En Iquitos, ciudad amazónica del norte peruano se ha dado apertura al III Encuentro de la Red Itinerante bajo el lema “verán su rostro y llevará su nombre en la frente’’. Los integrantes de la red reflexionan sobre la itinerancia, la vulnerabilidad y el cuidado de la Amazonía.
Por: Comunicación REPAM
Este equipo animado de forma conjunta por la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR) sigue diversos procesos en distintas comunidades de la Amazonía, con el objetivo de brindar un acompañamiento constante a los pueblos que la habitan para amplificar los gritos y desafíos que se presentan en cada escenario posible.
El encuentro, que se extenderá hasta el próximo 21 de septiembre, cuenta con la participación de los equipos itinerantes de: el Vicariato Apostólico de Iquitos, el Vicariato Apostólico de San José del Amazonas, el Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, el Vicariato Apostólico de Puerto Leguizamo-Solano, el núcleo interinstitucional de Manaos, la triple frontera Brasil-Colombia-Perú, la zona de la Chiquitanía boliviana y la Comunidad Intercongregacional de la Red Eclesial del Gran Chaco y Acuífero Guaraní (REGCHAG).
La apertura tuvo un sentido momento de oración, en el que los más de 50 participantes confirmaron su respuesta positiva al llamado que se hace desde la itinerancia para trabajar en favor de los pueblos de la Amazonía. La representación de la Secretaría Ejecutiva de la REPAM estuvo en manos de Diego Gomes Aguiar, quien agradeció la disposición de quienes conforman la red para darse cita en Iquitos; también reafirmó el compromiso, asumido por REPAM durante la celebración de sus 10 años, para seguir en el acompañamiento de los procesos que se desarrollan en la Amazonía (entre ellos la propia Red Itinerante).
En otro momento, Mons. Miguel Ángel Cadenas, obispo del Vicariato Apostólico de Iquitos se refirió al panorama tan desalentador que vive la selva amazónica en los últimos meses. El obispo manifestó la preocupación que genera la posición que asumen sectores gubernamentales, aprovechándose de los estragos de la fuerte sequía, para motivar la implementación de proyectos que atentan contra el bienestar del bioma; ejemplo de ello, son los pronunciamientos que se han dado a la opinión pública sobre la reactivación del proyecto de la hidrovía amazónica.
También, hicieron presencia Mons. David Martínez de Aguirre, obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado y Mons. Martín Quijano, obispo del Vicariato Apostólico de Pucallpa, quienes se han referido a la necesidad de abordar los problemas generados por las quemas masivas que tienen lugar en las últimas semanas dentro del bioma amazónico; regiones como Madre de Dios y Ucayali en Perú (zona de trabajo para los vicariatos de Puerto Maldonado y Pucallpa) mantienen cifras preocupantes en cuanto a la quema de bosques; una situación que, a parte de generar inmensos daños ambientales da lugar a una serie de problemas de orden social y escenarios para la vulneración de derechos.
Se destacó durante la mañana la realidad social y eclesial que se vive en las zonas de influencia de la Red Itinerante, particularmente los territorios en los que realizan sus labores los vicariatos de Iquitos y San José del Amazonas. En la tarde, el trabajo en grupos permitió reconocer las necesidades y experiencias destacadas que se mantienen en diversas zonas de nuestra Amazonía en cuanto a la evangelización, el acompañamiento en procesos sociales, la realidad de los pueblos indígenas, la situación ambiental y las manifestaciones culturales. Se ha destacado la inspiración que da a los participantes la parábola del buen samaritano y el deseo de fortalecer la construcción de la iglesia con rostro amazónico.
Desde su fundación, la REPAM estableció como objetivo estratégico la defensa y promoción de los derechos individuales y colectivos de los pueblos indígenas, ribereños, afro-descendientes, pobladores urbanos, mujeres, jóvenes, niños y niñas, y todas las personas empobrecidas y excluidas de la amplia región amazónica.
Por Lily Calderón / REPAM
Desde el Núcleo de Derechos Humanos e Incidencia Internacional, desde el 2016 se viene promoviendo las Escuelas para la formación, defensa y exigibilidad de los Derechos Humanos para toda la Pan-Amazonía.
La escuela ha sido pensada y diseñada desde la necesidad del territorio, con la participación plena de instituciones y profesionales con experiencia en el trabajo amazónico. Es una escuela itinerante, donde participan duplas con un caso de vulneración de derechos humanos: un agente pastoral y una lideresa o líder comunitario. En un espacio de un mes se capacitan y aprenden a documentar su caso, se forman en derechos individuales y colectivos, aprenden estrategias de hacer incidencia en los distintos espacios el Sistema Interamericano y Universal. Al terminar el proceso formativo, regresan a sus respectivos territorios para hacer la replica de lo aprendido bajo un acompañamiento del Núcleo.
Durante el proceso de réplica, de acuerdo a la temática, se preparan para terminar su proceso formativo con la participación en el Foro para las cuestiones Indígenas de Naciones Unidas en Nueva York y en el foro de Empresas y Derechos, en Ginebra. Algunos años, los líderes y lideresas han tenido formación en los espacios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en Washington por un convenio institucional que se ha suscrito. También, durante un periodo de dos años aproximadamente, con los que han participado en la escuela se elabora un Informe Regional Pan-amazónico de Vulneración de Derechos Humanos y algunos informes temáticos. En el informe se documentan los casos con sus respectivas propuestas políticas a nivel pan-amazónico. Desde el 2016 a la fecha se han promovido tres escuelas (Ecuador, Perú y Brasil) y publicado tres Informes.
Incidencia
También durante estos años, se ha publicado una Declaración Conjunta de la OEA y REPAM sobre protección de la Amazonia y sus pueblos indígenas, quilombolas y ribereños con el objetivo de protegerlos. Actualmente estamos trabajando en la convocatoria de la cuarta escuela. Como en las escuelas anteriores, participarán líderes y lideresas de Perú, Colombia, Ecuador, Brasil, Venezuela y Bolivia, con la espereza que se pueda extender a la Guyana Francesa, Guyana Inglesa y Surinam.
Son tiempos especialmente complejos por el predominio de una “globalización de la indiferencia”. Según los testimonios de quienes acompañamos y los informes que publicamos, el modelo actual pone en segundo término la dignidad de las personas que habitan la Amazonía, desconoce y menosprecia sus identidades, y los ataques cada vez son más agresivos ante un Estado ausente. En estos últimos diez años, partiendo de nuestros desafíos, limitaciones y lecciones aprendidas, nos hemos esforzado por llevar a la práctica el compromiso de defender y promover la vida en la región de la Pan-Amazonía. Hemos trabajado en colaboración, promoviendo una pastoral participativa que reconoce y valora nuestras diversidades, con el objetivo de construir un modelo de desarrollo que priorice a los menos favorecidos y contribuya al bienestar de todos.
Revisión: Hno. Hugo Bruno Mombach, FSC – Periodista, traductor y revisor de textos
La Red Eclesial Panamazónica (REPAM), por intermedio del Núcleo de Derechos Humanos e Incidencia Internacional y la coordinación de la Escuela, lanza la convocatoria para la Cuarta Edición de la Escuela Regional para la Promoción, Defensa y Exigibilidad de los Derechos Humanos en la Panamazonía. Este evento se llevará a cabo en la Casa de Espiritualidad de los Maristas en Santa Cruz, Bolivia, del 4 al 28 de agosto de 2025.
Por: REPAM
Durante los últimos diez años, la REPAM ha sido testigo de la profunda interconexión entre la vida y el territorio en la Amazonía. Sin embargo, también ha observado cómo la cultura emergente en la región se percibe vacía, excluyente e inmediatista, careciendo de un proyecto común a largo plazo. Esta situación afecta gravemente a las comunidades amazónicas.
Llamado a la Conversión Ecológica
El documento final del Sínodo Panamazónico insta a la REPAM a contribuir a la conversión ecológica de la Iglesia y el planeta. Ante los cambios complejos y alarmantes, es necesario responder generando espacios de diálogo y soporte, promoviendo propuestas de desarrollo alternativo desde la perspectiva de las comunidades amazónicas. Por ello, desde el compromiso, la REPAM se embarca en esta nueva edición formativa, respondiendo al llamado de los pueblos a través de la formación.
Requisitos para participar
La convocatoria está dirigida a líderes/as territoriales de comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes, así como a agentes de pastoral que trabajen en territorios amazónicos afectados por conflictos socio-ambientales. Las postulaciones deberán presentarse en duplas, formadas por un líder/lideresa comunitaria con el aval de la organización local y un agente de pastoral comprometido con el proceso.
Compromisos y apoyo
Los participantes deberán comprometerse a trabajar juntos y con su comunidad, replicando los contenidos y documentando las situaciones. La REPAM garantizará el acompañamiento a través de sus instituciones en cada país. Los seleccionados recibirán una beca que cubrirá costos de viaje, hospedaje, alimentación, docencia y materiales, además de salidas de campo y recreativas organizadas por el equipo de coordinación.
Selección y contacto
Las instituciones interesadas deberán postular hasta el 30 de enero del 2025.
Para más información, se puede contactar a través del siguiente correo electrónico: vitoriaagur@gmial.com , derechoshumanos@repam.net
Durante una audiencia en la mañana del lunes 03 de junio en el Vaticano, Roma, el Papa Francisco recibió a las presidencias, secretarías ejecutivas y asesores de CEAMA y REPAM en un encuentro histórico y significativo, siendo la primera reunión oficial entre el pontífice y estas organizaciones hermanas que actúan en el territorio amazónico.
Por Janaina Santos / CEAMA
Agradeciendo el trabajo realizado por CEAMA y REPAM, el Papa Francisco recordó el drama vivido por las comunidades en el territorio y valoró el proceso amazónico y el camino sinodal de la Iglesia en la Amazonía. “Les agradezco por este caminar juntos. Hay que seguir cuidando de las personas, de la casa común, de las culturas. Hay que seguir cuidando de la Amazonía”, resaltó el Santo Padre, con un mensaje de ánimo y esperanza para la Iglesia que camina en la Amazonía.
En el año que se celebran los 10 años de la REPAM, los cinco años del Sínodo para la Amazonía y los cuatro años de CEAMA, la delegación pudo recorrer los principales logros y desafíos de este camino eclesial. El Cardenal Pedro Barreto y el Monseñor Rafael Cob saludaron al Papa Francisco en nombre de las delegaciones, destacando la misión de CEAMA y REPAM en avanzar hacia la construcción de una iglesia sinodal con rostro amazónico.
El Cardenal Pedro Barreto recordó la grata experiencia de la celebración del Sínodo para la Amazonía, en octubre de 2019, cuya preparación coordinó la REPAM, y destacó que, aunque seguimos enfrentando graves desafíos internos y externos a la Iglesia en el bioma amazónico, REPAM y CEAMA representan esperanza como acción articulada de la Iglesia por la defensa de la casa común. “Con tus obras has puesto a la Iglesia en la dinámica sinodal, inspirada por el Espíritu Santo, e impulsada por Francisco de Roma y Francisco de la Amazonía, como llamamos a Don Claudio. Ahora somos frutos de un camino que la Iglesia ha construido en la Amazonía hace muchos años”, afirmó el presidente de CEAMA.
Foto: Vatican News
El Monseñor Rafael Cob dio un mensaje de agradecimiento al Papa Francisco por todos los años de la REPAM, recordando del sínodo amazónico como “un Kairós del Espíritu que va moviendo y guiando el caminar eclesial, para hacernos soñar con alegría y esperanza, con los 4 sueños: social, cultural ecológico y eclesial”, dice el presidente de la REPAM.
En el informe sobre la conjuntura amazónica, el P. Fernando Roca compartió el escenario actual del Bioma Amazónico, de más de 7 millones de km², compartido por 9 países, con el río más largo del planeta. Apuntó las formas de conectividad que, durante milenios, han permitido la evolución del bioma siguiendo los procesos naturales en la evolución del planeta. “En todas estas ‘formas de conectividad’, la CEAMA tiene el desafío abierto: un rol articulador en clave de Sínodo Amazónico con gobiernos, autoridades políticas, empresas, organismos multilaterales, pueblos indígenas, para proteger, ayudar a restaurar y mitigar acciones que atenten contra el bioma y la vida de sus habitantes, o intervenir en situaciones que son amenazas para los seres que lo habitan y su biodiversidad”, destacó Roca.
Foto: Vatican News
El Papa Francisco escuchó atentamente al grupo y agradeció por el trabajo que se está haciendo en la Amazonía. El pontifice insistió en que “hay que seguir adelante” y destacó la importancia del cuidado como una prioridad en la misión de la Iglesia en el territorio amazónico.
La delegación de CEAMA y REPAM siguen con una serie de actividades en el Vaticano, con reuniones en los departamentos que integran la Curia Romana y encuentros con organismos eclesiales sobre la misión de la Iglesia en la Amazonía.
Por medio de un manifiesto, mujeres de la Iglesia católica amazónica renovaron su deseo de insertarse en condición de hermanas en lo profundo del territorio.
Las Hermanas de la Vida Religiosa Femenina que peregrinan en los Vicariatos de Iquitos y San José del Amazonas reafirmaron su compromiso de acercarse a las comunidades más necesitadas como compañeras y aprendices en misión. A través de un manifiesto, y guiadas por la voz de Dios y el llamado del Papa Francisco en “Querida Amazonía”, expresaron su deseo de participar activamente en la pastoral de los vicariatos, respetando la identidad y ritmos de las comunidades.
Según señala el documento, ellas quieren ser expresión de la Buena Noticia de Jesús, privilegiando el testimonio sobre las palabras. Anhelan llegar a los más necesitados, aquellos privados de sus derechos, y abrazarlos con un amor que dignifique, al tiempo que se dejan sorprender por la presencia de Dios en la sacralidad de una tierra que acoge y cautiva con su belleza y desafíos. Asimismo, buscan encarnar la Iglesia, siendo hermanas que se aman, se cuidan y se animan mutuamente en la vivencia misionera compartida.
"Nos animamos unas a otras a cuidar de la dignidad humana, de la tierra, del agua y de las culturas", afirmaron las hermanas en su manifiesto. "Estar en la Amazonía es un privilegio que nos alegra el corazón… aquí nos quiere Dios… Somos misioneras y el cuidado de la Amazonía es una prioridad. Sabemos que algunos quedan encantados por la selva, otros la ven como una despensa para un equivocado desarrollo, algunos no quieren saber de ella, pero nosotras seguimos aquí, hemos aprendido a amar este pueblo", mencionaron.
Foto: Vicariato de Iquitos.
Este documento se realizó luego del encuentro de religiosas de los Vicariatos de Iquitos y San José del Amazonas, realizado del 16 y 17 de marzo. Un espacio de formación que se llevó a cabo con la Hna. Gloria Liliana Franco Echeverri, ODN, presidenta de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR). "Estos días como las mujeres del alba, nos dejamos llevar al ritmo del Espíritu, para salir con el corazón ensanchado a anunciar con ternura y coraje a Jesús en nuestros hermanos en la Amazonía", refirieron.
A continuación, lee el documento completo:
Manifiesto de la Vida Religiosa que Peregrina en los Vicariatos de Iquitos y San José del Amazonas:
Nosotras, Vida Religiosa Femenina que peregrina en los Vicariatos de Iquitos y de San José del Amazonas, renovamos nuestro deseo de insertarnos en condición de hermanas en lo profundo del territorio.
Estamos aquí porque hemos escuchado la voz de Dios a movilizarnos, a salir; porque nos hemos sentido enviadas y en lo cotidiano el Señor nos va revelando su querer en esta “Querida Amazonía”.
Permanecemos, porque hacemos eco de la voz del papa Francisco, y deseamos ser Iglesia en salida; aproximarnos a las orillas más empobrecidas del territorio en calidad de compañeras de nuestro pueblo, para ser las hermanas que aprenden, que se dejan sorprender por Dios en lo sagrado de una tierra que acoge y que seduce con un derroche de belleza y desafíos. Queremos ser y sentirnos Iglesia, hermanas que se quieren y se cuidan, que juntas se animan a vivir en misión.
Nos moviliza la pasión por los pobres y el deseo de trabajar juntas por el Reino. Queremos ser expresión de la Buena Noticia de Jesús, aprendiendo del pueblo y que hable más el testimonio que nuestras palabras.
Queremos prolongar la misión que otras hermanas, antes que nosotras iniciaron, sabemos que la misión de la mujer en la Iglesia es savia de vida nueva. Queremos participar activamente de la pastoral de los vicariatos, participar en las estructuras y procesos de nuestra Iglesia, pero, por sobre todas las cosas queremos caminar y navegar con nuestra gente, respetando sus ritmos y bebiendo de la riqueza de su identidad. Queremos llegar a los más necesitados que no gozan plenamente de sus derechos y abrazarlos con amor que dignifica.
Que no nos gane el miedo. Nos animamos unas a otras a cuidar de la dignidad humana, de la tierra, del agua y de las culturas. Estar en la Amazonia es un privilegio que nos alegra el corazón…aquí nos quiere Dios…Somos misioneras y el cuidado de la Amazonia es una prioridad.
Sabemos que algunos quedan encantados por la selva, otros la ven como una despensa para un equivocado desarrollo, algunos no quieren saber de ella, pero nosotras seguimos aquí, hemos aprendido a amar este pueblo, y renovamos hoy nuestro deseo de sembrar nuestro sí en este territorio como hermanas.
Querido Papa Francisco: un saludo cariñoso desde Indiana, a orillas del río Amazonas, donde nos encontramos los participantes en la Escuela de Formación de agentes de pastoral “Lorenzo Guibord”. Unas 90 personas, entre misioneros y laicos, soñando juntos una Iglesia con rostro amazónico y con rostro indígena; por esa ruta es por donde quiere navegar nuestro Vicariato San José del Amazonas, en Perú.
Tú eres nuestra gran inspiración, Papa Francisco. Sabemos que formamos parte de tus sueños, y estos días de estudio y capacitación acudimos con mucha frecuencia a tus palabras y escritos. El Sínodo Amazónico, que tú impulsaste, el documento Querida Amazonía, y todo este camino sinodal en que estamos embarcados son una gran luz en nuestro discernimiento y a la vez fuente de felicidad y energía.
Hace menos de un año terminamos nuestro Plan Pastoral. En él decimos que queremos ser “una Iglesia con rostro amazónico, inculturada e intercultural, impulsada por el Espíritu de Jesucristo en la defensa de la vida, la tierra y la cultura, con las personas y los medios necesarios para testimoniarle”. Como ves, en este sueño hay palabras textuales tuyas, porque tus propuestas son para nosotros tesoro y soplo del Espíritu.
En esta semana de formación, trabajamos en torno a la importancia capital de los laicos en el futuro de nuestra Iglesia selvática, y concretamente en el papel de la mujer. ¿Sabes que, en nuestro grupo, quizá por primera vez, hay más mujeres que varones? Han venido mamás con sus niños, profesoras, amas de casa, estudiantes… Todas ellas, junto con sus compañeros, han llegado con la ilusión de prepararse para servir a nuestro pueblo como Iglesia samaritana y acogedora.
Están también los indígenas, miembros de algunos de los nueve pueblos originarios que hay en nuestro territorio. Hablamos de defender las culturas, de dialogar con los saberes ancestrales, de preservar las raíces, de promover el cuidado, especialmente de los más vulnerables. Es así como nos has enseñado, querido Papa Francisco. Gracias.
Nos formamos especializándonos en diferentes servicios y ministerios que como Iglesia entendemos que necesita hoy nuestro pueblo: ministerio para el cuidado de la Casa Común, promotor de derechos humanos, acompañamiento de personas en situación de vulnerabilidad, catequista, acompañante de jóvenes, animador, ministerio de la comunión, de la Palabra, de música… Vamos vislumbrando la fisonomía de nuestra Iglesia vicarial, que desea ser cada vez más sinodal y ministerial, como tú pides a los católicos del mundo entero.
Tenemos tanto que agradecerte… Te sentimos como uno de los nuestros, y sabemos que contamos contigo. Por favor, envíanos tu bendición; y nosotros también te bendecimos desde este rincón de la Amazonía peruana, porque bendecir es invocar la presencia bondadosa de Dios y la protección de su amor. Por favor, no te desanimes ante las críticas, no siempre leales; ya sabes que el Señor Jesús tuvo muchas, pero eso no le detuvo en el cumplimiento de su misión. Somos muchos más los que te admiramos y agradecemos a Diosito el don que eres para la Iglesia y para el mundo.
Ashka pakrachu, mai moö, deoji, moenxi… ¡Muchas gracias, Papa Francisco!
La Organización Front Line Defenders, en su informe anual de 2022, establece que en ese mismo año 401 defensores y defensoras de derechos humanos fueron asesinados en 26 países.
Por Sonia Olea / Cáritas Española
Siendo Latinoamérica la región con mayor número de muertes con el 80% del total, repartido en Colombia (186 personas asesinadas), México (45), Brasil (26) y Honduras (17). A su vez, dicho informe establece como causas la defensa de los derechos a la tierra, al medio ambiente y de los pueblos indígenas (48% del total de asesinatos). Así también, Global Witness 2022 vuelve a señalar que en la región de la Amazonía ocurrieron 39 ataques letales; siendo por tanto uno de los lugares más peligrosos del mundo para las personas defensoras de tierra y ambiente. Muchas de ellas mujeres.
Ser mujer en la Amazonía, ser defensora de derechos humanos
En muchas ocasiones nos escuchamos, como mujeres en la lucha por la casa común, también como defensoras de derechos humanos. Pero pocas somos conscientes que, desde esa misma defensa, tenemos también nuestros propios derechos reconocidos por las Naciones Unidas.
Celebramos este año el 25º aniversario de la Declaración de Defensores de los Derechos Humanos, a la vez que el 75º de la Declaración Universal de los DDHH. Y la realidad es que somos muy poco conocedoras de este texto aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1999.
En especial, quizás ya desde el inicio del propio texto, en su artículo 1º, que defender los derechos humanos, los nuestros, los de todas las personas, es en sí mismo, un derecho humano: la promoción y la procura de la protección y realización de los derechos humanos y las libertades fundamentales en los planos nacional e internacional.
Luchar por el mundo, una naturaleza feliz, agua limpia, aire sano, bosque ancestral, una sociedad digna y sin discriminación alguna, es un derecho humano.
Derecho que todas nosotras podemos y debemos exigir que se nos garantice, reconozca y que, por tanto, se lleven a cabo políticas públicas que permitan hacerlo realidad. Cada día. Y para ello, la declaración nos reconoce el derecho de formar asociaciones, organizaciones no gubernamentales, plataformas; también el de reunirnos y manifestarnos pacíficamente; recabar, obtener, recibir y poseer información sobre los derechos humanos; formarnos en derechos y poder debatir y desarrollar principios nuevos relacionados con los mismos.
Aunque ello suponga que muchas mujeres se juegan la vida, tenemos derecho por supuesto a presentar críticas y propuestas a las autoridades para mejorar el funcionamiento de nuestras comunidades, pueblos, países. Y también a alertar, informar, hacer saber y denunciar cualquier amenaza que se ciña sobre nuestros entornos.
Es un derecho humano que nosotras denunciemos las políticas y acciones de los gobiernos que violan los derechos humanos; que ofrezcamos y nos organicemos para tener asistencia jurídica y técnica cuando somos llevadas ante la justicia (tantas y tantas veces, con el aumento sistemático de la criminalización que se nos hace).
Lo es también el acudir a las audiencias, procedimientos y juicios públicos que se llevan a cabo contra nosotras, o los que nosotras llevamos a cabo con quienes violan nuestros derechos, para así asegurarnos del cumplimiento de las normas vigentes y las obligaciones en materia de derechos humanos.
No tener trabas ni control ni censura en nuestras comunicaciones y uso de las redes sociales, los medios audiovisuales, la elaboración de vídeos y documentales.
Disponer de recursos eficaces y poder ejercer de forma legítima, sin cuestionamiento y criminalización, nuestra opción de ser defensoras.
Que nos protejan cuando ejercemos la defensa de los derechos humanos y que se nos faciliten los medios materiales y humanos necesarios para ello, siendo parte de las políticas públicas de nuestros Gobiernos el poder llevarlo a cabo.
Porque, aunque muchas veces nos hagan creer otra cosa, fomentar los derechos humanos y salvaguardar la casa común, es un derecho que todas tenemos y que queremos que se difunda y crezca cada vez con mayor fuerza.
Así, el temor lógico que tenemos ante la realidad de muerte y persecución en nuestra Amazonía, se pueda tornar colectivamente en fuerza y energía común que nos anime a seguir cuidando lo que es de todas las personas y de la naturaleza. Un Don del Tata Dios.
Calendario 2023: Guardianes del territorio
El Calendario “Mujeres de la Amazonía 2023: Guardianas del Territorio” confirma la sinodalidad y reflexiona sobre su misión como mujeres que defienden la vida y luchan por la garantía de los derechos para las generaciones futuras.
Este tema se expresa a través del arte de la fotografía con el testimonio de mujeres defensoras del territorio. Sus narrativas deben inspirarnos, generando espacios para compartir vida y acciones, y que estas generen vida y transformación.
Publicada la exhortación apostólica de Francisco, que precisa y completa la encíclica de 2015: no estamos reaccionando lo suficiente, estamos cerca del punto de ruptura. Crítica a los negacionistas: indudable el origen humano del calentamiento global. El compromiso con el cuidado de la casa común brota de la fe cristiana.
«“Alaben a Dios” es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo». Con estas palabras concluye la nueva exhortación apostólica del Papa Francisco, publicada el 4 de octubre, fiesta del Santo de Asís. Un texto en continuidad con la encíclica más amplia de 2015 Laudato si'. En 6 capítulos y 73 parágrafos, el Sucesor de Pedro se plantea precisar y completar lo ya afirmado en el texto anterior sobre ecología integral, y al mismo tiempo lanzar una voz de alarma y una llamada a la corresponsabilidad ante la emergencia del cambio climático, antes de que sea demasiado tarde. La exhortación mira en particular a la COP28 que se celebrará en Dubai a finales de noviembre y principios de diciembre. Escribe el Pontífice: «con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre» y «es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas» (2). Es uno «de los principales desafíos a los que se enfrentan la sociedad y la comunidad mundial» y «los efectos del cambio climático son soportados por las personas más vulnerables, ya sea en casa o en todo el mundo» (3).
Los signos del cambio climático, cada vez más evidentes
El primer capítulo está dedicado a la crisis climática mundial. «Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes», explica el Papa. Que observa cómo «en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra», una «enfermedad silenciosa que nos afecta a todos». Además, Francisco afirma: «es verificable que determinados cambios en el clima provocados por la humanidad aumentan notablemente la probabilidad de fenómenos extremos cada vez más frecuentes e intensos». El Pontífice, tras recordar que si el aumento de la temperatura supera los 2 grados «se derretirían totalmente las capas de hielo de Groenlandia y de buena parte de la Antártida, con enormes y gravísimas consecuencias para todos» (5), sobre los que minimizan el cambio climático, responde: «lo que estamos verificando ahora es una inusual aceleración del calentamiento, con una velocidad tal que basta una sola generación —no siglos ni milenios— para constatarlo». «Probablemente en pocos años muchas poblaciones deberán trasladar sus hogares a causa de estos hechos» (6). Los fríos extremos también «expresiones alternativas de la misma causa» (7).
La culpa no es de los pobres
«Con la pretensión de simplificar la realidad -escribe Francisco-, no faltan quienes responsabilizan a los pobres porque tienen muchos hijos y hasta pretenden resolverlo mutilando a las mujeres de países menos desarrollados. Como siempre, pareciera que la culpa es de los pobres. Pero la realidad es que un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial, y que la emisión per cápita de los países más ricos es muchas veces mayor que la de los más pobres. ¿Cómo olvidar que África, que alberga más de la mitad de los más pobres del planeta, es responsable de una mínima parte de las emisiones históricas?» (9) El Papa también cuestiona la postura de quienes afirman que los esfuerzos para mitigar el cambio climático reduciendo el uso de combustibles fósiles «provocará una reducción de los puestos de trabajo». Lo que está ocurriendo en realidad «es que millones de personas pierden su empleo debido a las diversas consecuencias del cambio climático: tanto el aumento del nivel del mar como las sequías y muchos otros fenómenos que afectan al planeta, han dejado a mucha gente a la deriva». Mientras «la transición hacia formas renovables de energía, bien gestionada» es capaz «de generar innumerables puestos de trabajo en diferentes sectores. Esto requiere que los políticos y empresarios estén ahora mismo ocupándose de ello» (10).
Indudable origen humano
«Ya no se puede dudar del origen humano —“antrópico”— del cambio climático», afirma Francisco. «La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera… se mantuvo estable hasta el siglo XIX… En los últimos cincuenta años el aumento se aceleró notablemente» (11). Al mismo tiempo, la temperatura «aumentó con una velocidad inédita, sin precedentes en los últimos dos mil años. En este período la tendencia fue de un calentamiento de 0,15 grados centígrados por década, el doble de lo ocurrido en los últimos 150 años… A este ritmo, es posible que en diez años alcanzaremos el límite máximo global deseable de 1,5 grados centígrados» (12). Provocando la acidificación de los mares y el deshielo. La coincidencia entre estos acontecimientos y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero «no es posible ocultar… Una abrumadora mayoría de científicos especializados en clima sostienen esta correlación y sólo un ínfimo porcentaje de ellos intenta negar esta evidencia». Por desgracia, observa amargamente el Pontífice, «la crisis climática no es precisamente un asunto que interese a los grandes poderes económicos, preocupados por el mayor rédito posible con el menor costo y en el tiempo más corto que se pueda» (13).
Estamos justo a tiempo para evitar daños más dramáticos
«Me veo obligado -continua Francisco- a hacer estas precisiones, que pueden parecer obvias, debido a ciertas opiniones despectivas y poco racionales que encuentro incluso dentro de la Iglesia católica. Pero ya no podemos dudar de que la razón de la inusual velocidad de estos peligrosos cambios es un hecho inocultable: las enormes novedades que tienen que ver con la desbocada intervención humana sobre la naturaleza» (14). Por desgracia, algunas manifestaciones de esta crisis climática ya son irreversibles durante al menos cientos de años, mientras que «el derretimiento de los polos no podrá revertirse por cientos de años» (16). Por tanto, estamos justo a tiempo de evitar daños aún más dramáticos. El Papa escribe que «ciertos diagnósticos apocalípticos suelen parecer poco racionales o insuficientemente fundados», pero «no podemos afirmar con certeza» qué sucederá (17). Por lo tanto, «urge una mirada más amplia… Se nos pide nada más que algo de responsabilidad ante la herencia que dejaremos tras nuestro paso por este mundo» (18). Recordando la experiencia de la pandemia de Covid-19 Francisco repite «todo está conectado y nadie se salva solo» (19).
El paradigma tecnocrático: la idea de un ser humano sin límites
En el segundo capítulo, Francisco habla del paradigma tecnocrático que «consiste en pensar «como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico» (20) y «se retroalimenta monstruosamente» (21) basada en la idea de un ser humano sin límites. «Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo… Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad» (23). Por desgracia, como también enseña la bomba atómica, «el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia» (24). El Papa reitera que «el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento, de uso desenfrenado, de ambición ilimitada» (25). Recuerde también que estamos incluidos en la naturaleza, y «esto mismo excluye la idea de que el ser humano sea un extraño, un factor externo sólo capaz de dañar el ambiente. Debe ser considerado como parte de la naturaleza» (26); «los grupos humanos muchas veces han “creado” ambiente» (27).
Decadencia ética del poder: marketing e información falsa
Hemos logrado «progresos tecnológicos, y no advertimos que al mismo tiempo nos convertimos en seres altamente peligrosos, capaces de poner en riesgo la vida de muchos seres y nuestra propia supervivencia» (28). «La decadencia ética del poder real se disfraza gracias al marketing y la información falsa, mecanismos útiles en manos de quienes tienen mayores recursos para incidir en la opinión pública a través de ellos». Estos mecanismos convencen a los habitantes de las zonas donde se van a implantar proyectos contaminantes, engañándoles con que se generarán oportunidades económicas y de empleo, pero «no se les dice con claridad que detrás de ese emprendimiento» quedará «una tierra arrasada» (29) y condiciones de vida mucho más desfavorables. «La lógica del máximo beneficio con el menor costo, disfrazada de racionalidad, de progreso y de promesas ilusorias, vuelve imposible cualquier sincera preocupación por la casa común y cualquier inquietud por promover a los descartados de la sociedad… extasiados frente a las promesas de tantos falsos profetas, a veces los mismos pobres caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos» (31). Existe «un dominio de los que nacieron con mejores condiciones de desarrollo» (32). Francisco les invita a preguntarse, ante «los hijos que pagarán el daño de sus acciones» cuál es el sentido de sus vidas (33).
Política internacional débil
En el siguiente capítulo de la exhortación, el Papa aborda la debilidad de la política internacional, insistiendo en la necesidad de favorecer «los acuerdos multilaterales entre los Estados» (34). Explica que «Cuando se habla de la posibilidad de alguna forma de autoridad mundial regulada por el derecho no necesariamente debe pensarse en una autoridad personal» sino de «organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales». Que «deben estar dotadas de autoridad real de manera que se pueda “asegurar” el cumplimiento de algunos objetivos irrenunciables» (35). Francisco deplora que «las crisis mundiales sean desaprovechadas cuando serían la ocasión para provocar cambios saludables. Es lo que ocurrió en la crisis financiera de 2007-2008 y ha vuelto a ocurrir en la crisis del covid-19», que han traído «más individualismo, a más desintegración, a más libertad para los verdaderos poderosos que siempre encuentran la manera de salir indemnes» (36). «Más que salvar el viejo multilateralismo, parece que el desafío actual está en reconfigurarlo y recrearlo teniendo en cuenta la nueva situación mundial» (37) reconociendo que muchas agregaciones y organizaciones de la sociedad civil ayudan a compensar las debilidades de la Comunidad internacional. El Papa cita el proceso de Ottawa sobre minas antipersona, que muestra cómo la sociedad civil crea dinámicas eficaces que la ONU no consigue.
Las instituciones que preservan a los más fuertes son inútiles
La que propone Francisco es «un multilateralismo “desde abajo” y no simplemente decidido por las élites del poder… Es de esperar que esto ocurra con respecto a la crisis climática. Por eso reitero que «si los ciudadanos no controlan al poder político —nacional, regional y municipal—, tampoco es posible un control de los daños ambientales» (38). Tras reafirmar la primacía de la persona humana y la defensa de su dignidad por encima de cualquier circunstancia, Francisco explicó que «no se trata de reemplazar a la política, porque… las potencias emergentes se vuelven cada vez más relevantes». «Precisamente el hecho de que las respuestas a los problemas puedan venir de cualquier país, aunque sea pequeño, termina presentando al multilateralismo como un camino inevitable» (40). Por lo tanto, es necesario un «marco diferente de cooperación efectiva. No basta pensar en los equilibrios de poder sino también en la necesidad de dar respuesta a los nuevos desafíos y de reaccionar con mecanismos globales». Necesitamos «reglas globales y eficientes» (42). «Todo esto supone generar un nuevo procedimiento de toma de decisiones»; necesitamos «espacios de conversación, de consulta, de arbitraje, de resolución de conflictos y de supervisión, y en definitiva una suerte de mayor “democratización” en el ámbito global para que se expresen e incorporen las variadas situaciones. Ya no nos servirá sostener instituciones para preservar los derechos de los más fuertes sin cuidar los de todos» (43).
Conferencias sobre el clima
En el siguiente capítulo, Francisco describe las distintas conferencias sobre el clima celebradas hasta la fecha. Recuerda la de París, cuyo acuerdo entró en vigor en noviembre de 2016, pero «si bien es un acuerdo vinculante, no todas las prescripciones son obligaciones en sentido estricto y algunas de ellas dan lugar a una amplia discrecionalidad» (47), no hay sanciones por incumplimiento y se carece de medios eficaces para hacer cumplir la ley, no prevé sanciones reales y no existen instrumentos eficaces para garantizar su cumplimiento. Y «todavía se está trabajando para consolidar prácticas concretas de monitorización y facilitar criterios generales que permitan comparar los objetivos de los distintos países» (48). El Papa menciona la decepción de la COP de Madrid y recuerda que la COP de Glasgow relanzó los objetivos de París, con muchas "exhortaciones", pero «las propuestas tendientes a asegurar una transición rápida y efectiva hacia formas alternativas de energía menos contaminantes no pudieron avanzar» (49). La COP27 en Egipto del 2022 «fue un ejemplo más de la dificultad de las negociaciones» y aunque produjo «al menos un avance en la consolidación del sistema de financiación por “las pérdidas y los daños” en los países más afectados por los desastres climáticos» (51) también en esto muchos puntos siguieron siendo "imprecisos". Negociaciones internacionales «no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global. Quienes sufrirán las consecuencias que nosotros intentamos disimular recordarán esta falta de conciencia y de responsabilidad» (52).
¿Qué se espera de la COP de Dubái?
Con respecto a la COP28, Francisco escribe que «decir que no hay nada que esperar sería un acto suicida, porque implicaría exponer a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, a los peores impactos del cambio climático» (53). «No podemos dejar de soñar que esta COP28 dé lugar a una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente. Esta Convención puede ser un punto de inflexión» (54). El Papa señala que «la transición que se necesita, hacia energías limpias… abandonando los combustibles fósiles, no tiene la velocidad necesaria. Por consiguiente, lo que se está haciendo corre el riesgo de interpretarse sólo como un juego para distraer» (55). No se puede buscar únicamente un remedio técnico a los problemas, «corremos el riesgo de quedarnos encerrados en la lógica de emparchar… mientras por lo bajo avanza un proceso de deterioro que continuamos alimentando» (57).
Dejar de ridiculizar la cuestión medioambiental
Francisco pide que se ponga fin a «las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, “verde”, romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos. Aceptemos finalmente que es un problema humano y social en un variado arco de sentidos. Por eso se requiere un acompañamiento de todos». En cuanto a las protestas de los grupos radicalizados, el Papa afirma que «ellos cubren un vacío de la sociedad entera, que debería ejercer una sana “presión”, porque a cada familia le corresponde pensar que está en juego el futuro de sus hijos» (58). El Pontífice espera que de la COP28 surjan «formas vinculantes de transición energética» que sean eficientes, «obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente» (59). «Ojalá quienes intervengan puedan ser estrategas capaces de pensar en el bien común y en el futuro de sus hijos, más que en intereses circunstanciales de algunos países o empresas. Ojalá muestren así la nobleza de la política y no su vergüenza. A los poderosos me atrevo a repetirles esta pregunta: ¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?» (60).
Un compromiso derivado de la fe cristiana
Por último, el Papa recuerda que la motivación de este compromiso nace de la fe cristiana, animando a «los hermanos y hermanas de otras religiones a que hagan lo mismo» (61). «La cosmovisión judeocristiana defiende el valor peculiar y central del ser humano en medio del concierto maravilloso de todos los seres». «Todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde» (67). «Esto no es producto de nuestra voluntad, tiene otro origen que está en la raíz de nuestro ser, ya que «Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos rodea» (68). Lo importante, escribe Francisco, es recordar que «no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas» (70). «El esfuerzo de los hogares por contaminar menos, reducir los desperdicios, consumir con prudencia, va creando una nueva cultura. Este solo hecho de modificar los hábitos personales, familiares y comunitarios» contribuye «gestar grandes procesos de transformación que operan desde las profundidades de la sociedad» (71). El Pontífice concluye su exhortación recordando que «las emisiones per cápita en Estados Unidos son alrededor del doble de las de un habitante de China y cerca de siete veces más respecto a la media de los países más pobres». Y afirma que «un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo. Así, junto con las indispensables decisiones políticas, estaríamos en la senda del cuidado mutuo» (72).
Yésica Patiachi, lideresa indígena Harakbut y vicepresidenta de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), entregó al Santo Padre las dos obras elaboradas por el colectivo ‘Etochime Harakbut’, las cuales buscan mostrar, a través del arte, la resistencia de los pueblos indígenas frente a la crisis climática.
Artistas indígenas del Perú lograron llevar su arte hasta al Vaticano y entregarlo como un obsequio al Papa Francisco. Se trata de dos pinturas elaboradas por “Etochime Harakbut” (en castellano, ‘nuestras raíces’), un colectivo de creadores pertenecientes al pueblo Harakbut de la Amazonía peruana. Yésica Patiachi, lideresa, artista, escritora y docente, fue la encargada de presentarle, durante una audiencia privada con el Sumo Pontífice, las obras que fueron traídas desde la región Madre de Dios.
La obra principal presentada se titula “Papatone”, una pintura que muestra el rostro del Papa Francisco combinado con los característicos patrones y líneas artísticas del pueblo indígena Harakbut. La segunda pieza, de mayor dimensión, refleja la resistencia del bosque frente a la crisis climática afecta la Amazonía. Simboliza el presente, el pasado y el futuro de los pueblos indígenas, y lo que pasaría si es que no hacemos nada para frenar la destrucción del planeta, sostuvo Yésica Patiachi.
“Papatone” fue una de las obras entregadas al Papa Francisco. Foto: Vatican Media
“Más que llevar quejas, quisimos mostrarle al Papa Francisco que también existen iniciativas como Etochime que tratan de rescatar el arte indígena y las costumbres a través de este lenguaje. Queríamos decirle: ‘Querido abuelo, esto es lo que nosotros hacemos en una parte de la Amazonía. Es una iniciativa de artistas Harakbut para mostrar al mundo su cultura, manifestar sus costumbres y protestar. Es una forma también para mostrar resistencia frente a los problemas que estamos pasando‘”, explicó.
Protagonistas de su historia
La lideresa indígena y vicepresidenta de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) recordó las palabras del Papa Francisco durante su encuentro en la ciudad de Puerto Maldonado, en 2018, cuando les pidió a los pueblos indígenas que sean protagonistas de su propia historia y que empiecen a escribirla. Esas palabras impulsaron la creación de ‘Etochime Harakbut’, así como la publicación de los primeros libros escritos por indígenas Harakbut que rescatan la historia y cultura de este pueblo amazónico.
‘Etochime Harakbut’ se formó tras la visita del Papa Francisco a Puerto Maldonado. Foto: cedida.
“El Papa Francisco se alegró de saber que en la Amazonía hay iniciativas hermosas. Nuestra propuesta quiere recordar que en los pueblos indígenas existen artistas y personas demostrando que nosotros mismos podemos crear obras de arte. El arte como una muestra de resistencia, pintar para no olvidar nuestra historia y cultura y que nos recuerden las generaciones venideras. Por esa razón escogimos como colectivo los dos cuadros”, mencionó la lideresa indígena.
Desde la Amazonía al Vaticano
Junto a Yésica Patiachi, las lideresas indígenas Patricia Gualinga y la Hermana Laura Vicuña entregaron una serie de regalos al Santo Padre que las poblaciones de la Amazonía les enviaron desde el territorio. Esta delegación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) y de la REPAM fue recibida en el Palacio Apostólico Vaticano, donde sostuvieron una conversación de mucha confianza con el Sumo Pontífice acerca de la labor de las mujeres de la Iglesia en el territorio, el reconocimiento de la estructura eclesiástica de ese trabajo, la realidad de los pueblos indígenas y la educación.
Las lideres indígenas representantes de la CEAMA y REPAM. Foto: Vatican Media
Etochime Harakbut: Nuestras raíces
Los integrantes de Etochime Harakbut pertenecen a las comunidades de Puerto Luz y Shintuya. Son Anelice Cáceres Patiachi, Yesica Patiachi Tayori, Percy Tayori Keddero, Luis Tayori Keddero, Francis Quique Álvarez, Fermín Chimatani Tayori, Nakeyo Chimatani Tayori, Joao Rayner Mikiri Sihui, Brandon Moqui Yamo, y Guadalupe Patiachi Tayori. Ellos son acompañados por las Hermanas Misioneras Dominicas del Rosario y cuentan con el apoyo del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP).
Desde su creación hace más de cuatro años, Etochime Harakbut está comprometido con dar a conocer la historia, cosmovisión, cultura e historias del pueblo indígena Harakbut a través del arte. Este esfuerzo colectivo involucra a cada uno de los artistas, quienes, desde sus propias perspectivas, miradas y generaciones, se esfuerzan por evocar y preservar sus conocimientos y saberes ancestrales para evitar que se pierdan con el tiempo, especialmente, entre los más jóvenes.
En una emotiva carta que lleva las voces de las comunidades indígenas y ribereñas, mujeres, hombres y jóvenes de la Amazonía, la REPAM y la CEAMA compartieron con el “abuelo Francisco” los desafíos, procesos y propuestas para continuar caminando juntos como Iglesia en la defensa de la vida y los territorios.
“Estos son tiempos de iluminación e inspiración de la Ruah Divina en medio de nosotros, después de 4 años de post-Sínodo de la Amazonía, un tiempo de esperanza, amado Abuelo. Con ternura queremos agradecerte por los pasos y frutos sembrados en nuestros territorios”. Los pueblos indígenas y comunidades tradicionales de la Amazonía saludan y dan las gracias así al Papa Francisco por el tiempo vivido desde el inicio de su pontificado.
Yésica Patiachi, Hna. Laura Vicuña Manso y Patricia Gualinga Sarayakue, mujeres indígenas y vicepresidentas de la Red Eclesial Pan Amazónica (REPAM) y de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), fueron las representantes elegidas para entregar esta carta al Santo Padre durante su encuentro el último jueves 1 de junio. Un escrito donde se recogen los pasos dados por la Iglesia Católica en la defensa de la vida y los territorios de la cuenca amazónica.
En el documento además se comparten los desafíos que han enfrentado en los últimos años los pueblos y comunidades amazónicas, como la imposición del modelo extractivista, la falta de compromiso de los gobiernos locales, la violencia doméstica y sexual, la situación de miseria de los jóvenes indígenas en las ciudades, la exclusión de los pueblos originarios en la Iglesia y la sociedad, entre otros.
A pesar de estos desafíos, los pueblos indígenas reconocen en esta carta los avances logrados en los últimos años, como la mayor presencia indígena en experiencias de economías ecológicas y solidarias, el fortalecimiento del aspecto ministerial y los derechos de las mujeres, y la formación para una vida consagrada comprometida con la inculturación y la interculturalidad.
En este sentido, manifiestan que, siguiendo las enseñanzas de la exhortación apostólica “Querida Amazonía”, se establezcan procesos concretos para apoyar y promover alianzas con los pueblos indígenas y comunidades, enfocándose en la demarcación de tierras, la participación e incidencia social en la Cumbre de Presidentes de la Amazonía; y en insistir en políticas de protección a los defensores de los derechos de los pueblos y territorios.