Más de 60 personas se reunieron en el primer encuentro "Intercambio de experiencia: Aula Viva para el Buen Vivir y la Abundancia” que convocó a representantes de organizaciones indígenas y del sector productivo madrediosense, así como delegaciones de Brasil y Bolivia. Una actividad que busca fortalecer y recuperar la soberanía alimentaria de los pueblos amazónicos.
La Comunidad Nativa Boca Pariamanu, ubicada a dos horas de la ciudad de Puerto Maldonado, capital de la región Madre de Dios, fue el lugar escogido para desarrollar el primer encuentro "Intercambio de experiencia: Aula Viva para el Buen Vivir y la Abundancia”. Un espacio en el que 63 participantes pertenecientes a comunidades indígenas y agrícolas de la región compartieron, junto a delegaciones de Brasil y Bolivia, sus vivencias en la comunidad, aprendiendo a revalorar los frutos y alimentos que producen dentro de sus territorios.
Una de las primeras dinámicas consistió en identificar la escasez y como dar el salto a la abundancia que se tiene dentro de su comunidad. “El objetivo de la dinámica de la abundancia y escasez es que las comunidades puedan reconocer su territorio, cultura, identidad y semillas”, apuntó Juan Pablo Zarate, facilitador colombiano que trabaja recorriendo y recopilando el conocimiento de diferentes culturas de los pueblos indígenas amazónicos de Ecuador, Colombia, Brasil y Bolivia.
Luego del desarrollo la actividad de la escasez a la abundancia, Edy Dariquebe, directivo de la Federación Nativa del río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), comentó que “en el bosque tenemos bastante abundancia, en la ciudad no. Muchas veces preferimos no trabajar y dejamos de lado todo lo que podemos producir. Lo que nos queda es sembrar y producir abundancia para las nuevas generaciones”.
Posteriormente, se hizo un intercambio de semillas llevadas por los participantes provenientes de las comunidades nativas de El Pilar, Santa Teresita, Palma Real, Puerto Nuevo y Tipishka. También de los sectores de Mavila y Santa Rosa, así como las delegaciones de la Fenamad, Consejo Indígena de la Zona Baja de Madre de Dios (Coinbamad), Organización de Jóvenes Estudiantes Indígenas de Madre de Dios (Ojeimad), la Asociación para la Investigación y Desarrollo Integral (Aider) y la Asociación de Recolectores de Castaña Amazónica (Ronap).
Asimismo, la delegación de Brasil, conformada por integrantes de la comunidad Mulateiro, del pueblo manchineri; y Bolivia, integrada por representantes de Cáritas Pando y del Municipio de El Porvenir; trajeron semillas oriundas de sus territorios. En esta actividad, se lograron intercambiar más de 50 especies de semillas.
“Las semillas no están perdidas, están ahí. Muchas comunidades buscan establecer monocultivo y van perdiendo la semilla, que es parte de la identidad cultural de los pueblos amazónicos”, añadió Zarate, quien observó como con “agrado y amor” los participantes volvieron a ver semillas que consideraban perdidas.
Chacra sin quema
Como parte del trabajo integral del "Intercambio de experiencia: Aula Viva para el Buen Vivir y la Abundancia”, se realizó una jornada de trabajo en una de las parcelas del Comité de Mujeres Emprendedoras de la Comunidad Nativa Boca Pariamanu. Se utilizaron dos espacios: uno en el cual anteriormente se practicó la quema agrícola; y en otra purma (parcela) que estuvo abandonada hace más de cinco años.
Juan Carlos Navarro, secretario general de Cáritas Madre de Dios, comentó que en el terreno abandonado se mantienen las propiedades del suelo. Además, se evita mano de obra en limpieza y mantenimiento. En la chacra sin quema se sembraron diferentes especies, como cacao, copoazú, guanábana, caoba, cedro, etc.
“De ustedes queda un gran recuerdo: las plantaciones”, refirió Adela Ajahuana, integrante del Comité de Mujeres de la Comunidad Nativa Boca Pariamanu. “Se hizo un gran esfuerzo, sudando la gota gorda. Gracias por su ayuda y apoyo. Algún día quisiera volver a verlos y sacar las naranjas y limoneras, para compartir con todos ustedes”.
Cocina nativa: recuperando la soberanía alimentaria
Con la supervisión del chef amazónico Roy Riquelme, los participantes se distribuyeron en cuatro grupos de trabajo para preparar diferentes platos, postres y bebidas, altamente diversificados, con insumos que produce la Comunidad Nativa Boca Pariamanu. El copoazú, cocona, castaña, casharana, zapote, entre otros frutos y alimentos, fueron elegidos para esta dinámica.
Al culminar, cada grupo colocó, sobre una mándala elaborada con hojas de plantas nativas, los platos, postres y bebidas que prepararon.
Tras la degustación, los participantes solicitaron que este encuentro se repita en otras comunidades de Madre de Dios. Finalmente, las delegaciones de las diferentes comunidades se comprometieron en replicar cada una de las enseñanzas dentro de sus territorios.
Esta actividad se dio en el marco del proyecto "Fortaleciendo la resiliencia ante el cambio climático mediante la réplica de buenas prácticas de la gestión de medios de vida en las comunidades de la Amazonía del Perú", ejecutado por Cáritas Madre de Dios y Cáritas del Perú, y financiado por Cáritas Alemania.
Desde Iquitos, capital de la región Loreto, una religiosa de las Hermanas Catequistas de Jesús Crucificado narra los enormes desafíos de evangelizar una región geográficamente inhóspita, pero humanamente muy acogedora.
Soy Fátima Lay Martínez, religiosa de las Hermanas Catequistas de Jesús Crucificado, y quiero compartirles nuestra misión en la Amazonía Peruana que comenzó en 2017. En este rinconcito del mundo, que yo llamo "Regalo de Dios", las cosas no funcionan de la misma manera en que estábamos acostumbradas, lo que nos ha exigido mucha creatividad y tiempo para responder a lo que las personas necesitan, para conocerlas y amarlas.
Nosotras vivimos en Iquitos, la ciudad más grande de la Amazonia Peruana, rodeada de naturaleza y de grandes ríos. Pese a eso, aquí el agua potable está disponible solo unas cinco horas al día, la red eléctrica es inestable y el acceso a internet es lento. La gente llega desde lejanos caseríos y se instala a las orillas del río en situaciones muy precarias, trabajando en lo que se pueda y no siempre bien pagadas. Pero nada de esto evita que sean alegres y cercanas. Me encanta mirar a los niños que juegan y se mojan descalzos en las calles de tierra.
La forma más común para moverse en la Amazonia es en transporte fluvial. Salvo una carretera que une Iquitos con la ciudad de Nauta, distante a cien kilómetros, el resto de los desplazamientos se hace en lancha, ferry o con los llamados “bongueros”, cuyas travesías pueden durar incluso días. De hecho, acá las distancias se miden más por tiempo que por kilometraje. Lima está a ocho días de travesía en lancha, mientras que, con ese mismo medio de transporte, solo toma un día llegar a la frontera con Brasil o Colombia.
La Evangelización en nuestro Vicariato
La Amazonía Peruana es una tierra de misión que depende del Papa y, por ende, su territorio se organiza en diversos Vicariatos Apostólicos confiados a congregaciones religiosas. Pero el número de misioneros es bajo en relación a las enormes extensiones de la selva. Por ejemplo, en nuestro Vicariato de Iquitos solo hay 33 sacerdotes, y por eso las religiosas y animadores jugamos un rol importante.
A diferencia de los otros vicariatos de la Amazonia, aquí la mayoría de las parroquias está en la ciudad, donde hay cerca de medio millón de habitantes. Sin embargo, el trabajo de la Iglesia también alcanza hasta las lejanas comunidades de los caseríos, que se emplazan a lo largo de los ríos y hasta donde es difícil llegar dada la complejidad de la geografía y los altos costos del transporte. Cuando baja el nivel del agua de los ríos es imposible arribar a ciertos lugares o, al menos, es necesario caminar por el barro de la selva, protegiéndonos de animales e insectos.
Nuestra misión en una “tierra virgen”
En medio de este contexto nuestra labor es evangelizar y acompañar, sobre todo a quienes vienen desde los caseríos lejanos trayendo sueños, especialmente para sus hijos. Recuerdo un primer encuentro con la realidad pastoral que ocurrió durante una reunión para el sacramento del bautismo de unos niños. Para mí fue una gran sorpresa constatar que pocos de sus padres eran bautizados. Esto me desafió y debí cambiar la catequesis que había preparado. Así, me fui dando cuenta de que esta área es una “tierra virgen” para la evangelización, pues para muchos es la primera vez que toman una biblia en sus manos o que escuchan un pasaje de la Sagrada Escritura.
Viviendo nuestro carisma como congregación, en estos seis años hemos colaborado en diversos servicios de catequesis y formación en distintas parroquias, además de haber sido encargadas de las Obras Misionales Pontificias. Todo esto nos ha permitido ir desde la ciudad hacia las periferias, y llegar así hasta las comunidades asentadas en los sectores de los ríos. Allí también hemos tenido la ocasión de encontrarnos y servir a los crucificados de hoy.
El encuentro con el Crucificado
Los miércoles llevamos la comunión a los enfermos, los acompañamos y escuchamos. Recuerdo cómo una vez, pese al asco que sentí humanamente, pude contemplar a Cristo en la Cruz al atender a una persona cubierta de llagas. Entonces todo cobró sentido. Durante la pandemia de Covid me tocó sufrir junto a ellos y llorar de impotencia al ver morir a tantas personas, pues en Iquitos la primera ola resultó devastadora.
Este encuentro con tantos crucificados también nos compromete a darles voz a los sin voz. Acá son muchas las empresas ilegales de tala de árboles y minería, se producen derrames de petróleo que contaminan los ríos y dejan a poblaciones sin agua para beber y sin poder pescar para comer. Ante estas situaciones el amor por el pueblo no nos deja indiferentes y nos impulsa a aportar nuestro granito de arena para transformar la situación. Esto fue lo que nos impulsó a crear la Cáritas en nuestra parroquia.
Estar en la selva es un regalo de Dios y, aunque el mundo no se dé cuenta de lo que hacemos, cada esfuerzo por caminar al lado de este pueblo, por ayudarlo a recuperar su dignidad, es ya un comienzo del Reino de Dios. Especialmente, el hacerlo caminando junto a mis hermanas de comunidad en estas búsquedas hacia lo que Dios quiere.
Hace más de medio siglo, los vicariatos de Iquitos y San José del Amazonas se unían para crear La Voz de la Selva, una emisora cultural para dar voz a los más pobres y defender sus intereses. Un proyecto que contó con el apoyo de la Iglesia Católica para su creación, y con un equipo de profesionales que dejaron huella en su historia por su contribución en la construcción de esta radio.
Por: Redacción LVS
Hace 51 años, los vicariatos de Iquitos y San José del Amazonas, en Indiana, se unían para juntas crear el Instituto de Promoción Social Amazónica y Radio La Voz de la Selva. Por aquellos años ambas jurisdicciones eclesiales contaban con una emisora. En Iquitos tenían Radio Mariana, que funcionaba en un local ubicado al frente de la parroquia Santo Cristo de Bagazán; mientras que en Indiana tenían radio San José, emisora que funcionaba por horas.
En los archivos web de la prensa loretana, el recordado locutor y periodista José Ángel Verea Chávez narró en un artículo en el diario La Región acerca del proceso de creación de radio La Voz de la Selva. El primer director designado, el docente José Barletti Pascuale, estuvo al mando de la emisora durante sus cuatro primeros años junto a un directorio elegido por los vicariatos de Iquitos y San José del Amazonas.
«La implementación de la fusión, me dice Barletti, fue apasionante. Se trataba de crear una emisora cultural, ya no una radio escuela. Ya había pasado esa onda», relata en su escrito Verea Chávez. «Durante varios meses de 1972 nos dedicamos a preparar la salida al aire de La Voz de la Selva. Monseñor Guibord, inspirador de la fusión, había hecho traer de Alemania a Wolfgang Moeller, un joven técnico especialista en implementar emisoras de radio».
ADVENIAT y MISEREOR, organizaciones de la Iglesia Católica Alemana, contribuyeron con el financiamiento de este proyecto a gran escala. Estas contribuciones, sumadas a los aportes adicionales de Desarrollo y Paz de Canadá, lograron un fondo importante. «Recuerdo que Monseñor Guibord me dijo que no íbamos a tener ninguna limitación económica. Por eso decidimos desde el comienzo que no tendríamos nada de propaganda. Nuestra solvencia económica nos permitió conformar un buen equipo de comunicadores», narra el periodista.
Algunas de estas voces eran conocidas, como la de Rosita Nilsson, y otras, revelaciones como Marinita Díaz. Fueron largas jornadas de reflexión para preparar el inicio de esta radio cultural en Iquitos. «Cada cosa que hacíamos era con la lógica de que, era algo muy grande lo que estábamos creando: una emisora de nuevo tipo que contribuyera a que nuestro pueblo tuviera voz y que defendiera los intereses de los pobres», se lee en el artículo de Verea Chávez.
Dejando huellas
Muchos profesionales pasaron durante más de medio siglo por Radio La Voz de la Selva convirtiéndose en una parte fundamental para la construcción de lo que hoy es esta emisora católica. A quienes partieron, dejando una huella imborrable a su paso, pues aún continúan presentes en todas las tristezas y alegrías de esta radio, se les recuerda en este aniversario.
Entre ellas y ellos están Rosita Nilson, Pierre LeBlanc, José Barletti, Eduardo Arévalo, Guillermo Flores, Gonzalo González, Maurilio Bernardo, Pedro Sandoval, Jorge Carlos Pérez, Oraldo Reátegui, Jennifer Flores, Santiago Arimuya, Juan Honores, Clara del Águila, Elber Sangama, Victor Manuel Velázquez Cárdenas, Rommel Villanueva, David Nuñez, y muchos más a quienes hoy el equipo de La Voz de la Selva agradece por hacer parte de su historia.
Visibilizando a los olvidados
Marcos Vizalote, uno de los corresponsales más antiguos con mayor vigencia en radio La Voz de la Selva, refirió que la emisora fue una de las que acompañó la gesta de la creación de la provincia de Datem del Marañón, la cual era seguida semana tras semana por la voz del corresponsal que daba a conocer la problemática de la zona.
«Recuerdo que a mediados de los 90 iniciábamos los despachos desde la radiofonía de San Lorenzo, desde donde se grababa la información. Fue La Voz de la Selva quien dio voz a las comunidades de Datem del Marañón y aportó a la gesta de la creación de la provincia, que en un primer momento llamábamos provincia del Alto Putumayo», declaró Vizalote.
El corresponsal de LVS señaló la importancia que la emisora dio a zonas tan olvidadas como las localidades de Cahuapanas, Ullpayacu, las que se encuentran en la ribera del Morona y Pastaza, quienes hasta hoy continúan dando a conocer los mismos problemas que reportaban hace 30 años desde la ahora provincia de Datem del Marañón.
La cruz ingresó cargada por adolescentes del internado, llegados de todo el Putumayo para poder estudiar; chicas y chicos muy pobres, indígenas bastantes de ellos, vulnerables. La habían decorado con dibujos que mostraban el horror que acometimos, como hilo conductor, durante toda la Semana Santa: la injusticia y la muerte en los abusos sexuales a los menores.
Cantábamos “Cristo te necesita para amar”, hasta que esa gran cruz llegó al presbiterio, donde las manos de los jóvenes la mantenían parada. Fueron saliendo chicas; una señalaba una de las ilustraciones mientras otra hacía una petición breve y rotunda: “por las niñas y niños que son abusados”, “por las mujeres maltratadas” … después de cada oración, resonaban en la iglesia repleta fuertes martillazos: clavos enormes hienden la madera, quebrantan los huesos de Jesús, crujen las almas de los ultrajados.
Se unieron otras voces adultas desde su sitio: “por las autoridades que no hacen nada” … “por todos nosotros, indiferentes a ese sufrimiento” … Y cada vez, los golpes, crueles y solemnes, sobre el silencio incómodo y aplastante, trasunto del mutismo que a menudo nos infecta cuando conocemos situaciones de abuso, cuyo escenario más frecuente es la propia familia del menor.
“¿Con qué personaje de la Pasión podemos identificarnos cada uno de nosotros?” – pregunté en esta homilía de Viernes Santo. Un relato que fue proclamado por voces femeninas y juveniles, y que vuelve a ocurrir hoy; una historia de la que todos formamos parte… ¿Tal vez como Judas, traicionando con ese machismo enquistado? ¿O como Pedro, que niega la evidencia? O formando parte de una turba ciega y manipulada. O peor, lavándonos las manos, “eso no es asunto mío, que lo resuelva la policía"...
En el frontis del altar, esta frase: “Ama, cuida y protege la vida”. Necesitamos desencadenar un cambio cultural para erradicar esta atrocidad, que fue desgraciadamente naturalizada y recubierta con escombros del viejo patriarcado. Lo primero es afrontarla, mirar la cruz sin miedo, con decisión. Basta ya de eufemismos y de disimulos cobardes. El madero de la tortura está elevado y no admite paliativos.
Los seguidores de Jesús se fueron acercando a la cruz para venerarla. Todos la tocaron. Unos se arrodillaban; otros besaban las heridas santas de nuestros niños y niñas; otros abrazaban esas laceraciones interiores de tantas vidas infantiles destrozadas; muchos lloraban, impactados por la ferocidad con que el egoísmo humano sigue matando a Jesús hoy. Desde donde estaba sentado, yo podía ver y dejarme impactar por lo que cada persona desprendía.
Adorar, inclinarse, servir. Acariciar y lavar con reverencia los pies manchados de sangre inocente. Armados con la ternura, “el camino elegido por los hombres y mujeres más fuertes y valientes” (FT 94) para atrevernos a compartir ese dolor sin nombre, como Iglesia que se acerca, que escucha, que vuelve real el amor del Cordero sacrificado, del Siervo humilde.
Pero también hay que levantar la voz. Gritar que en la cruz de Jesús están clavados muchos niños, niñas, adolescentes, mujeres; maltratados, violados, denigrados. Hay que incluir esta realidad en los programas de formación de agentes pastorales, en las capacitaciones de profesores, papás y mamás, en reuniones parroquiales, en las visitas a las comunidades… Es urgente denunciar, ponerse de pie, alzar la mano con la vela prendida, sin dudar, sin fisuras, juntos.
Hemos servido el pan consagrado el Jueves, como prescribe la liturgia. Era una única gran torta de pan ácimo que partimos y compartimos, cuyos pedazos, un día después, estaban más duros; un pan difícil de tragar. Duele comulgar con el Cristo roto, absolutamente destruido en tantos pequeños indefensos. Es difícil seguir a Jesús encarnado en esta humanidad fracasada, que sin embargo Él contempló siempre preñada de esperanza. Cuesta entender, pero hay que comprometerse. Feliz Pascua.
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Artículo publicado originalmente en el blog Kpayo: Misionero en la Amazonía peruana. Se puede leer aquí.
El documento busca fortalecer y articular la Pastoral Indígena a través de orientaciones en el servicio pastoral para una Iglesia “inculturada” y con rostro amazónico, desde la reflexión de los sueños del Papa Francisco en la Exhortación apostólica "Querida Amazonía".
Inspirados en el camino recorrido por los misioneros de la selva, la trayectoria de la Iglesia amazónica y las propuestas del Documento final del Sínodo para la Amazonía, la Comisión de Pastoral Indígena de los vicariatos de la selva del Perú decidió, en 2020, trazar una ruta para su labor pastoral.
Después de reflexionar y dialogar con los misioneros y agentes pastorales indígenas, se presenta el documento fruto de este trabajo, que recoge los elementos “irrenunciables” en el servicio pastoral para una Iglesia inculturada y con rostro amazónico, a través de los “Lineamientos de la pastoral indígena de los vicariatos de la Amazonía peruana”.
Comprometidos con el acompañamiento integral a los pueblos en la Amazonía, la Pastoral Indígena se propone en este escrito las orientaciones pastorales para guiar las acciones conjuntas en diálogo y escucha con las personas, realidades y contexto de sus territorios.
El objetivo de estos lineamientos es fortalecer y articular la Pastoral Indígena de los vicariatos de la Amazonía peruana desde la reflexión de los sueños social, cultural, ecológico y eclesial que el Papa Francisco plantea en la Exhortación apostólica postsinodal “Querida Amazonía”.
Así también, se busca retomar y fortalecer la Pastoral Indígena específica, promover la escucha y acogida de la voz de Dios a través del diálogo con los pueblos indígenas, y fortalecer su acompañamiento en todas las dimensiones de la vida (económica, política, social, cultural).
Un proceso sinodal
Para construir este documento, a inicios de marzo del año 2021, por acuerdo de los obispos de los vicariatos de la Amazonía peruana, se empieza con la constitución de la Comisión de Pastoral Indígena, y se designa como encargados al vicario general de San José del Amazonas, César Caro, y al misionero del vicariato de Yurimaguas, Diego Clavijo.
Mientras tanto, los obispos elegirían una persona responsable de representar a cada vicariato en esta comisión para que, con el acompañamiento del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) y la REPAM Perú, se elabore una propuesta de orientaciones para la Pastoral Indígena.
"Seguíamos reuniones periódicas mensuales de la comisión, con la presencia de representantes de todos los vicariatos amazónicos, en algunas de estas reuniones participaron algunos de nuestros obispos, para identificar los irrenunciables que presenta Querida Amazonía y el Documento Final del Sínodo, para concretar acciones a tomar en cada una de ellos", explicó Ricardo Guerrero Curo, misionero del vicariato de Requena y coordinador actual de la Comisión de Pastoral Indígena.
La propuesta elaborada de forma colectiva, priorizó la escucha de todas las voces de la Iglesia amazónica, socializando sus avances durante los encuentros realizados cada año de misioneros de la Amazonía peruana. Durante todo este proceso y hasta la actualidad, se contó además con el acompañamiento de Mons. David Martínez de Aguirre, obispo del vicariato de Puerto Maldonado”.
“Esta propuesta se socializó con los misioneros y misioneras de los vicariatos de la selva en un encuentro virtual en diciembre de 2021, donde se recogió aportes y sugerencias que también enriquecieron el documento. Luego, fue entregado a los obispos en 2022. Finalmente, en 2023 se presentó el trabajo final”, añadió Guerrero Curo.
Con más 80 participantes provenientes de las cuencas del Putumayo, Napo, Yavarí y Amazonas, ha terminado el proceso para la elaboración del Plan Pastoral 2023-2028, iniciado hace tres años con el fin de ir plasmando una Iglesia con rostro y corazón amazónicos.
Después de tres años de espera, el camino iniciado para la elaboración del Plan Pastoral del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas, que empezó a recorrerse a mediados de marzo de 2020, culminó. Con la presencia y participación de más de 80 participantes entre misioneros, agentes pastorales y laicos, se terminó de trazar el documento que guiará la labor de este vicariato, -uno de los ocho que conforman la Amazonía peruana-, por los próximos cinco años.
El Plan Pastoral 2023 - 2028 no es solo un papel, sino una experiencia de convergencia a la luz del Sínodo de la Amazonía y de los sueños del Papa Francisco en “Querida Amazonía”. Se ha conformado luego de un largo proceso sinodal de discernimiento y decisión. El documento recoge además los aportes compartidos en la última Asamblea del Vicariato de San José del Amazonas, realizada el 15 al 21 de marzo en la localidad de Indiana, en la provincia de Maynas, Loreto.
En una primera etapa se dibujó la situación social, económica, política, ambiental y religiosa del vicariato con el mayor realismo y rigor posibles para conformar el marco situacional. La navegación continuó reflexionando y discerniendo acerca de los elementos que debían integrar el propósito; y así, en la Asamblea Vicarial de 2022 quedaron definidos la misión, la misión y los valores: qué somos, qué hacemos, a dónde queremos llegar, qué se quiere lograr como Iglesia amazónica y con qué estilo.
El estudio de los documentos, el debate, la escucha mutua y el diálogo para descubrir los puntos más relevantes y significativos para la Iglesia en la Amazonía peruana condujo a la composición del marco doctrinal, para finalmente plantear los objetivos estratégicos a donde se apuntarán durante los próximos cinco años, y dirigir la proa hacia los horizontes identificados y compartidos, e ir plasmando una Iglesia con rostro y shungo (corazón) amazónicos.
Francisco es reconocido como el papa de la querida Amazonía. Sistematizamos aquí diez contribuciones iniciales de su Pontificado a la Amazonía e invitamos a que hagan el ejercicio de comentarlas y enriquecerlas en sus comunidades. ¿Qué balance queda para la Amazonía al cabo de esta primera década del pontificado del papa Francisco? ¿Qué es aquello en lo que debemos seguir perseverando para que amanezca la palabra y los sueños se hagan realidad?
Por Alirio Cáceres *
Se cumplen diez años de aquel inolvidable momento en que el nuevo Obispo de Roma pidió a los feligreses apostados en la Plaza de San Pedro que oraran por él, antes de impartir su bendición a la ciudad y al mundo.
Un Papa argentino, jesuita y con el nombre de Francisco de Asís. El Pontífice de las “primeras veces”, de las innovaciones y las sorpresas. El de la invitación a “hacer lío”, la primavera pontificia y la renovación eclesial.
El esfuerzo de sintetizar el rico Magisterio de Francisco no se agota en la disertación de una sola persona, pues su ya legendario legado, implica siempre un ejercicio de colegialidad. Hablar del Papa es tejer un “nosotros” como la fibra que se va entrelazando para dar forma a un canasto en donde todos cabemos en hermandad.
Balance inicial
¿Qué balance queda para la Amazonia al cabo de esta primera década de pontificado? Es una pregunta para que naveguemos en los meandros de la memoria y dejemos que la sabiduría fluya en los círculos de la palabra que amanece en una nueva realidad de la Iglesia en la Amazonia y la Amazonia en la Iglesia.
¿Qué es lo que ha cambiado entre 2013 y 2023 respecto a la evangelización en esta selva que es garante de la vida de nuestra gran Casa Común? Aquí van diez ideas iniciales para que las comentemos y enriquezcamos en nuestras diferentes comunidades:
1. Nuevos caminos
La Amazonía no es sólo el corazón biológico del Planeta. Es también el corazón eclesial de una experiencia piloto, un laboratorio vivencial en el que se cocinan en el fuego sagrado del Evangelio, nuevas maneras para encarnar la Buena Nueva del Reino de Dios y transitar hacia una Ecología Integral, tal como se planteó en la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica.
Es decir, la dimensión local y regional del proceso de caminar juntos en la Amazonia ha tenido (y tendrá) profundas implicaciones universales para propiciar una conversión a Jesucristo desde las dimensiones pastoral, cultural, ecológica y sinodal en “otras amazonías” de nuestro Planeta Azul.
2. Cultura del encuentro
En coherencia con el planteamiento de una Iglesia misionera, en salida, no autorreferencial,más parecida a un hospital en medio de la guerra que a un castillo medieval, el Papa ha optado por las personas más frágiles y vulnerables, habitantes de uno de los biomas más amenazados de la Tierra.
Los pueblos amazónicos están en grave riesgo de extinción por causa del cambio climático y la colonización que los convierte en víctimas del extractivismo, la discriminación y la exclusión.
Justamente con estas comunidades ancestrales, el Papa ha establecido un canal de diálogo, valorando su sabiduría, reconociendo su dignidad, y promoviendo escenarios para visibilizar sus cosmovisiones que nutren el rescate del humanismo que posibilita vivir y convivir como familia de Dios en nuestra preciosa maloca común.
3. Escucha de la biodiversidad
El famoso método pastoral “ver, juzgar, actuar” ha dado un giro para realzar la dinámica “escuchar, discernir, responder”, justamente porque el sentido del sínodo es “caminar en compañía”, hasta los umbrales, esas periferias geográficas y existenciales del lugar que habitamos juntos.
En el caso ejemplar de la Amazonia, la contemplación del Creador en las maravillas de su creación está interligada con la escucha amorosa de las diversas etnias en las que Dios también se complace y se revela, tal como lo recuerda en Catecismo a partir del numeral 340. “…escucha de Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama” (Episcopalis Communio, N° 6)
4. Territorios que hablan
Por eso mismo, la Amazonia no es una bodega de “recursos naturales”, ni una despensa para proveer el enfermizo consumo de las sociedades industrializadas. Tampoco es “naturaleza” compuesta de madera y agua sin alma, o masa boscosa que cumple la función de mitigar el impacto de los gases de efecto invernadero.
Gracias a la gestión del Papa, quien potenció esfuerzos eclesiales de varias décadas atrás, la Amazonia en diez años pasó de ser “periferia” a ser “centro” no sólo en el plano socioeconómico y político, sino en la perspectiva espiritual y teológica. Dios, uno y trino, comunidad preciosa de amor infinito (LS 246) navega, anda, habita la selva. En Él vivimos, nos movemos y existimos.
Ya no basta conservar el bosque húmedo tropical, es imprescindible cuidar la selva y sus guardianes en todas sus relaciones vitales. La Amazonía es santuario, catedral, basílica, en ella también cada Eucaristía se celebra sobre el altar del mundo y la historia se resignifica con el sentido eucarístico del compartir la mandioca, la fauna, la flora, los sueños, el cielo, el suelo.
5. Cuatro grandes sueños
Jorge Mario Bergoglio ha popularizado la devoción a San José dormido. Los sueños de San José son los sueños del Dios que custodia la vida, le da nombre a la salvación, libera de todo mal y peligro. Cuando el Papa propone sus sueños en Querida Amazonia, no sólo utiliza un lenguaje técnico, sino que acude a la poesía y a los imaginarios simbólicos, para plantear que el sueño eclesial siempre va de la mano con los sueños social, cultural, ecológico.
Una Iglesia con rostro amazónico sólo será posible mediante la vivencia de la ecología integral. Los ritos en sintonía con los mitos, la ciencia con la conciencia, la creencia con la coherencia, para “exportar” una visión sagrada del territorio, de manera que los cuatro sueños no se agoten en la dimensión geográfica de la Panamazonía, sino que se extiendan, tal como lo intuyó la Asamblea Eclesial, a toda América Latina y el Caribe.
6. Lo que se ama
Del Sínodo Amazónico, no sólo quedó un producto sino un proceso en el que el rescate de la relación afectiva con el territorio es trascendental. Llamar “querida” a la Amazonía, impulsar una histórica Conferencia “eclesial” cuyo nombre resuena tan bellamente. La CEAMA, lucha, defiende lo que se ama y en articulación con la REPAM, en red dándose, contribuye a “amazonizar” la Iglesia, la sociedad, el Estado.
Por supuesto, no se trata de asumir una identidad amazónica sabiendo que hay muchas otras culturas, pero si aprender a vivir sobriamente, en armonía, sin destruir el hábitat y descubriendo en él, la presencia sagrada.
La Amazonía no es objeto sino sujeto. no es algo sino alguien y por eso, danzar “todo está interligado como si fuésemos uno, todo está interligado, en nuestra casa común” no es sólo un estribillo de moda sino un proyecto de amor,
7. Un arca multicolor
Como pionera de la Redes Eclesiales Territoriales de Ecología Integral (RETEI), la Amazonia nos ha inspirado una mística que conecta profundamente con la Santísima Trinidad y nos conduce a vivir sinodalmente la misión evangelizadora de la Iglesia.
La REPAM es la hermana mayor, la precursora de esta mirada integral e integradora de la acción pastoral y junto a la REMAM (Red Eclesial Ecológica Mesoamericana) y la REGCHAG (Red Eclesial del Gran Chaco y el Acuífero Guaraní), en nuestro continente; la REBAC en la cuenca del Congo y la RAOEN,en las aguas de Asia y Oceanía nos muestran una forma de salvaguardar la creación como si fueran una nueva versión del arca de Noé ante la inclemencia del diluvio consumista, extractivista y depredador.
8. Narrativa personal de conversión
Si evangelizar hoy implica “laudatosificar”, no hay manera de alabar al Señor sin “amazonizar” y “fratellituttizar”. Dicho de otro modo, el testimonio cristiano se basa en una cultura del cuidado consigo mismo, los demás seres humanos y el resto de creaturas que son nuestras hermanas por provenir de la mano amorosa del Creador.
El mismo Papa Francisco confesó que durante la Conferencia del Episcopado de América Latina y el Caribe, en Aparecida (2007), le era difícil entender porque los obispos brasileños insistían tanto con la Amazonía, hasta que los científicos que lo asesoraron para escribir Laudato si´ y la misma experiencia de contacto con la sabiduría de los pueblos originarios le hizo comprender con el corazón, lo valioso del bioma amazónico y la propuesta del buen vivir que, por siglos, han asumido los guardianes de la selva amazónica.
9. Desafíos al diálogo
La convivencia en un territorio común también marca la pauta de prácticas que conducen a la paz y la no-violencia. De manera similar a como San Francisco de Asís buscó en su tiempo al sultán musulmán Al Kamil, Francisco, el Obispo de Roma ha buscado el diálogo con otras confesiones y espiritualidades.
Esta actitud es un reto enorme para mejorar la comunicación entre las congregaciones misioneras, el clero, las otras denominaciones cristianas, los gobernantes, los pueblos que permanecen ocultos en aislamiento voluntario, los científicos y académicos. En fin, el proceso sinodal en la Amazonia ha aterrizado este ejercicio de escucha asertiva como base de la vivencia comunitaria. Con crudo realismo, debemos asumir que la Doctrina Social de la Iglesia, por sí sola, no transforma la realidad. Se requieren procesos pastorales inculturados que se evidencien en comunidades repletas de vida.
10. Desborde de misericordia
El abuelo blanco, como algunas personas de la Amazonia llaman al Papa Francisco, ha tendido un puente de diálogo entre las generaciones. Como buen pontífice – esto es. constructor de puentes – se ha preocupado de reivindicar el valor de las personas mayores, tan marginadas en la civilización occidental.
Esto es especialmente significativo para las culturas amazónicas pues valida un estilo de vida y propone un cambio de paradigma en las relaciones interpersonales. En la raíz de esta forma de percibir el mundo está la experiencia de un Dios que es misericordia, un Dios que se desborda por puro amor y nos invita a desbordarnos creativamente para restaurar los vínculos sagrados de la hermandad. Un Dios que desborda la alegría y nos convoca a la alegría de la comunidad.
Reflexionemos juntos
Al leer estas diez ideas iniciales, le invitamos a que hagan el ejercicio de comentarlas y enriquecerlas en sus comunidades:
¿Qué balance queda para la Amazonia al cabo de esta primera década de pontificado? ¿Qué es lo que ha cambiado entre 2013 y 2023 respecto a la evangelización en esta selva que es garante de la vida de nuestra gran Casa Común? pero, sobre todo: ¿Qué es aquello en lo que debemos seguir perseverando para que amanezca la palabra y los sueños se hagan realidad?
La Plataforma de Acción Laudato Si´, la tarea del movimiento de Economía de Clara y Francisco de Asís. el profetismo de la Red Iglesias y Minería, las denuncias de la Iglesia constituida en sujeto político para proteger los DD.HH y pedir medidas cautelares ante la CIDH, la memoria siempre viva de los mártires que desbordaron su discipulado misionero hasta el bautismo de sangre, indican que esta década del Papa Francisco no puede medirse sólo por los frutos como el Sínodo, la exhortación Querida Amazonia, o la CEAMA.
Las semillas que ha esparcido, y que el “sueño hecho de agua” hará que en las chacras florezca la abundancia. Las palabras en Puerto Maldonado, al dar el primer paso sinodal, siguen teniendo una impactante vigencia:
“Amen esta tierra, siéntanla suya. Huélanla, escúchenla, maravíllense de ella. Enamórense de esta tierra Madre de Dios, y comprométanse y cuídenla, defiéndanla. No la usen como un simple objeto descartable, sino como un verdadero tesoro para disfrutar, hacer crecer y transmitirlo a los hijos. A María, Madre de Dios y Madre Nuestra nos encomendamos, nos ponemos bajo su protección. Y por favor, no se olviden de rezar por mí y los invito a todos a rezar a la Madre de Dios. Dios te salve, María… Los bendiga Dios todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Hasta la vista”.
* Alirio Cáceres Aguirre es diácono permanente, ecoteólogo, gestor ambiental y educador.
Hoy, 13 de marzo, el Papa Francisco recibirá muchas felicitaciones por sus 10 años de su pontificado. Francisco, estamos contigo, remamos contigo hacia aguas más profundas. Que Dios te bendiga siempre.
Por Rafael Cob *
El 13 de marzo del 2013 fue un día especial, y no un juego de números. Recordamos aquel saludo desde la humildad de su corazón que pedía al pueblo que le bendijera; su saludo ciertamente desconcertó a muchos y ha seguido desconcertando con sus palabras y con su actuar.
Francisco es el amigo de los pobres, como lo fue San Francisco de Asís, cuyo nombre escogió para su pontificado, porque sabe que en ellos se hace presente Jesús, y en ellos nos espera el siempre lanzándonos al mar adentro, para encontrarnos con el Espíritu. Su invitación es ir a las periferias y trayendo las periferias al centro, como lo hizo con el Sínodo Amazónico, donde los pueblos olvidados en la selva amazónica vinieron a ser la luz en el candelero de Roma, en el centro de la Iglesia, para aprender la sabiduría de los pobres en el cuidado de ese hogar común para todos.
Gracias Papa Francisco
Gracias Papa Francisco, por ser un profeta para estos tiempos, tan escaso de profetas en la Iglesia. Eres la voz profética que anuncia y denuncia. Por tener el coraje y la valentía de levantar tu voz en favor de los derechos de los pobres, de los pueblos mas olvidados. Porque no tuviste miedo para afrontar la oposición ante los grandes desafíos de una Iglesia que necesita ser renovada.
Gracias Papa Francisco, por tu amor misionero a la Iglesia de Cristo, abriéndola a los nuevos caminos de evangelización, como una Iglesia misionera en salida, como nos dices en tu primera encíclica “Evangelium Gaudium”.
Gracias Papa Francisco, por invitarnos a vivir la armonía, contemplando y defendiendo la creación que Dios nos dejó. Porque a través de tu palabra, como en la encíclica “Laudato si”, has sido el maestro que encendiste las alarmas ante la devastación de nuestra tierra y diste la clave para que, mediante una ecología integral, demos respuesta a los problemas más graves de nuestro planeta.
Gracias Papa Francisco, por ser además de profeta, pastor con olor de oveja, que camina con las ovejas, que las escucha y las alimenta con tu amor y tu esperanza.
Gracias Papa Francisco, porque nos has enseñado a ser soñadores de un futuro donde se armonice lo social, lo cultural, lo ecológico y lo eclesial, soñando juntos.
Remamos contigo
Que el mundo de hoy sepa leer los signos de los tiempos que Jesús pedía a sus discípulos y tu nos enseñas hoy. Que guiados por el Espíritu seamos ese pueblo que camina unido y se siente llamado a ser todos protagonistas y misioneros de una Iglesia sinodal.
Nos has desconcertado como Jesús también desconcertó en su tiempo, con tu actuar y tu pensar. Que el mundo despierte y se ponga en el camino que lleva a la vida en plenitud.
Francisco, estamos contigo, remamos contigo hacia aguas más profundas. Que Dios te bendiga siempre.
* Mons. Rafael Cob García, obispo de Puyo (Ecuador) y presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM)
El Papa Francisco es maestro de la escucha, alguien a quien le gusta conocer la realidad a partir de las voces de los territorios. A nadie se le escapa que, en estos 10 años de pontificado, la Amazonía se ha ido convirtiendo en una de sus pasiones. Por eso quiere seguir escuchando, esta vez a tres mujeres indígenas a quienes recibirá en audiencia privada el próximo 1 de junio.
Por Luis Miguel Modino
Una carta al “Querido Abuelo Francisco”
Se trata de Patricia Gualinga, la Hna. Laura Vicuña Manso Pereira y Yesica Patiachi, vicepresidentas de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) y de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), que le escribieron una carta “desde el corazón de la Querida Amazonía” al “Querido abuelo Francisco”, mostrando una vez más que los pueblos de la Amazonía sienten su cariño y cuidado.
El escrito comienza recordando el tercer aniversario de la Exhortación Querida Amazonia, diciendo que “llegaste a nuestro corazón, utilizando el lenguaje de la ternura y de los sueños, que para nosotros son presagio de una nueva era para la Iglesia en el inmenso territorio amazónico con sus culturas ancestrales”. También recuerdan el hecho de que se sintieron invitadas a “ser Iglesia en salida, samaritana y servidora, para vivir verdaderamente la sinodalidad, recuperando los orígenes de las primeras comunidades y el soplo del Espíritu, que inspiró el Concilio Vaticano II”.
Gracias por hacernos soñar y creer
Según las líderes indígenas de Ecuador, Brasil y Perú, “Dios nunca olvida su creación y plantea nuevas posibilidades”, y por ello agradecen a Francisco “por hacernos soñar y creer que podemos ser una Iglesia pobre entre los pobres, sinodal y ministerial”. Desde ahí le quieren hacer llegar a través de su carta, “la Buena Noticia del camino que fue sembrado por miles de mujeres y hombres en la Amazonía y que aceptaste con prontitud y más que eso, nos desafiaste a ‘desbordar’. Lo hemos entendido como ver más allá de lo ya conocido, tener la creatividad para atrevernos a dar nuevos pasos para ‘moldear’ el rostro de la Iglesia en la Amazonía, a no tener miedo a equivocarnos y retomar el camino, en el proceso de ‘aprender – desaprender – reaprender ‘”.
Recordando que la CEAMA “nos permite vivir la sinodalidad, en una dinámica de animación colegiada, con la presencia de varios ministerios, hombres y mujeres, que nos ponemos al servicio del pueblo de Dios, en la misión de anunciar la Buena Noticia del Evangelio y denunciar las estructuras de muerte, que no nos permiten vivir en plenitud”, la carta muestra los avances dados “en la experiencia sinodal en la Iglesia”. Sin embargo, advierten que el momento actual, pide constancia y audacia en el Espíritu y discernimiento “para no perder la comunión y la unidad con la Iglesia universal, para vivir la eclesialidad, lo sinodal y la ministerialidad en las comunidades de la Amazonía, visibilizando así el protagonismo de la mujer en la Iglesia, que dio y sigue dando vida a este suelo amazónico”, citando el Documento Final del Sínodo donde aborda el papel de las mujeres.
CEAMA: Mujeres y laicos en espacios de decisión
Las tres mujeres indígenas reconocen en la CEAMA el paso significativo, “al incluir a mujeres y laicos en espacios de real y efectiva incidencia en la organización, en las decisiones más importantes que podemos tomar para dinamizar la vida de la Iglesia en la Amazonía”. Esto es visto como “caminos nuevos para la Iglesia y para una ecología integral en las comunidades eclesiales”. El texto recuerda la presencia femenina “en innumerables comunidades, estimulando y motivando para que las personas no pierdan la fe y el sentido de la vida”. Al mismo tiempo, se hacen eco de “tensiones, que podrían ser superadas, si se reconocieran los nuevos ministerios para la mujer dada la urgencia de la realidad socio-pastoral de la Iglesia en la Amazonía”.
En el escrito le relatan “innumerables experiencias en curso en la Amazonía, de comunidades y parroquias siendo dinamizadas por mujeres laicas y consagradas y que lo hacen a su manera, en comunión y unidad con la Iglesia, pero verdaderamente lamentamos cuando estas experiencias se interrumpen porque no hay un verdadero reconocimiento institucional de la Iglesia”.
Un encuentro presencial de diálogo
Ante ello le piden al querido Abuelo Francisco, “propiciar un encuentro presencial de diálogo contigo, con el fin de buscar juntos caminos de comunión y de unidad, para reflexionar sobre los nuevos ministerios de la mujer en la Iglesia”, algo que se llevará acabo el 1 de junio como recoge la carta enviada por la Prefectura de la Casa Pontificia. Un encuentro “en discernimiento con y en la misma Iglesia”. Desde ahí, las mujeres indígenas ven necesario “adentrarnos en aguas más profundas y reconocer el servicio que la mujer presta a la Iglesia, entendiendo este servicio como una salida a las periferias, donde se necesita el pan de la Palabra de Dios”.
Finalmente, ante estos nuevos caminos para la Iglesia que se están transitando en la Amazonía con la CEAMA, consideran “que el ‘desbordamiento’ solo puede darse cuando lo acogemos en comunión y unidad”, por lo que solicitan una audiencia “para reflexionar y seguir discerniendo de forma dinámica en la escucha atenta del Espíritu sobre este tema, que sabemos está en tu corazón de Pastor, preocupado por encontrar nuevos caminos de fidelidad a Jesucristo y a la tradición de la Iglesia, como respuesta creativa al Espíritu de Dios, que hace nuevas todas las cosas”, algo que ha tenido respuesta 5 días después. Son las ganas de Francisco de escuchar a las periferias.
Al concluir la fase continental del Sínodo de los países bolivarianos (Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela y Bolivia), en Quito, queda en el alma un anhelo de seguir viviendo los mismos sentimientos de la primera comunidad cristiana, que nos narra los Hechos de los Apóstoles 4,3: “la multitud de los fieles tenían un solo corazón y una sola alma (…) todos los creyentes vivían unidos y compartían lo que tenían” y el Salmo 133: “miren cuan bueno y cuan agradable es que los hermanos vivan juntos, en armonía”.
Por Mons. Rafael Cob *
Durante la Asamblea Regional, inspirados en la cita del profeta Isaías: “Ensancha el espacio de tu tienda” (Is 54,2), nos dispusimos a vivir una experiencia de compartir el pensamiento y la vida que el Espíritu de Dios nos sugería. En un ambiente de escucha, que se convertía en una acogida fraterna, la tienda se iba agrandando en el corazón de cada uno.
Signos de los tiempos
De ahí fueron fluyendo palabras que iluminaban la vida de nuestra Iglesia universal desde la rica vivencia de la interculturalidad, de una Iglesia abierta para acoger a todos como hermanos, para descubrir que la identidad de cristianos la recibimos en el bautismo que nos da la igualdad y dignidad de hijos de un Dios Padre que nos ama a todos sin distinción de raza, lengua o condición social.
Como bautizados tenemos el derecho y el deber de sentirnos enviados a evangelizar como “Iglesia en salida”. Fuimos entretejiendo en la conversación espiritual como metodología de las relaciones que superan el clericalismo y/o el autoritarismo. Seguimos escuchando, desde el corazón, con la mente abierta y las manos puestas sobre el hombro del hermano que se vuelve compañero en el mismo viaje y movidos por el mismo espíritu.
Pudimos ver los desafíos de nuestra Iglesia, contemplando las realidades del mundo de hoy, que grita desde las diferentes situaciones de injusticia, situaciones que las podemos calificar como “signos de los tiempos”, que Jesús pedía saber interpretar.
Vacíos y ausencias
Pudimos ver los vacíos y ausencias en este camino sinodal. Echamos en falta la presencia y el protagonismo de los jóvenes en la tienda sinodal de la Iglesia. Cuando mirando hacia el futuro, serán ellos los que les tocará sufrir las consecuencias del actuar del presente. Cuando hemos oído tantas veces, “la juventud es esperanza del mañana”, verdaderamente el mañana se construye en el hoy de este tiempo, en el aquí y ahora.
Por eso es necesario que nuestros jóvenes estén también presentes en esta tienda y asuman vivir el presente con la responsabilidad que exige mantener la esperanza del mañana, para que sean protagonistas, junto con los adultos, y sus sueños y los nuestros puedan hacerse realidad.
Pudimos ver que falta mucho que llegar a esta tienda sinodal. Los que se sienten lejanos de la Iglesia, olvidados o discriminados, juzgados, excluidos o resentidos, con heridas que sanar, hay mucho que reconciliar. Es todo un reto para la Iglesia, con entrañas de madre y misericordia, que requiere un acercamiento a esos rostros sufrientes. Con corazón samaritano, debemos hacer un discernimiento comunitario, desde un testimonio de solidaridad, de diálogo y escucha, de acompañamiento y acogida.
Iglesia de discípulos misioneros en salida
Nos sentimos urgidos a ser la Iglesia en salida, de discípulos misioneros como nos pedía Aparecida, para que todos tengan vida en plenitud. Esa vida que Cristo ha traído para todos y debemos hacer llegar, desde el anuncio del kerigma, de un Cristo muerto y resucitado que dio su vida por todos y nos pide conversión personal y comunitaria.
La vocación misionera a la que la Iglesia no puede renunciar, por estar en su misma naturaleza e identidad, es salir a las periferias geográficas y existenciales. Para un cristiano este llamado no es opcional, es un imperativo que Jesús nos pide: “Vayan por todo el mundo y anuncien a todos los pueblos” (Mc 16,15).
“Abrir nuevos caminos de evangelización y para una ecología integral”, fue el objetivo del Sínodo Amazónico que el Papa Francisco convocó para 2019 y que se ha convertido en ejemplo de sinodalidad.
Ecología Integral
La Iglesia no puede ser ajena, ni dar la espalda a la realidad socioambiental que vive nuestro planeta. Desde la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) pudimos ver que hoy no hay otra alternativa sino una ecología integral como respuesta al grave problema ecológico de esta tierra y saber que la Amazonía de nuestros pueblos bolivarianos es parte de la solución.
La Amazonía, como dice el documento enviado por la REPAM-CEAMA para este Sínodo, “no es solo una región sino paradigma que interpela y desafía nuevas posturas y comportamientos con los imperativos del cuidado de la Casa Común como dimensión de la acción evangelizadora y el respeto y acogida de los pueblos originarios como interlocutores y sujetos de una evangelización inculturada”.
Como pide el Sínodo, la Iglesia debe ser aliada en la defensa de sus derechos que son vulnerados.Nos sentimos como Iglesia, compañera de camino de toda la humanidad.
Comunión y corresponsabilidad
Este encuentro sinodal bolivariano ha creado entre nosotros lazos más fuertes de comunión y corresponsabilidad. Compromisos como el de no solo reconocer la participación y protagonismo de las mujeres en una Iglesia ministerial, sino también como el ministerio ordenado. Ellas deben estar en la responsabilidad de la toma de decisiones a los que se debe llegar con un discernimiento comunitario. Igualmente se puso de manifiesto la formación sinodal permanente como tarea necesaria para todo el pueblo de Dios: clero, vida consagrada y laicado.
Nada se podrá alcanzar sin el Espíritu Santo, gran artífice de este camino sinodal, al que le debemos una docilidad, viviendo la espiritualidad contemplativa. Como modelo de Sinodalidad tenemos la Virgen María, que escucha la voz del Espíritu, discierne a la luz de la palabra divina y decide actuar según el Espíritu: “hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38).
Urge vivir este proceso sinodal en la Iglesia con la esperanza cierta de que Dios no defrauda al que en el confía (cf. Rm 10,11). En comunión, participación y misión, lancémonos sin miedo, juntos como pueblo de Dios bajo el mismo Espíritu, a pesar de las tensiones que ello provoque. Como decía Bertol Brecht: “la crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de surgir¨.
Con el Papa Francisco está surgiendo lo nuevo, una Iglesia renovada, como exigencia del Espíritu. Navegamos hacia aguas más profundas donde las amenazas de las olas no prevalecerán contra la barca de Pedro (cf. Mt 16,18), la cual avanza, a pesar del oleaje, y llegará a buen puerto.
Como decía Santa Teresa: “quien a Dios tiene nada le falta; solo Dios basta”.
* Monseñor Rafael Cob Garcia, obispo del Vicariato de Puyo (Ecuador), es presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM)