 metros de ancho por 3.680 metros de largo, y una corriente que alcanza los 28 kilómetros por hora.
Octubre de 2004: Entre el temor y el temblor
Varios misioneros, llegados tiempo atrás a esta parte de la Amazonía cusqueña, también han perecido al intentar aventurarse en las temibles cascadas y aguas del Pongo. Los relatos sobre este misterioso cañón llegaban durante mis años como estudiante hasta la escuela apostólica del Seminario Hispano Americano de Misioneros Dominicos de Villava, en Navarra, España. Allí fue donde escuché, con emoción, las historias de los misioneros que habían logrado cruzar sus aguas, y de algunos otros que fallecieron al ser tragados por sus remolinos.
Siendo el misionero que más ha surcado el Pongo de Mainique para ir a las misiones de Koribeni (Alto Urubamba) y Timpía (Bajo Urubamba), he estado en riesgo de naufragar en varias ocasiones. Recuerdo con lucidez la primera vez que lo surqué en octubre de 2004. Solo tres personas navegábamos en aquel bote: el piloto, el puntero y yo. Pero había más. Junto a mí yacían un toro muerto y sangrado, que encharcaba de rojo toda la lancha, y una vaca que no dejaba de moverse meciendo también la frágil embarcación.
El piloto, ante la misma puerta del estrecho pasadizo del cañón, como es costumbre, había parado la lancha para reacomodar la carga. Antes de arrancar de nuevo, fiel a la liturgia marinera en ese trance, hizo la señal de la cruz y sorbió varios tragos de aguardiente. Apenas entrando, aparece la mayor y majestuosa cascada de las muchas que jalonan el encajonado río, llamada el manto de novia.
Ese es el corazón del “Tonkini”. Sus aguas sonoras, enérgicas y espumantes no son de caída, sino de filtración. Estalla y se expande en humedades que pulveriza el soplo de Tasorintsi, y bañan en temible caricia a los temerarios que se aventuran a cruzarlo en época de lluvias.
Cuando admiraba con temor y temblor la majestuosidad, contemplé ante mí una muralla de agua de al menos dos metros de altura, que juzgué era imposible escalar tal y como la popa arrumbaba hacia ella. El piloto juzgó como yo y se echó para atrás, de nuevo hasta la misma boca bajo la efigie del inca. No fue hasta el tercer intento que, acercándonos cada vez más a la pared rocosa logramos, al fin, asaltar las olas.
Luego se suceden, a unos 300 metros el uno del otro, dos peldaños, también extremadamente peligrosos, pero no tanto como el primero. Al final te espera la famosa L que hace el río en ángulo recto, que en época de lluvias es más sencillo de cruzar. No todo el peligro termina en ese kilómetro temible, quedan otros dos con tramos arremolinados sumamente peligrosos. Ciertamente el peligro no termina hasta llegar a Ivochote, a dos horas de un viaje empinado.
Un lugar sagrado: cientos de relatos
Son muchas las leyendas y mitos alrededor del Pongo. Es casi imposible oír de labios de los paisanos matsigenkas que coincidan en los relatos, cada quien lo enriquece con su propia sensibilidad y experiencia.
Mario Vargas Llosa, en su excelente novela “El hablador” y asesorado por el P. Joaquín Barriales, gran recopilador de la mitología matsigenka, cuenta así la sacralidad del Pongo, recogiendo muchas versiones del mismo:
“Allí ocurrió, en el Gran Pongo. Allí el principio principió. Tasurinchi bajó desde el Inkite por el río Meshiareni con una idea en la cabeza. Hinchando su pecho, empezaría a soplar. Las buenas tierras, los ríos cargados de peces, los bosques repletos, tantos animales para comer, irian apareciendo. El sol estaba fijo en el cielo, calentando el mundo. Contento, mirando lo que aparecía. A Kientibakori le dio su rabieta terrible. Vomitaría culebras y sapos viendo lo que ocurría allá arriba. Tasurinchi soplaba y habían comenzado a aparecer también los machiguengas. Entonces, Kientibakori abandonó el mundo de aguas y nubes negras del Gamaironi y subió por un río de orines y caca. Rabiando, humeando de cólera, “Yo lo he de hacer mejor”, diciendo. Apenas llegó al Gran Pongo, se puso a soplar. Pero de sus soplidos no salían machiguengas. Tierras podridas donde no crecía nada, más bien; cochas cenagosas donde sólo los vampiros podían resistir el aire tan hediondo. Culebras salían. Víboras, lagartos, ratones, zancudos y murciélagos. Hormigas, gallinazos. Todas las plantas que producen ardor salían, las que queman la piel, las que no se puede comer. Esas nomás. Kientibakori, seguía soplando y, en lugar de machiguengas, aparecían los kamagarinis, los diablillos de pies curvos y filudos, con espolones. Las diablas aparecían, con sus caras de asno, comiendo tierra y musgo. Y los hombres cuadrúpedos, achaporo, tan peludos y tan sanguinarios. Kientibakori rabiaba. Tanta rabia tenía que los seres que iba soplando salían, como los daños y las alimañas, más impuros, más malvados. Cuando terminaron de soplar y se volvieron, Tasurinchi al Inkite y Kientibakori al Gamaironi, este mundo era lo que es ahora. Así comenzó después, parece. Así empezamos a andar. En el Gran Pongo. Desde entonces estamos andando, pues. Resistiendo los daños, sufriendo las crueldades de los diablos y diablillos de Kientibakori estamos. El Gran Pongo era prohibido, antes. Sólo regresaban hasta allí los muertos, almas que se iban sin volver. Ahora van muchos; virakochas y punarunas van. También machiguengas. Con miedo y con respeto irán. Pensarán: ¿ese ruido fuertísimo es sólo agua chocando contra las rocas al caer? ¿Sólo río al cerrarse entre paredes de piedra es? No, parece. Es ruido que sube de abajo, también. Gemidos y llantos de niños ahogados será. Sube desde las cuevas del fondo. En las noches de luna se oye. Estarán gimiendo, tristes. Los monstruos de Kientibakori los maltratarán, tal vez. Les harán pagar con tormentos el estar ahí. No los creerán impuros sino machiguengas, quizá. Eso es, al menos, lo que yo he sabido”.
En el excelente documental “Bajo Urubamba, el bosque de los misterios”, se relata otro mito sobre el Pongo:
“El Pongo de Mainike ha sido desde siempre un lugar sagrado para los matsigenkas; en especial el lugar donde se forma un enorme remolino, muy cerca de la gran catarata. Cuenta la leyenda que el Dios Tasorintsi fue quien esculpió a los matsigenkas y les dio las tierras donde viven. Luego del gran remolino llamado Tonkini, nacieron dos hijos gemelos Pachakamui y Pareni, quienes enseñaron al pueblo matsigenka a pescar y sembrar, a reconocer las plantas medicinales, a hacer arcos y flechas, a construir canoas y a preparar mashato. El Dios Tasorintsi es el encargado del gran remolino Tonkini, un lugar donde se juzgan las almas de los matsigenkas. Al morir sus almas viajan hasta el pongo para ingresar al remolino dentro del cual Tasorintsi los juzgará según como hayan hecho sus vidas. Según eso podrían ir al Inkiti o cielo, regresar al kipatsi o tierra de los vivos, o ser enviados al Gamaironi, el lugar del sufrimiento lleno de lodo putrefacto en el fondo del remolino”.
Y cerramos con el P. Alfredo Encinas, quien describe poéticamente el paso por el Pongo:
“El paraje recorrido por el río Alto Urubamba desde su origen, encuentro del Vilcanota con el Yanatile, hasta el Pongo Mainike es, sin duda, uno de los recorridos fluviales mas espectaculares y hermosos de la Tierra. El río, cada vez más cargado de aguas con la aportación de sus nuevos y numerosos afluentes, se revuelve, como fiera herida, entre elevados peñascos y grandes bloques graníticos sembrando de blanca espuma sus pequeños remansos. Así, golpeado y cansado, el Alto Urubamba aborda el último y gran obstáculo que intenta impedirle el paso hacia la gran planicie amazónica: la Cordillera del Pongo de Mainike. El alborotado y caudaloso río afronta el reto con decisión y por cinco kilómetros rompe el formidable muro entre el estruendo y el aplauso de cascadas que se descuelgan, engalanadas de orquídeas y lianas, desde los altos cerros. Cuando al fin el río, exhausto de fuerzas, traspasa las ciclópeas puertas del Pongo y mira el despejado horizonte, se abandona a un lento y lánguido caracoleo por la planicie selvática en la que los numerosos afluentes le aportarán, con sus aguas, nuevos olores y sabores”.
_______________________
Y este es el lugar. Donde Tasorintsi hizo brotar al matsigenka.