Por: Mons. Miguel Ángel Cadenas y P. Manolo Berjón (Vicariato Apostólico de Iquitos)
En Loreto, prácticamente, una de cada dos personas carece de acceso al agua potable por red pública. Es el departamento con peores índices en Perú. Según el INEI 2019 en Loreto consumen agua proveniente de una red pública el 56.3%. El siguiente departamento con peor acceso al agua es Puno, con el 71.6%. En los primeros puestos están Lima provincia y Arequipa: 96.8%, Apurimac: 96.9%, Callao: 97.6%, Tacna: 97.8% y Moquegua 97.9%[1].
La carencia de agua potable acarrea enfermedades respiratorias agudas, neumonía, diarrea, desnutrición, cólera, dermatitis… En fin, en plena pandemia de covid-19, cuando las recomendaciones del Ministerio de Salud indican la necesidad de lavarse continuamente las manos, la mitad de los loretanos carecen de este servicio. Esto supone que los más pobres tienen que comprar el agua a privados, más cara. Con un claro componente de género: las mujeres son las encargadas habituales de transportar, cuidar y administrar el agua. Otro aspecto más de la feminización de la pobreza.
El 2015 el Papa Francisco publicó Laudato Si. En su número 30 señala: “… el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable. Esa deuda se salda en parte con más aportes económicos para proveer de agua limpia y saneamiento a los pueblos más pobres”.
El párrafo anterior no necesita mayores comentarios. Quebrantar el derecho al agua potable implica la violación de otros derechos como el derecho a un medio ambiente sano, la salud, la alimentación, el territorio y la cultura[2].
Conviene recordar que el “circuito petrolero” carece de este servicio. Baste un botón sobre el lote 8 para corroborar lo que decimos: “El MINSA. Mediante el informe N° 176-2018, también comunicó que el agua de consumo humano en San José de Nueva Esperanza y Belén de Plantayanacu en la cuenca del río Corrientes tenía niveles de hidrocarburos totales por encima del límite permitido (0.01 mg/L) en el 2017. Esto supone una potencial contaminación aguda de la población por hidrocarburos. El acceso al agua en las cuatro cuencas ha sido considerado crítico. También se ha reportado contaminación por metales en el agua para consumo proveniente de las plantas de tratamiento ubicadas en las cuencas del Marañón, el Samiria y el Corrientes. La mayoría de comunidades no tienen acceso a agua potable”[3]. Los límites máximos permitidos de contaminantes no toman en cuenta que para estas comunidades el río es la principal fuente de agua.
Los datos del comienzo reflejan una gran desigualdad. Conviene recordar que la actividad petrolera aportó a las arcas públicas unos $ 35,000 millones en los últimos 50 años. Dinero parece que ha habido. Por tanto, hay que buscar las causas en otros lados: falta de imaginación, corrupción e inconducta funcional, una clase política que no se preocupa por el bien común y una ciudadanía que no presiona lo suficiente.
Falta imaginación. Ciertamente Loreto es un departamento inundable. Esto genera ciertas complicaciones, pero no imposibilita nada. Cuando los humanos utilizamos nuestra inteligencia al servicio del bien común estamos colaborando con la creación de Dios. Se necesita investigación y voluntad política para resolver los problemas comunes, en este caso el agua.
Sobre corrupción e inconducta funcional copiamos un párrafo certero tomado de la Contraloría General de la República: “Para el caso de la región Loreto, podemos ver que, con los montos estimados de perjuicio económico a nivel subnacional, se podría haber instalado 11 centros de salud (infraestructura y equipamiento) durante la pandemia o 136 plantas de oxígeno que podrían haberse empleado para mitigar los impactos de la pandemia… Respecto a las conexiones de agua potable, con el monto extrapolado se hubiese podido conectar a 48 592 personas del ámbito urbano y 21 351 del rural…”[4].
Apelamos a la clase política que privilegie el bien común por encima de los particulares. De nuevo, el Papa Francisco hablando de la caridad cristiana nos dice: “Esta caridad, corazón del espíritu de la política, es siempre un amor preferencial por los últimos, que está detrás de todas las acciones que se realicen a su favor” (Fratelli Tutti, n° 187). Invitamos a nuestros políticos, que más allá de las argollas de la “colonidalidad del poder” que los unen a poderes nacionales y transnacionales en intereses ajenos a la Amazonía, se dejen imbuir de esta caridad política que afronta las desigualdades y crea condiciones dignas de vida. El tema del agua en Loreto es urgente. Asimismo, apelamos a la sociedad civil que exija su derecho al agua potable (derecho eje) como condición de posibilidad de la vivencia de los demás derechos.
Concluimos con unas palabras esperanzadas del mismo Jesús para que mueva nuestros corazones: “… tuve sed, y me dieron de beber…” (Mt 25, 35). Proveer agua a los sedientos, dice Jesús, es proporcionársela a Él.
Post Data: Dos Juntas Vecinales en el distrito de Punchana – Iquitos interpusieron una demanda constitucional por el derecho al agua y al saneamiento básico. Ganamos en primera instancia y apelaron quienes tienen obligación de velar por el bien común. Perdimos en segunda instancia y estamos a la espera del dictamen del Tribunal Constitucional. Miles de familias siguen esperando. Y nosotros, entre la urgencia del caso y la paciencia geológica, acompañándoles.
_______________________________________________________________________
[1] https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/boletines/boletin_agua_junio2020.pdf, p. 13, también puede verse: https://www.defensoria.gob.pe/wp-content/uploads/2021/02/Informe-002-Bolet%C3%ADn-sobre-la-cobertura-del-agua-en-Loreto.pdf, p. 6.
[2] URTEAGA, Patricia, SEGURA, Frida y SANCHEZ, Mayra (2019), Derecho humano al agua, los pueblos indígenas y el petróleo, PUCP, Lima, pp. 45-72.
[3] PNUD (2022), Estudio técnico independiente del lote 8, p. 199. Se puede descargar en la siguiente página: https://www.undp.org/es/peru/publications/estudio-tecnico-independiente-del-lote-8, p. 199.
[4] https://doc.contraloria.gob.pe/estudios-especiales/documento_trabajo/2021/INCIDENCIA_DE_LA_CORRUPCION_Y_LA_INCONDUCTA_FUNCIONAL_2020.pdf, p. 72.